Los lectores con ganas de criticar me van a discutir el término del título: multitud. Acostumbrados a marchas masivas en la Plaza de Mayo o en el Obelisco, las 500 o 600 personas que se movilizaron este domingo al campo de la familia Etchevehere en Santa Elena, en Entre Ríos, parecerán muy pocas. Pero eran una pequeña multitud para lo que suele movilizar un sector rural aislado y disperso, y sobre todo bajo una fuerte tormenta que complicó todo, aunque resultó una bendición para cortar la sequía.
Allí, en el lugar donde duerme desde hace al menos una semana, frente a la entrada del campo familiar que fue tomado por su hermana menor Dolores y un centenar de militantes del Proyecto Artigas, ligados a Juan Grabois, el ex ministro de Agroindustria del macrismo, Luis Miguel Etchevehere, prometió permanecer en el acampe hasta que la justicia haga justicia, o lo que es decir hasta que la justicia desaloje a los “delincuentes” que ocuparon esa propiedad privada, la propiedad familiar.
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El acto, multitudinario para lo que podía esperarse (solo fue motorizado por las entidades rurales de la provincia de Entre Ríos), fue corto y contundente: en un momento llovía mucho. Los oradores bajo una maltrecha carpa hecha con el plástico de silobolsas usados fueron sucediéndose y repitiendo más o menos lo mismo: que los productores ven esta toma como una avanzada grave contra la propiedad privada y que, para peor, parecen convencidos de que los usurpadores cuentan con apoyo del gobierno.
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Que se recupere la cordura, que actúen los jueces sin presiones y que el gobierno recupere la imparcialidad que debería tener ante estas situaciones de tomas de tierras fue el pedido principal. Uno de los dirigentes leyó un comunicado emitido minutos antes por la Mesa de Enlace Nacional, que todos estos días estuvo haciéndose la distraída porque la figura del ex ministro macrista no les cae demasiado simpático. Con la escalada y advirtiendo el malhumor que se estaba apoderando de los productores, no quedó más remedio que pronunciarse. Lo mismo le sucedió al Mellizo Alfredo De Angeli, ícono del conflicto de 2008, hoy senador del PRO. En segunda línea, estuvo participando de la protesta.
“La Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias hace un llamado para que la Argentina transite por el camino del respeto a la Constitución, las leyes, el orden y la paz social. La irrupción en la propiedad privada sin claridad en sus derechos y de manera prepotente pone en crisis la seguridad jurídica, precipitando una crisis institucional, mostrando un Estado y una Justicia complaciente, que no conduce a la solución”, dijo el comunicado de la Mesa de Enlace leído frente a una mojada “multitud” que estaba fascinada con tanta lluvia.
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Flanqueado por su familia y por los dirigentes de las cuatro entidades rurales de Entre Ríos (la única entidad que formalmente no adhirió fue Federación Agraria, pero había productores federados que hablaron en nombre de ella sobre el escenario), Etchevehere dijo que permanecerá en el lugar todo el tiempo que sea necesario, hasta que se ordene el desalojo de la estancia Casa Nueva, que su abuelo compró en los años 70.
El juez Raúl Flores, que el viernes dictó un falló que impidió el desalojo de los militantes de Grabois, argumentando que Dolores tenía derechos hereditarios sobre la propiedad y que podía invitar a quien quisiera, hizo lugar esta noche a la apelación que presentaron no solo los abogados de los Etchevehere sino también los fiscales, que están convencidos que esto se trata de una usurpación. Cumplido este trámite, ahora se sorteará un nuevo juez que deberá inspeccionar las pruebas y expedirse. Posiblemente el nuevo fallo se conozca esta misma semana.
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Parece el mundo del revés. Los que duermen en una carpa reclamando derechos que creen son los suyos son Luis Miguel Etchevehere y sus hermanos, integrantes de una de las familias más poderosas de la provincia de Entre Ríos. Los que están dentro de su estancia familiar son los militantes del denominado campo popular.
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Más allá de la postal de lucha por sus derechos que encarna el ex ministro de Mauricio Macri, muchos de los productores que marcharon hasta acá no le tienen demasiada simpatía y lo dicen a viva voz cuando alguien se los pregunta. Es otra cosa lo que los mueve, no necesariamente la empatía con esta familia. Es el temor a que después de esta toma signa más, y nadie esté a salvo de este rapto repentino de una reforma agraria. Lo dice con todas las letras José Colombatto, el presidente de FARER, que agrupa a las rurales entrerrianas. Tienen temor en terminar como Venezuela o Cuba.
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Ante una pregunta de Bichos de Campo, Luis Miguel desmiente que esté sobreactuando las situaciones por interés de actuar en política. Pero en su discurso se ocupa de mencionar muy duramente la pasividad del gobernador Gustavo Bordet. Y por primera vez menciona a Cristina Kirchner. “No le tenemos miedo a Grabois. Tampoco le tenemos miedo a Cristina Kirchner”, enfatiza.
Aunque denuncian todos y todo el tiempo que la mano del gobierno está detrás de esta toma (de hecho hubo funcionarios participando en la defensa de los militantes que están dentro del predio, en todos los discursos se cuidaron de atacar la figura del presidente Alberto Fernández, quizás con la secreta esperanza de que reaccione e imponga cierta mesura y equilibrio, al menos entre sus funcionaria. La excepción fue Leonor de Etchevehere, la madre del ex ministro y de Dólores, quien ironizó justamente sobre la falta de definiciones respecto de la propiedad priovada por parte de Alberto, el gobernador Bordet y el ministro de Agricultura, Luis Basterra, el “de la colita”.
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Mientras los Etchevehere claman que resistirán en su improvisado campamento montado en el acceso mismo al lugar ocupado, y hay militantes de Grabosi que “usan nuestros baños” dentro del coqueto casco de la estancia Casa Nueva; mientras la justicia abre una nueva instancia para discernir sobre este caso complicado, pues tiene ribetes de pelea familiar pero con alto voltaje político; los productores agropecuarios en buen número y bajo la lluvia mostraron su malestar con esta situación. Pero lo hicieron en paz. Del otro lado del candado que impide la entrada o salida de vehículos del lugar (salvo que lo permita el juez Flores), no había ninguno de los presuntos intrusores. Y eso ayudó a que la movilización transcurriera en paz.
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Pero la tensión volverá a renacer este lunes, porque el Proyecto Artigas anunció una movilización de los movimientos sociales que avalan esta toma frente a la Rural de Palermo, en Buenos Aires, pero también en Santa Elena, enfrente de la misma tranquera de acceso a la estancia bajo litigio, en la que este domingo se reunieron los productores. Los Etchevehere ya han avisado que estarán allí, acampando, que no se moverán mientras esperan que se vuelva a pronunciar la justicia, esta vez a su favor.