A partir de una reglamentación mucho más generosa, se abrió un nuevo contexto para el cultivo del cannabis medicinal en la Argentina luego de mucho batallar en su liberación. A la incipiente producción que se está haciendo en la finca El Pongo, en Jujuy, ahora se suma un proyecto en el sur del país que harán en conjunto el INTA y una organización llamada Ciencia Sativa. Una de las integrantes de esa ONG es bióloga y se llama Gabriela Calzolari. Está tocando el cielo con las manos: luego de años de militancia a favor de la liberación del cannabis medicinal, ahora dirigirá un proyecto de investigación para producirlo.
“Desde 2019 venimos trabajando en conexiones con INTA Patagonia Norte, y el año pasado firmamos un convenio de colaboración científico técnica para formar el proyecto. Este ya está aprobado por el Ministerio de Salud y estamos a punto de iniciar los trámites de importación de la semilla”, contó a Bichos de Campo esta investigadora.
A la bióloga recibida de la Universidad de Comahue le acaba de salir una beca del Conicet y la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap) para trabajar en este proyecto productivo que estará ubicado en el predio del INTA Centro Patagonia Norte, en la localidad de Guerrico, en el corazón del Alto Valle de Río Negro. Calzolari comentó que en principio producirán de modo experimental en un predio de 2 hectáreas. Pero la idea, luego de detectar las mejores variedades, es difundir el cultivo por toda la región.
“Es experimental por ahora, y si todo va bien veremos de agrandarlo. Con la beca del Conicet estoy muy contenta porque la misma integra el cultivo, el análisis, los controles de calidad y la formulación y diseño de las recetas como para que un laboratorio provincial o público pueda escalar a nivel mayor los fitopreparados o medicamentos herbarios que se podrán obtener a partir del cannabis”, manifestó Gabriela, que viene militando a favor de la liberación del Cannabis medicinal desde 2014.
Mirá la entrevista con la integrante de Ciencia Sativa:
Calzolari explicó que este proyecto requiere de mucho trabajo previo, ya que hay que cultivar la planta, observar y evaluar si es apta para hacer a partir de ella medicamento. “Hay que hacer un trabajo de selección no sólo de las variedades sino también de los lugares de cultivo. Estamos planteando varios niveles de invernadero con diferentes tecnologías para evaluar cuál será el mejor método para la Patagonia”, remarcó.
En principio, Calzolari dijo que para los ensayos traerán semillas desde Colombia, Estados Unidos y España. “Estamos más avanzados con Colombia, pero creemos que Estados Unidos será también sencillo dado que ya tenemos el camino abierto con ese país por haber hecho ya una importación de cannabis para la producción de Jujuy. Y con España los trámites están recién iniciándose”, precisó.
El Instituto Nacional de Semillas (Inase), que acaba de crear una comisión ad hoc para agilizar los trámites con las semillas, es quien debe dar los permisos. “Yo creo que la importación tardará dos meses porque tiene que pasar por Aduana y más permisos. Nuestra idea, si todo sale bien, es tener para septiembre la semilla disponible”, describió.
Es la primera vez que se aprueba este tipo de alianza con una ONG para avanzar en la investigación sobre cannabis. Dicho proyecto regional despertó interés incluso en las áreas de ciencia y técnica de las provincias de Neuquén y Río Negro, por lo cual se espera q tanto INTA como la ONG participen de una convocatoria con el INVAP para generar el sistema de trazabilidad de los productos que se generen.
Bariloche, donde reside Gabriela hasta que en los próximos meses se mude a Río Negro, se convirtió en el tercer municipio de Río Negro en regular el acceso al cannabis terapéutico, ya q aprobó por unanimidad una ordenanza que habilita la investigación, uso científico y producción pública de cannabis medicinal.
Desde 2017 existe la ley 27.350 que establece un marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal o paliativa del dolor de la planta de cannabis y sus derivados, y desde ese momento Calzolari siente que cambiaron muchas cosas y que hubo progreso.
“Esto dio un giro de 360 grados incluso por la difusión en los medios. Ya se notó en 2016 en todo el proceso previo a la promulgación de la ley, pasando luego por el inicio del cultivo en Jujuy en 2019 o en provincias que comenzaron a avanzar legislativamente. La difusión fue mucha y se extendió el uso porque muchas personas consumen cannabis y aseguran que lo hacen con buenos resultados, lo que favoreció mucho la opinión pública y ayudó a poner el tema en agenda pública”, expresó.
Es muy poca la gente que todavía se resiste a la liberación del cannabis medicinal . Según Calzolari, “tenemos sectores de la comunidad científica poco convencidos de esto, sobre todo psiquiatras y pediatras, pero de a poco se va gestionando esa evidencia que se requiere. Recordemos que la planta estuvo prohibida tantos años que toda la investigación científica medica se atrasó en el mundo”, explicó.
Calzolari trabajará para generar esa información desde el Alto Valle de Río Negro. Allí solo queda un punto por resolver y es cómo se integrarán los productores en este marco. “Aún no queda del todo claro pero la idea sería poder agrupar a esos productores independientes o que se puedan sumar a trabajar en los cultivos en los ensayos experimentales, así como desde Ciencia Sativa podamos entregar semillas o hacer esquejes de variedades conocidas y analizadas”, especuló.