Se vienen varios días, quizás semanas, de comentarios sobre el “aumento de la carne” a partir del ajuste por inflación que registró en el último mes el valor de la hacienda gorda con destino a faena.
En Bichos de Campo, luego de una ardua investigación, que demandó aproximadamente tres minutos –el tiempo de descarga e interpretación de la planilla de evolución del stock bovino del Senasa– pudimos determinar que el culpable intelectual de tal fenómeno es Néstor Kirchner, mientras que el autor material es el ex secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno.
En 2006 el entonces presidente Kirchner tuvo la brillante idea de prohibir las exportaciones de carne vacuna con el propósito de evitar un aumento del precio minorista de la carne vacuna. Llegó incluso a trabar embarques de cuota Hilton que eran ansiosamente esperados por importadores europeos en pleno Mundial de Fútbol. Moreno, con sus particulares métodos, logró en pocos años hacer inviable el negocio de exportación de carne vacuna.
Tal política, en el corto plazo, resultó un éxito: los precios de la hacienda y de la carne se derrumbaron junto con el stock bovino, que en apenas tres años –entre fines de 2008 y de 2011– perdió casi 10 millones de cabezas en un proceso de “vacunicidio” sin precedentes.
Desde entonces el stock de hembras, la “fábrica” de la ganadería, se recuperó bastante, aunque aún faltan más de un millón de cabezas para alcanzar los niveles registrados a fines de 2008. Pero el dato es que el stock de machos es más tres millones de cabezas menor al presente doce años atrás.
Antes de la iluminación política de Kirchner, en el sistema ganadero argentino había un stock sobrante de machos que, justamente, permitía regular los precios al salir al mercado cuando los valores de la hacienda –por el motivo que fuese– comenzaban a repuntar. Pero ese stock de reserva ya no existe y en el último lustro incluso se llegaron a faenar terneros que debían engordarse al año siguiente para abastecer las necesidades urgentes de la demanda.
Desde que se quedó sin el stock de reservas de machos, el sistema ganadero-cárnico argentino viene trabajando, año tras año, al límite de su capacidad, con la “máquina” prendida recalentada, pero sin resto para recomponer existencias de manera sostenida.
Afortunadamente, los integrantes del gobierno nacional que tienen injerencia en la política agropecuaria saben bien que una intervención tipo “2006” en la actualidad terminará inevitablemente generando un desastre sideral. Y no tienen en agenda tal decisión.
Buscarán, eso así, acuerdos de precios “testimoniales”, como el anunciado esta semana con el Consorcio ABC de frigoríficos exportadores. Seguramente el año que viene habrá muchos acuerdos más que involucren a otros eslabones de la cadena.
El ganadero-cárnico es uno de los pocos mercados perfectos vigentes en la Argentina, en el cual es tan extensa y diversa la cantidad de participantes, que es imposible que uno o varios jugadores puedan inclinar la cancha de acuerdo a su conveniencia. El único jugador con peso propio para direccionar la tendencia de precios es el Estado. Pero la última vez que intervino terminó destruyendo más de lo que pretendió arreglar inicialmente.
Muy ideologizada la nota, pésimo análisis coyuntural y poco conocimiento histórico del sector… Una perdida de tiempo leerla: “Investigación: Descubrimos a los responsables del aumento de los precios de la carne”.