“Son esos golpes que te hacen revisar todas las prioridades en la vida. A mí me gustaba tener todo programado, a tal punto que disfrutaba del futuro. Me pasó esto y sentí que la vida te pega unos golpes tan grandes que está bueno disfrutar el momento. Me cambió fuertemente la vida y creo que soy un tipo mucho más feliz, no por cómo está Cata sino feliz porque empecé a valorar las cosas. Creo que soy una mucho mejor versión de Cristian que si no hubiera pasado todo esto. Lamentable pero es así”.
La reflexión a corazón abierto le pertenece a Cristian Feldkamp, director ejecutivo de AACREA. Fue durante un capítulo de El podcast de tu vida (el 81 emitido en septiembre de 2023) y eso que relata que le cambió la vida para siempre es cuando una de sus hijas trillizas, producto de complicaciones, quedó con una Encefalopatía Crónica No Evolutiva (ECNE, una lesión en el cerebro de pacientes pediátricos).

Feldkamp es ingeniero agrónomo, sus hijas se llaman María Asunción, María Catalina, y María Consuelo, y su mujer Soledad. Ha desandado un nutrido camino dentro de la profesión, gran parte en AACREA. Se ha especializado en la visión sistémica de la producción animal, particularmente interesado en la aplicación de esa visión a la toma de decisiones empresariales y dirigenciales, públicos y privados.
También cuenta de sus aprendizajes viviendo en Berlín mientras hacía un doctorado y, como siempre, de pasiones más allá del campo: series, viajes, hobbies, entre otros.

-¿Cómo fue tu infancia? ¿Qué hacían tus viejos?
-Somos de Gualeguaychú. Mamá, escribana. Papá estudió abogacía pero no terminó. Familia de campo. Mamá recibió un pedazo de campo que administró mi viejo hasta hace unos años, cuando ya había pasado los 80. Tuve una infancia feliz. De pueblo y de campo. Todo el verano en el campo.
-¿Cuántos hermanos son?
-Somos 4. Yo soy el menor. Siempre fui bastante nerd, lector (se ríe)… ojo, me gusta la naturaleza, pero cuando miro para atrás, a los 7-10 años me siento muy nerd. En el campo la electricidad llegó hace poco. Hasta hace unos años teníamos un grupo electrógeno, un lister, que es un parto… Todos los que lo tuvimos de chicos estamos marcados por el ruido de ese motor. Y todos tenemos historias de encenderlo a manijazos para tres horas de luz.

-¿Y lo de lector de dónde viene?
-Mi viejo siempre compró muchos libros. Y estaban en casa. El decía que los compraba para que en algún momento nos tropezáramos con los libros. Y en mi caso fue así.
-¿Y deportes hiciste en esa época?
-No, malísimo. Entre nerd y vago. Muy diferente de mi primo, el famoso, Darío Colombatto, gran deportista. (N de la R: Colombatto, agrónomo, también fue protagonista de El podcast de tu vida).
-¿Tenés algún otro recuerdo de esa infancia campera? Olores, sabores…
-Olores que me transportan a ese momento, es a querosene, de las lamparitas. El olor del café con leche a la mañana. Leche recién ordeñada y hervida.

-¿Y agronomía? ¿Por qué? ¿Era tu plan A? ¿Tenías un plan B?
-Yo en mi “nerdismo”, siempre fui un tipo de pensar muchos años para adelante. Por eso, creo que entré en primer año del secundario y sabía que me iba a ir a estudiar agronomía. Me interesaba saber más del funcionamiento de las plantas y los animales.
-Después de la universidad te fuiste a Alemania.
-Me fui a Berlín en septiembre de 1999 y volví en julio de 2004. Me fui para hacer una maestría de dos años, enfocada en sistemas productivos, tenía mucho de economía, política y esas cosas. Y al poco tiempo de estar en la maestría un profesor me invita a pasar al doctorado con una beca, y me metí. Yo no puedo parar de recomendar a la gente que se vaya a hacer una experiencia de más de un año al exterior.

-¿Y por qué Alemania? ¿qué te quedó de la experiencia?
-Elegí Alemania porque fue el único lugar donde tenían esa mirada integral que yo buscaba de los sistemas productivos. Hacía diez años había caído el muro de Berlín. Viví de los dos lados de Berlín, compartí el departamento y tuve compañeros que habían crecido a los dos lados del muro (N de la R: El Muro de Berlín fue una barrera física construida en 1961 hasta su caída en 1989, dividió la ciudad en dos y simbolizó la división ideológica entre el régimen comunista y el capitalista).
-¿Siempre te fuiste con la idea de volver?
-(Piensa) No. No me fui con la idea de volver, pero al poco tiempo de estar allá me di cuenta de que sí, que quería volver. Una de las primeras cosas que concluí fue que no me gustaría criar un hijo ahí. Ojo, funciona todo, está buenísimo, pero no. Y eso que, estábamos en 2001, 2002. Acá, crisis total. Mis hermanos, amigos, familia, y me decían ¡Conseguí trabajo allá, quédate y conseguinos a nosotros! Pero estando afuera te ayuda a poner en perspectiva muchas cosas. Después regresé varias veces y la verdad que me quedé contento con la decisión de haber ido y haberme vuelto.

-Tenés trillizas, una de ellas, Catalina, tiene ECNE (Encelopatía Crónica No Evolutiva), que es lo mismo que tiene mi hijo Donato. Quería preguntarte, ¿cómo te cambió tener una “Cata” en la vida?
-Las nenas nacieron en 2013 y Cata tuvo un problema inicial que no tuvo que ver con su ECNE posterior. Ella nació con un doble arco aórtico, que es loquísimo. La aorta en la semana quinta de gestación se dividió por alguna cuestión y envolvió a la tráquea. Al principio estaba todo bien, pero al tiempo empezó con problemas respiratorios y cuando la llevamos los médicos se dieron cuenta de que la tráquea se estaba comprimiendo por el crecimiento de la aorta. Y generaba un problema respiratorio. La solución era una operación. Después de la operación la tráquea quedó débil y le tuvieron que hacer una traqueostomía. Con eso anduvo perfecto. Fueron dos años, andaba muy bien. Y ya estábamos por cerrarle el tráqueo hasta que de un día para otro empezó a respirar muy mal. Descendía su saturación. Quedó en terapia intensiva entre dos y tres meses.

-¿Qué pasó ahí?
-Y ahí te cambia todo. Cata tuvo dos episodios de paros cardio respiratorios muy importantes. La rescataron a lo último. Perdió peso. Eso derivó en una ECNE en una nena que, más allá de la tráqueo, estaba perfecta, pero quedó con una discapacidad. Son esos golpes que te hacen revisar todas las prioridades en la vida. Yo te contaba que era de anticipar y tener todo programado. Me pasó esto y dije, está bueno planificar, pero la vida te pega unos golpes tan grandes que hay que saber disfrutar el momento. Yo disfrutaba el futuro, no el momento. Me cambió fuertemente la vida. También pones en contexto los dolores de los otros. Porque para nosotros, el dolor era máximo. Pero vimos cosas dentro de la terapia, de papás que la pasaban peor que nosotros. Chicos más grandes que fallecían adelante nuestro, con la familia destrozada. Uno siente que lleva la cruz más grande y no. Para cada uno, su dolor es el 100 por ciento del dolor. Y yo creo que soy un tipo mucho más feliz después de eso. No por cómo está Cata, aunque a ella la veo feliz. Sino porque empecé a valorar las cosas. Yo creo que soy una mucho mejor versión de Cristian que si no hubiera pasado todo esto. Lamentablemente, pero es así. Logré distinguir el aquí y ahora, de ser un irresponsable. Yo antes sentía que quien no programaba todo, y vivía el ahora, era irresponsable. Esto no es irresponsabilidad, esto es forzarme a disfrutar el día. Pasarla bien.

-¿Qué es lo que más te gusta de lo que hacés hoy?
-Yo soy un fanático de CREA. Para mí es una organización espectacular, única, la vocación que tiene, el propósito de transformación. Me motiva que tengo todo lo que pedí alguna vez para poder hacer. Si algo no pasa en CREA yo tengo responsabilidad. No se lo puedo endilgar a nadie.
-Y dentro de eso ¿Qué disfrutás más? ¿Cosas de campo? ¿La gestión?
-Un poco de todo. Pero en estos años me di cuenta de que hay dos cosas que me gustan mucho. Por un lado, ayudar a los equipos a tener su mejor versión, eso me pone re feliz. Y lo otro que me gusta mucho es estar pensando el futuro de la organización, el impacto positivo que podemos tener, y a partir de eso pensar cuál es el próximo paso que hay que dar para alcanzar ese futuro deseado. Ese ida y vuelta entre futuro y presente me encanta. Y disfruto “pelotearlo” con el equipo.

-Llegamos al pin-pong fuera del surco de este podcast, y lo primero es: ¿Tenés alguna actividad que te despeje la cabeza?
-Algo que aprendí a hacer cuando estoy llegando a casa, después de algo que me deja manija de trabajo, es a parar en la entrada al barrio en donde vivimos, dejar toda la mufa a 200 metros de casa. Porque me daba cuenta de que cuando entraba manija expresaba una mala onda tremenda. Otra cosa que hago es salir a caminar. Escucho algún podcast. Una hora caminando me renueva.
-A la hora de cocinar, ¿Cómo te va?
-Asado. Matambrito de cerdo me gusta mucho. Me gusta mucho hacer el bife ancho. Bien jugoso. Casi todos los domingos se hace asado en casa. Asique tengo buen entrenamiento.

-¿Una ciudad que hayas conocido y recomiendes?
-Berlín. Nos encantó la historia. Gran parte del siglo XX tuvo un rol enorme en esa ciudad. Lo mismo me pasa con Roma. Que no sé si viviría, pero me fascina estar caminando ver las ruinas que tienen 2000 años. Uff…
-¿Y algún lugar que no conozcas, pero te gustaría conocer?
-No he estado en Nueva Zelanda. Me gustaría. También parte de África, Kenia, Uganda, Tanzania. Conocer de primera mano cómo se vive en esos países y sus culturas.
-¿Qué elegís cuando mirás series o películas?
-Miro poco, pero me encantan las de acción. Bien pochocleras. Que no tenés que pensar nada.

-Dijiste que eras un gran lector de pibe. ¿Qué leés hoy?
-Siempre estoy leyendo dos o tres libros al mismo tiempo. Porque hay momentos para todo. Ahora estoy con tres libros, uno relacionado al trabajo, sobre inteligencia artificial. Otro que me regalaron que se llama “Entender a un elefante”, de Guadalupe Nogués. Y otro de Henry Kissinger, “Liderazgo”, que son descripciones de liderazgo de siete líderes mundiales.
-¿Algún superpoder que te gustaría tener?
-El superpoder de ponerme en buen estado físico… (se ríe). Me encantaría. Porque cómo cuesta perder unos kilos a esta edad… está dificilísimo.

-Si pudieses viajar en el tiempo. ¿A dónde irías?
-A algún momento histórico. Yo a mi abuelo paterno no lo conocí. Falleció cuando mi papá era joven. Y me hubiera gustado conocerlo cuando él era chico. Estuvo en la primera guerra mundial, en el frente ruso-alemán. Tenemos fotos de él vestido de soldado yendo a la guerra. Me gustaría estar ahí escuchando qué decían, qué hacían, cómo afrontaban ese desafío tremendo.
-Elegí un tema musical para cerrar la nota.
-Escucho desde Thalía a la opera. Me gusta casi toda la música, salvo algunas cosas border. Y tengo momentos. Pero elijo “Aprendiendo a volar”, de Pink Floyd. Es un tema que me pone mucho las pilas.






un regalo haberme cruzado con él.
nos divertimos. un crack