La escuela agraria de Azul, ubicada en el centro de la provincia de Buenos Aires, se ha consolidado como un espacio importante para la formación práctica en actividades ganaderas y agrícolas. Desde su creación hace aproximadamente 11 años, la institución trabaja para brindar una educación que combine conocimientos teóricos con experiencia directa en el campo.
Actualmente, cuenta con cerca de 200 alumnos distribuidos entre primero a séptimo año, de los cuales muchos participan activamente -a modo de práctica- en el cuidado y preparación de animales para exposiciones y competencias rurales.
Facundo Oliva, docente e ingeniero agrónomo, contó que “uno de nuestros mayores logros fue conseguir donaciones de animales de cabañeros como Fernando Luis y Anita Luis, de la cabaña La Elisa, que confiaron en nuestro proyecto y nos entregaron ejemplares para que los estudiantes puedan aprender sobre manejo y genética”.
En concreto, la escuela trabaja con varias vacas Limangus y ejemplares Hereford, que se están preparando para eventos como la Exposición de Palermo. El trabajo con estos animales implica tareas diarias como bañarlos, peinarlos, cortarle el pelo y caminar con ellos en preparación para las exhibiciones.
Matías Oroquieta, alumno de 19 años en sexto año, afirmó: “Cuando se acerca la expo, empezamos con los baños, el peinado y las caminatas para que el animal esté en las mejores condiciones y tranquilo en la pista”. Además, explicó, “me hago cargo de una Hereford y en el día a día nos encargamos de alimentarla con pasto y alimento balanceado, para que llegue en las mejores condiciones a la exposición”.
El joven agregó que “esto me gusta mucho, porque todos los días aprendo algo nuevo y también me siento responsable de los animales”.

En su rutina, además de cuidar a la Hereford, realiza tareas como bañarla, cortarle el pelo y prepararla para que esté lista para competir. “Lo más importante es que el animal esté tranquilo y en las mejores condiciones, porque eso se nota en la pista”, dijo.
Facundo Oliva remarcó que “esto les enseña a los chicos que la ganadería no solo es cuidar animales, sino también entender la genética, el manejo responsable y respetuoso, y tener compromiso”.
Para los jóvenes, la práctica diaria en el cuidado animal es una experiencia que los motiva y les da un sentido de pertenencia. Matías expresó: “Me gusta mucho la escuela, todos los días tenemos algo para hacer y aprendemos haciendo, que es lo que más me gusta”.
Además de vacas, en la escuela de Azul trabajan con otras especies, como caballos criollos y cuarto de milla, ovejas, chivos, conejos, y pollos, entre otros. La variedad de animales permite a los estudiantes adquirir conocimientos en diferentes áreas del campo y experimentar en distintas disciplinas rurales.
El docente destaca que “esto genera en los chicos un compromiso y una responsabilidad que no se logra en una enseñanza tradicional, y los prepara para el mundo laboral». Por su parte, Matías remarcó que «me encanta estar en contacto con la naturaleza y saber que todos los días puedo aprender algo nuevo sobre el cuidado de los animales”.

El trabajo en la escuela permite también fortalecer valores como la paciencia y el respeto por los animales y el medio ambiente. Matías comentó: “Antes no me interesaba mucho el campo, pero ahora que estoy acá, veo lo importante que es el trabajo responsable y cómo eso puede cambiar tu forma de pensar”.
Oliva concluyó diciendo que “esta experiencia es muy gratificante, porque no solo enseñamos técnica, sino también valores y pasión por lo que hacemos. Nuestro objetivo es que los chicos puedan convertirse en futuros productores o profesionales del campo, con un sentido profundo de responsabilidad y amor por la naturaleza”.
			



