Con el trigo habíamos zafado: pese a que los exportadores habían vendido mucho, el cereal alcanzó y se produjo el empalme entre campañas sin intervención del gobierno. Pero con el maíz, las autoridades no tuvieron la misma paciencia y, temerosas de que el grano comience a escasear y se disparen los precios internos este verano, acaban de suspender las exportaciones (o mejor dicho, la declaración de nuevos negocios de exportación) hasta principios de marzo, cuando aparezca la nueva cosecha y se pueda normalizar la oferta. A nivel interno, el maíz subió casi 40% en 2020.
La escueta información oficial, que nadie esperaba en el mercado, dice que “el ministerio de Agricultura procedió a suspender temporariamente la registración de Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) para el producto maíz, cuya fecha de inicio de embarque sea anterior al 1 de marzo de 2021, cuando arranca formalmente la nueva campaña 2020/21 del cereal”. También establece que de esta decisión queda exceptuado el Maíz Pisingallo, que es el que se utiliza para hacer pochoclos y casi no tiene consumo interno.
Las DJVE son las declaraciones de venta que deben hacer los exportadores de granos y subproductos comprendidos en la Ley 21.453 en el momento en que cierran cada negocio, que suele ser varios meses antes del embarque. Por eso este cierre implica que no se pueden cerrar nuevas operaciones por el maíz “viejo”, correspondiente a la cosecha 2019/20, a la espera de que la nueva cosecha que comienza en marzo alivie la situación. El maíz nuevo, de la campaña 2020/21, si debería poder anotarse, puesto que no comienza a llegar al mercado recién en marzo y se exporta después de la fecha límite dispuesta por Agricultura.
Tal como fue anunciada, en un escueto comunicado, esta medida tampoco debería detener el flujo de exportaciones de maíz ya comprometidas por la Argentina para el primer bimestre de 2021, puesto que las DJVE ya fueron tramitadas antes de este cierre.
La gestión actual de Agricultura, que hasta ahora se había cuidado de enviar señales negativas hacia el mercado agrícola y mucho más de intervenir sobre las exportaciones, justificó este breve cierre temporal del Registro para el maíz.
“Esta decisión se basa en la necesidad de asegurar el abastecimiento del grano para los sectores que lo utilizan como materia prima en sus procesos de transformación, básicamente la producción de proteína animal como carne de cerdo, pollo, huevos, leche y feedlot, donde el cereal representa un componente significativo de sus costos de producción”, se indicó.
Por cierto, en la Argentina se consumen internamente unas 16 millones de toneladas anuales de maíz, especialmente en las actividades citadas y en la industria del bioetanol, que de todos modos está casi paralizada. La producción de la forrajera ha llegado en la campaña 2019/20 a caso 51 millones de toneladas y superó a la de soja por primera vez en décadas. De todos modos, no parecería alcanzar para atender los dos flancos, el interno y externo, ante la disparada de las exportaciones.
Al respecto, el Minagri precisó que se lleva autorizada la exportación de 34,23 millones de toneladas de maíz de la campaña 2019/20, sobre un total teórico exportable de 38,50 millones de toneladas. Es decir que se ha cumplido con el 89% del saldo previsto.
“El objetivo de la medida es que las 4,27 millones de toneladas restantes queden disponibles para el consumo interno, con el objeto de asegurar el abastecimiento durante los meses del verano cuando la oferta de cereal tiende a escasear”, se explicó sin tapujos.
El comunicado oficial agrega que “eventualmente y en función de cómo evolucione la oferta y la demanda, así como de las perspectivas de la cosecha de maíz 2020/21, esta cartera evaluará la reapertura del registro”. Para la cosecha nueva, que arranca en marzo, se espera una producción bastante semejante a la anterior, que aliviaría las cosas, pero todo dependerá del impacto de la sequía, que luce amenazante.
El maíz fue uno de los cultivos que más subió de precios a lo largo de 2020, y esto venía complicando las cuentas de los productores de carnes que lo tienen como insumo.
“Al igual que lo que ocurrió con muchas de las commodities, el piso de la cotización en Chicago se dio sobre los primeros meses del año, cuando comenzó la pandemia. En el caso del maíz, la caída se vio agravada por el hecho de que el confinamiento redujo el consumo de combustibles, y por ende de los insumos que se utilizan para las mezclas, como el etanol. Desde el 7 de agosto en adelante se observa una
tendencia claramente positiva, alcanzando valores máximos. Así, desde principios de año, el cereal acumuló en Chicago una ganancia que ronda el 19%”, precisó la Bolsa de Bahía Blanca como balance del año. Esa suba implicó casi 30 dólares por tonelada.
Peor a nivel interno, los precios del maíz subieron mucho más que en Chicago, ya que aquí se debe suma el efecto de la devaluación paulatina del peso. En este caso, la suba anual ha sido mayor al 36%.
Para la campaña que viene, los exportadores habían levantado el pie del acelerador, ya que a la fecha habían adquirido 23% de la cosecha esperada en el ciclo 2020/21, cuando a igual fecha del año pasado ya habían comprado el 34% de la cosecha que ahora se prohíbe seguir vendiendo. Lo propio ocurre con las DJVE, que alcanzan las 8,4 millones de toneladas en la actualidad, en contraposición con las 18,2 millones de toneladas del ciclo previo al cierre del año.