El INTA General Villegas tiene una gran área de influencia que abarca 13 partidos de la provincia de Buenos Aires. “Es el equivalente a administrar todo el territorio de Holanda”, comparó en diálogo con Bichos de Campo el agrónomo Héctor Carta, director de esa Estación Experimental Agropecuaria.
Se trata de un área con 70 comunidades, en las que existen diversas actividades agropecuarias, una de las cuales es la del maní, que, si bien tiene epicento en el sur cordobés, en los últimos años se ha venido expandiendo hacia otras jurisdicciones.
El maní es un cultivo que requiere de suelos más bien arenosos. Su gran particularidad es que es el único grano que crece bajo tierra, dentro de su “caja” o cascarón. Por ende, al momento de cosecharlo hay que primero remover el suelo para extraerlo y voltearlo, para que el fruto se seque unos días al aire libre. El “arrancado” del maní, según Carta, “puede traer algunos problemas si no se lo hace bien”, dado que es “como un arado” que puede provocar erosión edáfica.
“Si sobre ese cultivo de maní implantás un cultivo de cobertura, como puede ser el centeno, no pasa nada. Pero si la cosecha se prolonga hasta agosto, que es cuando comienza la época ventosa en esta zona, se corre el riesgo de que se te vuele el campo, porque al removerse esa tierra arenosa queda expuesta al viento”, manifestó.
Todo depende de la proporción de arena que haya presente en esos suelos. “Hay algunos con 70% de arena en su composición y otros con menos proporción. Te ejemplifico con La Pampa, donde se hacen cultivos en franjas. Entonces vos tenés la franja del maní y la franja del sorgo, y esto se hace para frenar la acción del viento”, explicó el director de la EEA General Villegas.
El directivo del INTA remarcó que están trabajando desde el organismo con el colegio de ingenieros agrónomos local y el de Trenque Lauquen para conseguir que la provincia de Buenos Aires dicte un marco regulatorio de manera tal que este cultivos se haga de manera sustentable.
Carta puso de ejemplo a La Pampa y San Luis, porque en ambas provincias cuentan una legislación específica para proteger los suelos productivos, a diferencia de Buenos Aires, que no tiene un marco regulatorio al respecto. “Con un marco legal un productor de maní podría estar inscrito y tener un plan bien armado por un profesional”, dijo el técnico.
Carta describió que las nomas provinciales vigentes permiten que “los productores inscriban al cultivo a través de un profesional y tengan seguimientos de cómo se hicieron las franjas, incluso satelitales. Y reciben penalidades si no hacen las cosas bien”.
Aclaró el directivo del INTA que no es está en contra de que se produzca maní en el oeste bonaerense y otros partidos de la provincia (entre bambalinas, se dice que los maniseros incluso llegaron a alquilar campos ubicados al sur de la ruta nacional Nº 5). “Lo que se busca es que se lo haga con un marco normativo adecuado. Para hacer maní se pagan hasta 700 U$s/ha de arrendamiento, un precio nada despreciable. Sólo queremos que se lo haga bien”, remarcó Carta.