En la columna semanal que hace Matías, en el programa “¿Y ahora, quién podrá ayudarnos?” de Ernesto Tenembaum en Radio Con Vos, el diálogo entre ambos tratando de explicar el intenso rechazo del sector hacia el proyecto de expropiación de la aceitera Vicentin lleva a pensar en la verdadera discusión, que es la alta desconfianza que existe en el sector agropecuario hacia el gobierno y la política en general.
🎙️ AHORA | Ya está el columnista agropecuario de #YAQPA @matiaslongoni para conversar sobre las repercusiones de la intervención de Vicentín pic.twitter.com/Gt2nb0STKt
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Ernesto le pregunta a Matías por qué él percibe “desde los sectores agropecuarios, cierta sensación de que vuelve la 125”; y Matías afirma que, desde que se inició la discusión sobre Vicentín, “los productores no están de humor”, porque ven “la presencia inquietante de Cristina Kirchner, o a La Cámpora, detrás del proyecto de expropiación, como una avanzada de la idea del ‘Vamos por todo’”.
“No solo por una avanzada sobre la propiedad privada, o el avasallamiento de los tres poderes, quizás figuras más metafóricas por ahora. Pero sí existe una crispación. Yo veo a los productores muy pendientes de lo que sucede porque además se están dando una serie de situaciones en el sector agropecuario, que no ayudan a morigerar el clima y los discursos”, añade.
Se refiere Matías a “toda una serie de atentados a los silobolsa, que no son accidentes sino que uno los percibe como incidentes, más vinculados quizás a actos de inseguridad o a provocación; o los casos de incendios, donde también hay muchas sospechas de que alguien los hace y que después le echan culpas al sector”.
Longoni concluye en que “no hay un buen marco para sentarse a discutir el tema Vicentin civilizadamente”.
Escuchá la conversación entre Ernesto Tenembaum y Matías Longoni:
El diálogo continúa. Ernesto le pregunta a Matías si como periodista especializado en agro ve matices o distintas voces hacia dentro del sector respecto del caso Vicentin. Longoni le explica que, salvando raras excepciones, dentro del agro la posición es bastante homogénea, de fuerte rechazo.
Luego afirma algo que está observando desde que empezó la discusión. “El proyecto (por el plan de “nacionalizar” la empresa) no tiene mucho futuro porque de un lado están los que quieren intervenir y expropiar que son en general un público más urbano, que puede tener muy buenas intenciones, pero que no entiende nada como funciona el negocio de la soja. Y del otro lado, hay un abroquelamiento de un montón de instituciones y productores que si entienden del negocio de la soja y están en contra de la expropiación. Ningún proyecto para Vicentin puede ser viable y salir bien si no se hace con el consenso de los productores”.
Ernesto recuerda que una de las notas que más le impactó, cuando cubría la crisis por La Resolución 125 fue con Jorge Busti, quién fuera gobernador de Entre Ríos, que venía de una militancia en la Juventud Peronista y en Montoneros, y supo en algún momento “lograr que los productores agropecuarios le entiendan y él entender a los productores de su provincia, y así poder hacer una política conjunta y tener una provincia unida”.
“Eso mismo le recomendaba Busti a Néstor Kirchner en aquél tiempo de la pelea con el campo”. Desde allí, Tenembaun le pregunta a Matías qué debería hacer un presidente, sea Alberto o cualquier otro, para convencer al agro, de lo que fuera sin que le “sospechen todo”.
En la respuesta de Matías quizás se encuentre el problema medular que envuelve toda la desconfianza de estas últimas décadas entre productores y los distintos gobiernos. “Hay que revisar la política agropecuaria de la Argentina, que es un caso paradojal a nivel global. Argentina, y esto está medido por la OCDE, por el Banco Mundial, por el BID, es uno de los pocos países del mundo que extrae más recursos de su sector productivo para su sector público. Los productores subsidian a los burócratas del Estado, desde hace mucho tiempo, por una serie de impuestos, entre ellos las retenciones”.
En cambio, “en la mayoría de los países los gobiernos otorgan desde el sector público, subsidios, compensaciones, y programas de fomento hacia su sector rural, porque hay un fenómeno mundial -y en Argentina está más acentuado-, hacia la concentración”.
“La política en general no hace nada para torcer un derrotero que implica que la Argentina sea un país bastante enfermo, donde el 93% de la población prefiere vivir en las ciudades, porque es mucho más sano que vivir en el ámbito rural”,m añade el periodista.
Matías cree que en el fondo la desconfianza de los productores se basa en que “la política tiene una deuda pendiente con discutir en serio medidas para contener a la gente viviendo en el ámbito rural. No hay caminos, no hay comunicación, no hay Internet, salís y a 50 kilómetros de la ciudad no hay señal de celular, las escuelas se van desmantelando”.
“Hay una política impositiva muy regresiva que extrae recursos del medio rural, creyendo que son todos ricos, millonarios, oligarcas, para subsidiar bolsones de pobreza en el sector urbano. Y esa es la madre de las discusiones en el sector agropecuario en la Argentina”, explica el editor de Bichos de Campo.
“Podemos discutir cualquier situación, Vicentin o lo que sea, y en realidad va saltar esto, los gringos se sienten unos parias, abandonados, en Argentina, porque le sacan muchos recursos y no les vuelve nada. Que encima los demonizan con cuestiones ambientales. Entonces, por eso reaccionan cómo reaccionan. Por eso desconfían”.