Con la llegada de los primeros días realmente calurosos, las plantas de interior empiezan a mostrar signos claros de estrés. El aire se seca con rapidez, el ambiente cambia de un momento a otro y el uso del aire acondicionado baja aún más la humedad. Hojas que se deshidratan, sustratos que se secan antes de tiempo y raíces que no logran recuperarse , esto es lo se observa en esta época del año.
En estos días, la clave no es regar más, sino regar mejor. Muchas personas riegan todos los días por precaución, pero lo fundamental es revisar el sustrato: si los primeros centímetros siguen húmedos, no hace falta agregar agua.
Como explican reiteradamente los especialistas de De Raiz, el riego más efectivo es el profundo, ese que llega a las raíces y drena por debajo. Los riegos pequeños y frecuentes solo humedecen la superficie, reducen el oxígeno en el sustrato y favorecen la aparición de hongos justo cuando la planta está más vulnerable.
La regla es simple: observar antes de regar. Si los primeros 2 o 3 centímetros están secos, recién ahí conviene hacerlo. Siempre con un riego profundo, preferentemente a la mañana, y evitando que quede agua en el plato.

La luz también se vuelve un factor determinante. El sol directo que entra por una ventana puede elevar notablemente la temperatura que recibe una planta. A veces basta con moverla unos centímetros hacia adentro o filtrar la luz con una cortina liviana para prevenir quemaduras. Las manchas marrones y secas en las hojas que miran al vidrio suelen indicar exceso de sol, no falta de riego.
Otro punto importante es la humedad ambiente, que cae de forma brusca con el calor y aún más con el aire acondicionado. Agrupar plantas para generar un microclima, usar bandejas con piedras y agua sin que la maceta toque el líquido, trasladarlas a un baño luminoso en días extremos o recurrir a un humidificador son prácticas simples y efectivas. Pulverizar al sol, en cambio, puede dañarlas. Aumentar la humedad del aire no implica regar más, sino ofrecerle a las hojas un entorno más amable.
El sustrato también influye en cómo atraviesan nuestras plantas el calor. Funcionan mejor las mezclas que drenan rápido pero retienen algo de humedad, como las que combinan turba o compost con perlita y fibra de coco. Revisar el tamaño de la maceta es clave: si es demasiado grande para la planta, el sustrato tardará más en secar y aumentará el riesgo de pudrición de raíces.

Pequeños ajustes hacen una gran diferencia: regar por la mañana, observar hojas y tallos para detectar estrés temprano, mojar la maceta por fuera para bajar la temperatura del sustrato y reubicar las especies sensibles en lugares más estables. En días de mucho calor conviene evitar fertilizar, trasplantar o realizar podas fuertes.
Cada tipo de planta responde de manera distinta. Las tropicales –monstera, philodendron, marantas o calatheas- necesitan buena humedad ambiente, riego moderado y luz filtrada. Las suculentas y cactus prefieren ambientes secos y riegos solo cuando la tierra está completamente seca. Las plantas con flor, como anturios, begonias u orquídeas, requieren luz brillante sin sol directo, humedad media y riegos controlados.
En De Raiz se pueden encontrar además recomendaciones para cuidar la huerta durante los días de calor intenso.





