La seca este año le pegó duro al noroeste argentino. Castigó fuerte al trigo que tuvo rindes bajísimos que en algunos casos no justificaron siquiera su cosecha. Y complicó también la siembra del girasol y de algodón.
En Santiago del Estero las restricciones hídricas vienen desde marzo pasado, explicó José Ferreiro, el presidente de la Federación de Asociaciones Agropecuarias Santiagueñas (FAAS), lo que afecta seriamente no sólo la perspectiva de la campaña agrícola 2020/21, sino también la disponibilidad de forraje y el estado de los rodeos de cría.
“Las lluvias de estos días fueron insignificantes: no pasaron de los 20 milímetros y con temperaturas de 43 a 45 ºC y viento norte de 60 kilómetros por hora se reseca la tierra y los pastos no reaccionan”, comentó el dirigente a Bichos de Campo.
Ferreiro ve un futuro complicado para la producción en Santiago del Estero. “El panorama es sombrío; los pronósticos dicen que tendremos temperaturas por encima de los normales hasta febrero del año que viene y con lluvias prácticamente nulas”, alertó.
La situación se agrava porque al haber sequía en las otras provincias de la región, los ríos Dulce y Salado –que nacen en Tucumán y Salta– llegan a Santiago del Estero con bajo caudal. Se proyecta que habrá un fuerte achique en el stock vacuno santiagueño.
“La ganadería en la provincia tiene 1,6 millón de cabezas y pensábamos llegar a 2 millones este año lo que nos hubiera convertido en la de mayor cantidad de vacunos del NOA, pero la situación es muy grave, los pastos no reaccionaron, no se puede sembrar y corremos el riesgo de que el stock ganadero baje de forma importante, que se pierda hasta el 30%, lo que significa unos 500.000 animales menos”, indicó el dirigente rural.
El presidente de FAAS agregó que, como siempre, el hilo se corta por lo más fino. “Los pequeños productores están situación casi terminal, el mediano y grande la está peleando pero en este momento estamos tocando fondo, raspando la lata y pensando en vaciar los campos”.
Pero, como la restricción hídrica es generalizada, no hay campos disponibles a los cuales llevar la hacienda, lo que implica que es muy probable que los vientres terminen faenados en frigoríficos de la zona.