Adecoagro es una gran empresa agropecuaria con base en Argentina, que tiene también actividades en Uruguay y Brasil. Maneja 250 mil hectáreas propias y produce casi 2 millones de toneladas de granos. Pero además tiene una gran participación en el negocio lechero, en el cual incluso ha comprado activos de SanCor. En esta última actividad está por hacer capote, pues pronto venderá sus primeros bonos de carbono. Esta es toda una novedad en el país, y se trata de un negocio ambiental que puede traer rédito económico a quienes mitiguen las emisiones de gases.
La empresa cuenta con tambos estabulados muy grandes y modernos en Cristophersen, en el sur de Santa Fe. Allí además desarrollaron un gran biodigestor a fines de 2017, para transformar el estiércol de las 13 mil vacas que tienen en ordeñe, en energía renovable que se usa en el lugar, y que incluso puede ser inyectada a la red nacional. De ese proceso también sale un biofertilizante, que pueda ayudar a desarrollar los granos que utilizan en el balanceado de las vacas.
“Es un modelo de producción circular que arranca desde la producción primaria de forrajes. Ese alimento se lo damos a nuestras vacas, y estas producen leche y generan efluentes, los cuales son procesados dentro del biodigestor, para generar energía y un subproducto que es un biofertilizante que aplicamos a nuestros campos y que fertiliza nuestros cultivos”, explicó a Bichos de Campo Lisandro Ferrer, responsable de proyectos industriales de Adecoagro. Los efluentes dejan de ser un problema y pasan a ser un subproducto más para la empresa.
Mirá la entrevista completa a Lisandro Ferrer:
“Esto siempre fue pensado como un modelo integrado. Desde que empezamos a intensificar la producción, siempre estuvo presente este biodigestor. Y fue mucho más viable cuando fuimos participes del Renovar I, que es una programa de energía renovable por parte del Estado”, contó el ingeniero responsable del proyecto.
Ferrer, que trabaja en Adecoagro desde hace 12 años, explicó que esta ventaja de transformación de biogás y de biofertilizante que les permite el biodigestor, les ayuda a llegar a otro mercado, el de bonos de carbono. Se trata de un proceso del cual ahora hablan muchos. A Adecoagro le llevó mucho tiempo.
“Primero planteamos un escenario base para explicar cómo estábamos antes de este proyecto y cuántas toneladas de dióxido de carbono generábamos y emitíamos al ambiente. Este proceso de descripción del proyecto y marco teórico nos llevó casi dos años. Merece ser detallado y claro, auditable y medible, porque al final de la historia eso tendrá un rédito económico”, describió Ferrer.
La segunda etapa, según manifestó el ingeniero civil, fue la de pre-validación. “Consiste en llamar a una consultora externa -en nuestro caso llamamos a una de España-, la cual nos define si con nuestro proyecto es posible generar bonos de carbono para comercializar”.
“Si esa pre-validación es positiva, se pasa a una tercera etapa, ya de validación, donde se pone el sello verde y se establece que el proyecto genera realmente bonos de carbono”, declaró.
Luego llega una cuarta etapa, la de registro, donde se establece cuántos bonos de carbono registra el proyecto en un año a partir de haber efectuado el balance entre emisiones y capturas. “En nuestro caso, todas esas etapas fueron positivas, y hoy tenemos 17.500 toneladas de bonos de carbono anuales equivalentes a dióxido de carbono”, resaltó el responsable de proyectos industriales de Adecoagro.
“Hay una serie de auditores y consultoras que te van acompañando a lo largo de este registro, y con una validación correcta, todas esas etapas le dan marco físico y real a tu proyecto. Por eso es tan importante seguir los pasos. Lleva tiempo, pero con un proyecto viable se puede alcanzar la meta”, afirmó.
Una vez que se obtiene la validación del registro de generación de esas toneladas de bonos de carbono, Ferrer manifestó que “lo que le sigue es una etapa de monitoreo, donde, durante un año, se chequea que realmente se produzcan esas toneladas de bonos de carbono”.
Para vender bonos de carbono, Ferrer explicó que se lo puede hacer accediendo, a un mercado regulado o bien a uno voluntario. “El regulado es similar en funcionamiento al de una bolsa de comercio, el cual compra y vende bonos. Nosotros no pudimos, en su momento, acceder a ese mercado, porque para entrar necesitábamos una carta de aprobación por parte del Estado argentino, y en esa época no estaba dándolas, por ende no podíamos registrar nuestro proyecto como verde”, dijo.
Entonces, Adecoagro decidió ir al mercado voluntario, donde la comercialización se arregla entre privados. Allí una empresa puede vender los bonos que quiera, y otra empresa que desee reducir los bonos o tener un impacto social positivo, los compra.
“Ya vamos por el tercer año y todavía no vendimos, pero en caso de querer hacerlo, tenemos que hacer el monitoreo de esos bonos, y una verificación final donde se venden”, aclaró. Un bono cuesta entre 3 y 6 dólares. Es un valor de mercado. De esta forma, dependiendo qué valor prime en el momento de venta, Adecoagro podría facturar entre 52.500 y 105.000 dólares por la venta de sus 17.500 toneladas de bonos de carbono.