La principal fuente de trabajo e ingresos del médico veterinario Rogelio Allignani es un laboratorio que elabora fármacos y biológicos veterinarios en Santa Fe, con más de 25 años de experiencia en el mercado. Pero al menos una vez por mes, este profesional viaja cientos de kilómetros hasta la provincia de Catamarca, donde hace unos años compró una finca llamada El Pichanal. Allí se dedica, entre muchas otras pasiones, a la producción de llamas. No solo adora ese animal. También está convencido de que será uno de los motores del desarrollo para el Noroeste Argentino.
Ya hemos contado esa parte de la historia de este singular personaje del agro argentino en alguna nota anterior de Bichos de Campo. Pero lo que sucedió a principios de este mes es que Allignani organizó en esa finca, ubicada a las afueras de la ciudad de Santa María, en los valles calchaquíes, las primeras Jornadas Nacionales e Internacionales de Camelidos, además del primer remate oficial -con martillero y todos- de reproductores de llamas en esa región. Decenas de productores de ese tipo de camélidos, además de científicos de varios países, participaron de la iniciativa.
Curioso que alguien que tiene el futuro hecho ponga esfuerzo y dinero y se dedique a impulsar este tipo de cosas. De hecho, esta fue la primera reunión especializada en la producción de llamas que se realiza en mucho tiempo en la Argentina. Pero queda claro que, cuando habla de llamas, Allignani no mide sus esfuerzos. Hay algo detrás y eso fue lo que preguntamos en este entrevista con Bichos de Campo:
“Hay muchísimo por hacer. Nosotros en Argentina, en esta zona en particular, podríamos ser un productor muy importante de camélidos sudamericanos, pero tenemos que generar también mucho conocimiento. Por ejemplo, yo presenté un trabajo de lo que significan las carencias de vitaminas y oligoelementos en llamas y también presentamos un caso clínico de carencia de selenio y zinc. De todo eso hay muy poco desarrollado”, nos explicó el veterinario.
Allignani contó que -a pesar de ser la ganadería más antigua del continente americano- la producción de llamas presenta muchas deficiencias, especialmente en materia de reproducción. “Tenemos muchos casos de mortandad, que no se determinan ni se diagnostican”, lamentó.
En este sentido, es curioso el ímpetu que le puso Rogelio a reunir en medio de los valles calchaquíes a muchos científicos y profesionales dedicados a esta especie con los productores de a pie, que bajaron de sus localidades en la puna o los cerros para participar del evento.

-No les vas a enseñar a ellos a criar llamas. Pero da la sensación que falta dar un paso para profesionalizar un montón de cosas- apuntamos, luego de pasar varias horas presenciando esa curiosa jornada sobre camélidos.
-Yo creo que todos tenemos que aprender. La producción de camélidos está atrapada entre dos extremos. Uno es el extremo del cientificismo, digamos, porque hay muchas instituciones que trabajan sobre la llama, pero trabajan en investigación, en muchas cuestiones que no son el conocimiento básico que debe llegar al productor. Para que se entienda, hablamos de trasplante embrionario, de sexar embriones, un montón de cosas. Eso no llega nunca al productor. Pero, por el otro lado, estamos capturados también con una cuestión de conocimiento ancestral, aquel que los productores saben porque también tienen una cosmovisión de la llama.
Para Allignani está más que claro que “existe ese conocimiento ancestral, pero también existen muchas fallas y muchas cosas por mejorar”. Aunque reconoce la dificultad de llevar adelante esa tarea.
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“En este congreso incorporamos por primera vez la visión antropológica de la situación. ¿Para qué? Porque acá, por ejemplo, tenemos al productor que dice: ‘Bueno, este año fue malo, perdimos muchas crías, pero la Pachamama está contenta, porque esos animales fueron una ofrenda’. Yo creo que eso es un error. Nosotros como profesionales tenemos que ir a transformar ese medio, porque sino no somos buenos profesionales”.
“Tenemos que ir a explicar que la Pachamama no está contenta, que la Pachamama está enojada. ¿Por qué? Porque esos animales se perdieron por desidia del productor, porque esas muertes se podrían haber evitado. Porque porque tenemos que tener un refugio adecuado para las épocas del frío. Si yo no tengo la protección suficiente, si no hago una distinto tipo de manejo, no es una casualidad que se mueran”, lamentó.
Para este profesional, lo que hay que hacer es animarse “a mirarnos al espejo, pero no para ver lo lindo sino para ver qué problemas hay realmente, qué es lo que no estamos haciendo bien”.

Allignani consideró que esta crítica también le cabe a la comunidad científica, política e institucional. “Acá hubo un Congreso Mundial sobre Camélidos en el año 2006, hace 19 años. Después se proyectaron infinidad de cosas, con plan y masterplan. Nada sirvió porque nada se terminó haciendo, y la producción de los camélidos en vez de estar mejor está peor. Entonces algo seguramente hicimos mal”, razonó.
Prosiguió con este razonamiento: “Lo que hicimos mal fue no no entender una realidad. Aquí hay que acercar una idiosincrasia a la ciencia”, insistió.
Allí entran a tallar sus dilemas como médico veterinario. “Una de las bases de la ciencia o del profesional es que cuando va a un medio tiene que transformarlo. Ese es un mandato. Si tuvo la suerte de ser profesional porque el Estado le pagó generalmente los estudios y porque una sociedad demanda eso. Ahora, si yo como profesional voy al medio y en vez de llevar transformación y mejoría al poco tiempo estoy absorbido por el medio, entonces, la cosa no va”.
“Mi padre, que trabajó mucho como farmacéutico todo lo que es veterinarios, decía que el veterinario se recibe y muchas veces va al medio. Allá en la zona de Santa Fe, donde tenemos mucho población de gringos, al poco tiempo ese veterinario, en vez de ir a transformar, ese medio lo absorbe”, recordó.
-Y termina haciendo los tactos sin guante…
-Se hace el gaucho, hablando como el gringo, agarrando a la vaca en un problema de parto y atando y tirando del ternero. No, no es así. Entonces, lógicamente, es muy difícil el progreso. Pero volviendo a lo que es la puna, la serranía, el veterinario tiene que ir a cambiar ese medio, animarse a que el productor le diga que no, discutir con el productor de buena onda, sobre las cuestiones ancestrales y las costumbres. Ni hablar de que hay que respetarlas. Pero hay cuestiones que se pueden remediar. Si hablamos de cobertizo para los animales, o de un sistema de manejo distinto, o de suplementar cuando no hay pasto. Planifiquemos un poquito esa reserva. Bueno, todas son cosas que se pueden mejorar y debemos hacerlo.
-¿Cómo son los indicadores productivos actuales en los camélidos?
-Tenemos un índice de destete, en rodeos generales de llamas, que no supera el 22 o 22%. Los índices de reproducción de maltonas (el animal que no ha llegado a la madurez sexual) también son extremadamente bajos. Y ni hablar de los índices de pariciones, pues hay una mortandad elevadísima de periparto. Bueno, en definitiva cuando tenés cien madres, obtenés entre 10 o 15 tekes.

-Ahí está la la contrariedad, ¿no? Porque por un lado hay un sector con mucha potencialidad, que podría aportar recursos y desarrollo a una región, pero no podés mejorar esos indicadores y, por tanto, la rentabilidad es mala.
-Claro. Y entonces, ¿qué tenés? Tenés una población que esté insatisfecha con la producción, con jóvenes que migran. Después tenés despoblamiento del campo, porque quién se va a quedar en un campo donde no tenés posibilidad de desarrollo. Es decir, el productor tiene que vivir bien, pero también tiene que saber que para eso hay que hacer cosas, no viene de la nada, del arriba,
-¿Considerás que llama tiene un gran potencial si hiciéramos las cosas bien?
-Yo creo que sí, claro. Primero porque la llama se adapta a toda esta zona y es una carne excelente, que está siendo demandada y podemos salir a ofrecerla con muy buena perspectiva. Pero lógico, esto es una sábana corta: queremos salir a ofrecer y no tenemos producción suficiente. Entonces ahí nos empantanamos.
-¿Y cómo ves el futuro?
-Podríamos exportar carne de llama, pero no ahora. Nos faltan quince años de desarrollo para exportar. Hoy si exportamos es como firmar el acta de defunción de la producción, porque a los tres meses no tenés más animales. Entonces eso no va tampoco. Acá hay que ponerse a trabajar, hay que hacer un plan serio y no para la tribuna.





