Esta semana Gustavo Villegas, transportista de la región oeste de la provincia de Buenos Aires, quedó atrapado entre un grupo de vecinos de “Ciudad Oculta”, lindante al porteño Mercado de Liniers, y debió entregar forzosamente un novillo para poder ser liberado frente a la inacción de los agentes de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires.
La noticia tomó estado público porque quedó registrado un video casero en el cual puede verse como, luego de bajar al animal del camión, un grupo de hombres lo faena en plena calle a la vista de todos.
“Eso lo que vivimos habitualmente los transportistas de hacienda cada vez que vamos al Gran Buenos Aires”, comentó Manolo Lamas, empresario del sector que es un referente en materia de comunicación de lo que sucede en la actividad. “Algunos transportistas incluso han decidido no ir más a la ciudad de Buenos Aires por la falta de seguridad”, añadió a Bichos de Campo.
Tanto el Mercado de Liniers como buena parte de los frigoríficos localizados en el Gran Buenos Aires se encuentran lindantes a barrios populares en los cuales se cobran “peajes” a los transportistas o bien se los amedrenta para que entreguen dinero o incluso hacienda.
Existen, tanto en el sur de la Ciudad de Buenos Aires, como en diferentes parridos del Gran Buenos Aires, zonas en las cuales el Estado no tiene presencia alguna y las normas son establecidas por la gente que habita en la zona.
Un ejemplo es la Planta Faenadora Bancalari, localizada en San Fernando, donde es necesario abonar un “peaje” a los vecinos de la zona para que los transportistas puedan ingresar al acceso que conduce al frigorífico, motivo por el cual muchos no envían hacienda a ese destino.
Otro caso que lidera el ranking de destinos peligrosos es el Frigorífico Regional Bovinos del Sur, en Loma Hermosa, que es evitado por muchos transportistas.
“Cuando las descargas de hacienda no se hacen de manera adecuada, los transportistas quedamos en largas filas de espera a merced de gente que nos amenaza, nos pide dinero o que entreguemos un animal”, apunta Manolo. Los problemas suelen agravarse cuando anochece y los transportistas quedan atrapados en una fila.
La falta de “colaboración”, ante los amedrentamientos, puede generar reacciones violentas, con piedrazos e intentos de ingresar a la cabina del camión, por lo que los transportistas siempre llevan efectivo encima para poder asegurar su integridad física.
Una queja constante en el sector –tal como le ocurrió a Gustavo Villegas– es la falta de colaboración del personal policial, quien, lejos de proteger a los transportistas, en muchos casos validan de facto los pedidos realizados por los vecinos de los barrios populares para evitar tener que interceder.