No hay que dejarse engañar por los números en verde que muestra la primera medición del poder de compra de la yerba mate que lanzó Coninagro, en el marco del informe mensual que elabora el organismo y que mide la relación insumo-producto para la soja, maíz, trigo, ternero, novillito y la leche.
La última publicación incluye un nuevo producto, nada más ni nada menos que de una economía regional fuertemente golpeada por la desregulación del sector y la crisis en la que está inmersa hace no menos de dos años.
Por eso es pertinente la aclaración que hace el informe de Coninagro, pues en términos interanuales el poder de compra de la hoja verde -respecto al combustible, la mano de obra, y los fitosanitarios y fertilizantes-, arroja números positivos y muestra signos de mejora. Pero nada de eso se percibe en un análisis a largo plazo, en el que, con sólo comparar con los promedios históricos de los últimos 5 años, se ve con claridad la pérdida estructural de la competitividad en el sector, con un deterioro que desde la entidad estiman de alrededor del 40%.

El análisis insumo-producto toma como referencia los precios de venta de la materia prima y de compra capital de trabajo, entre lo que se incluye a los insumos pero también el empleo de los trabajadores. Mensualmente, este informe publicado por Coninagro permite conocer en qué estado se encuentra la competitividad de la actividad, cuál es el costo de invertir para producir y cuánto margen queda al productor.
En el caso de la yerba mate, como no podía ser de otro modo, los análisis dan cuenta de la crisis en la que está sumida el sector, que tiene como punta de lanza el desmembramiento del INYM y la quiebra de colonos, que además se ve reflejada en los problemas financieros que arrojan muchas cooperativas.
“Una mejora interanual que no alcanza”, expresa el informe completo al referirse al caso específico del sector yerbatero, que advierte que, si los datos del 2025 son buenos es porque la base de comparación es el 2024, “un año para el olvido” en la actividad.
En ese sentido, en términos interanuales, la relación gasoil/yerba presenta una mejora del 40%, ya que actualmente se requieren 5 kilos de hoja verde para pagar un litro de gasoil, cuando un año atrás se necesitaban 8. En el caso de los costos laborales, la mejora es del 26%, ya que en noviembre de 2025 se requirieron 2,3 toneladas de hoja verde para afrontar el pago de salario mensual del peón yerbatero, frente a las 3,1 toneladas necesarias un año atrás.
Las mejoras también alcanzan al poder de compra de fitosanitarios y fertilizantes, que creció un 30% y 20%, respectivamente.
Por el contrario, si el análisis se amplía a los últimos 5 años, el poder de compra de la yerba mate muestra un deterioro acumulado cercano al 40% en términos reales, con retracciones en prácticamente todos los ámbitos.
En el caso del empleo, entre 2020 y 2025 el poder de compra de la yerba mate cayó un 43%. En transporte, la relación histórica indica una pérdida del 34%, mientras que frente a fertilizantes la caída alcanza el 36%. La única mejora en el período se observó respecto al glifosato, que fue del 12%.
“Lejos de una recuperación sólida, el sector continúa deteriorado”, asegura la entidad, que puso particularmente la lupa en el precio que el colono percibe por su producción. Durante 2025, en promedio, la hoja verde se pagó entre 250 y 280 pesos por kilo, valores que se ubicaron más de un 30% por debajo de lo estipulado por el INYM.
En su última actualización de costos -con fecha de octubre- el organismo estableció el precio del kilo en 424 pesos, pero son valores que, con un organismo prácticamente vaciados de funciones, no hacen ya mella en el sector productivo. El resultado de esa liberalización está a la vista en los números en rojo que arroja la actividad.




