El Parlamento Europeo definió en las últimas horas una serie de medidas que podrían tener alto impacto en el negocio agrícola argentina de la próxima década. Por un lado ratificó la prohibición del herbicida glifosato para 2022. Por el otro, dio pasos para eliminar de la matriz energética europea los llamados “biocombustibles de 1° generación”, que son aquellos cuyo origen podría resultar una competencia para el mercado de alimentos. Allí ingresan el biodiésel de aceite de soja, y el bioetanol a partir de caña de azúcar o de maíz.
En concreto, sobre el mercado de los biocombustibles, los diputados de la Comisión de Medio Ambiente de la UE propusieron elevar los objetivos europeos en materia de energías renovables para 2030. En este esquema, la proporción de energía procedente de fuentes renovables, como la solar o la eólica, debería aportar por lo menos el 35% del consumo final bruto de energía en el viejo continente. Por el contrario, la presencia de biocombustibles debería achicarse.
El texto legislativo aprobado por esa comisión del Europarlamento forma parte de una reforma en curso a la directiva energética renovable, una pieza central de la política de energía y cambio climático de la UE. En ese texto original de 2009 se había fijado un objetivo del 20% de energías renovables para 2020. Ahora se propone prolongar esta política hasta 2030, elevando el objetivo al menos a 27% a nivel de la toda la UE y del 35% de participación en cada uno de los países.
A largo plazo, esta situación podría impactar en el comercio de biodiésel de la Argentina a la Unión Europea (UE), que se ha restablecido recientemente a partir de la reducción de aranceles de importación ordenado por la OMC. En rigor, el nuevo proyecto de ley del Paralamento Europeo establece que la proporción de biocombustibles “no debería ser más del 7% del consumo final de energía en el transporte por carretera y ferroviario”, siempre pensando en 2030.
Pero el dato clave es que “los eurodiputados proponen la eliminación de los biocombustibles de primera generación, basados en alimentos responsables de la deforestación, para el año 2030”. Aunque todavía no se menciona a la soja y los dedos acusadores apuntan sobre todo al biodiésel a partir de aceite de palma, que se planea eliminar de la matriz energética desde 2021, está claro que muy pronto se analizará el caso del principal cultivo de la Argentina.
“Estoy encantado de que el Parlamento exija que se ponga fin al uso del aceite de palma como biocombustible. No todos los biocombustibles tienen el mismo impacto medioambiental y la política de la UE debe hacer una mejor distinción entre buenos y malos. Los biocombustibles de cultivos forrajeros terminan desplazando a la producción de alimentos y tienen un impacto climático negativo que a veces incluso excede las emisiones de combustibles fósiles”, explicó el eurodiputado principal Bas Eickhout, de los Verdes. El proyecto fue aprobado por 32 votos contra 29 y 4 abstenciones.
El PE apoyó el martes la prohibición total de los herbicidas a base de glifosato a partir de diciembre de 2022, con restricciones inmediatas en su utilización.
El Parlamento rechazó la propuesta de la Comisión Europea de renovar la licencia de uso del controvertido herbicida 10 años más. Los eurodiputados reclaman medidas para la eliminación gradual de esta sustancia, empezando por una prohibición completa de su uso doméstico y por vetar su utilización en agricultura cuando otras alternativas ecológicas (como los “sistemas integrados de gestión de plagas”) sean suficientes para el control necesario de las malas hierbas.
Por otro lado, el Europarlamento estableció que el uso del glifosato, el herbicida más utilizado en la Argentina, debería quedar totalmente prohibido en la UE a partir del 15 de diciembre de 2022.
La resolución es no vinculante. es decir que no es de obligatorio cumplimiento por la Comisión Europea, que debe definir si prorroga los permisos para el uso de ese herbicida en las próximas horas. Si fuera por los legisladores europeos, no habría changuí. La prohibición desde 2022 se aprobó con 355 votos a favor, 204 en contra y 111 abstenciones.
Una iniciativa ciudadana para prohibir el herbicida recabó más de un millón de firmas en menos de un año y ha logrado que se organice una audiencia pública en el Parlamento en noviembre.
Con menor impacto, en la sesión plenaria del martes el Parlamento de la UE aprobó otro proyecto para impulsar el mercado de fertilizantes producidos a partir de materiales orgánicos o reciclados. Sucede que la actual normativa europea sobre fertilizantes abarcaba principalmente los fertilizantes convencionales, extraídos de minas o producidos químicamente, cada vez más criticados en el viejo continente por su impacto ambiental.
La nueva normativa impulsa el uso de materiales reciclados para la producción de fertilizantes a partir del reciclaje de otros productos para así reducir la dependencia de nutrientes importados de terceros países. Además establece criterios comunes de calidad, seguridad y medioambientales para los fertilizantes con el marcado CE (aquellos que pueden ser comercializados en todo el mercado único europeo) y fija requisitos más claros sobre etiquetado,
Es una guerra comercial y peligrosa por que el glifosato (de muy baja toxicidad comprobada) va a ser reemplazado por productos mas contaminantes para el medio ambiente y muy probablemente de origen frances.