Federico Cola es productor de la zona de Río Cuarto, en el centro sur de Córdoba Es un defensor a ultranza del agregado de valor en origen del maíz que produce. Por eso no se alegra de que la Argentina exporte la mayor parte del maíz que se cosecha. “Eso no tiene sentido, ya que tenemos todas las condiciones para procesarlo y transformarlo en carne, en bioetanol y también en energía, pudiendo producir biogás”, le dice a Bichos de Campo desde su oficina móvil, la cabina de su camioneta.
Cola, que es miembro del grupo CREA Carnerillo, trabaja en una empresa familiar agropecuaria que hace ganadería en San Luis y agricultura en Córdoba. Fue uno de los productores que impulsó desde su origen el proyecto de la empresa Bio4, la primera planta para transformar los granos de maíz en bioetanol y burlanda. Con el primer producto se corta en una proporción del 12% las naftas. El segundo subproducto es muy demandado para alimentación animal.
“Hace 8 años que Bio4 produce en Río Cuarto, pero ahora está con una capacidad ociosa del 70%”, se lamentó el productor, quien afirmó que “el etanol es una pata más del negocio”.
Para Federico, “la clave está en mirar esto como una cadena de valor. A mi, como productor de maíz, me interesa que haya muchas más Bio4, y muchas granjas de cerdo, pollo y feedlots, para que cobre sentido la producción de maíz. Lo ideal es que se transforme esa materia prima, directamente en el lugar donde se produce, más que convertirse en flete”, resaltó.
Mirá la entrevista a Federico Cola:
Para Cola, esta situación de no aprovechar la transformación del maíz en origen, “nos condena a jugar siempre en el ascenso. Estamos en un club de barra bravas peleando por ese ascenso. Tenemos superficie y condiciones como si fuesemos el Bernabéu, y lo estamos aprovechando con un picado entre amigos y con reglas de barrio. Ese es el problema crucial de producción que tenemos hoy”.
El poder vender su maíz a una empresa como Bio4, le da a Cola un beneficio, ya que se ahorra el flete por mandar su maíz sin procesar a un puerto del Gran Rosario, desde donde se exporta el grano. “Me da una ventaja competitiva el hecho de que Bio4 esté en la zona donde producimos. Cuando pensás en el volumen de plata en flete, esto se vuelve un ahorro importante que suma al margen bruto de la hectárea de maíz”, manifestó.
Para el productor, se trata, en definitiva, de tener muchas bocas abiertas para evitar mandar el maiz afuera y que el agregado de valor lo hagan otros países. “Incluso, estos desarrollos tienen mucho sentido por cuestiones sociales e impositivas. Es una cadena de valor que se sinergiza. Estas empresas como Bio4, instaladas en el interior del país, generan puestos de trabajo directos. Por eso tenemos un problema y una oportunidad al mismo tiempo, lo cual debe resolverse en la cadena de valor del maíz”, expresó.
La clave es, según Cola, “que la cadena tenga una visión transformadora, con muchas industrias asociadas del conocimiento, ya que con los granos no sólo se hacen alimentos, sino que también se puede contribuir a esa industria, para lo cual debe haber más startups tecnológicas que piensen en estas transformaciones, y que aporten soluciones para que el negocio sea sustentable no sólo hoy, sino también mañana, pasado y en el largo plazo”.
“Muchos modelos apuestan a esta revolución del conocimiento. Big data, inteligencia artificial, drones, todo eso que está llegando tibiamente al campo, y que debe llegar de forma más importante, para que genere mayor mano de obra e integración con la ciudad. Son formas de achicar las grietas”, agregó.
Para el prodcutor, poder ejercer este efecto transformador en origen también es una forma de integrar a toda esa camada de jóvenes que están ingresando a la producción. “De la mano de la tecnología hay montones de cosas para hacer, y esto es algo que ya está pasando en el primer mundo. Si sólo nos quedamos con dos productos, quedaremos rezagados. Ya pasó la ola del maíz y de la soja RR. Ahora tenemos que agregarle más cosas”, concluyó.