La Cooperativa Agrícola Colonia Liebig es conocida en todo el país por uno de sus productos estrella, la yerba Playadito. Y es que, además de que integra las cadenas forestal, agrícola y ganadera, la actividad yerbatera es la más importante de esta entidad, que es actualmente la única cooperativa abocada a ella en Corrientes y la mayor productora, por encima de las empresas privadas.
Actualmente, tiene unos 135 asociados, con un promedio de 150 hectáreas cada uno. En tamaño, eso es notablemente superior a lo que suele tener un colono de la provincia vecina de Misiones, donde es más común trabajar en campos de hasta 5 hectáreas. Pero, a pesar de esa diferencia de escala, el asociativismo sigue resultando atractivo como medio de subsistencia y como apoyo para producir.
“Nuestra cooperativa es un soporte clave”, señaló una de las socias de Liebig, Micaela Staciuk. En su caso, lo vivió en primera persona, porque pertenece a una familia de pequeños productores que pudo sobrevivir a las crisis yerbateras y, además, expandirse, gracias al trabajo en conjunto.
Es que, además de mejorar las condiciones de comercialización de los productores, que se aseguran un mejor precio y negocian en conjunto en vez de enviar unas pocas toneladas en solitario a un secadero, la cooperativa suele ser un auxilio en materia de financiamiento y agregado de valor.
Sin ir más lejos, Staciuk asegura que, desde hace ya un año, Liebig “es la primera en el ranking de ventas”, lo que les permite tener mayor espalda para diversificar el portfolio de productos y acceder a más mercados. Para poder cubrir la alta demanda, deben incluso comprar hoja verde a productores externos a la cooperativa.
Mirá la entrevista completa:
A nivel local, y por fuera únicamente de la actividad yerbatera, contar con una cooperativa de ese tamaño e importancia en algún sentido “derrama” positivamente sobre el resto de la comunidad, ya que hay muchas otras actividades y sectores que son subsidiarios y se alimentan de ello.
“Hay muchos jóvenes que se fueron a estudiar y vinieron de vuelta al pueblo a seguir construyendo en la cooperativa. Es una gran ayuda a la sociedad, muchas familias viven del sector cooperativo”, señala Staciuk, que celebra el modo en que se construye así arraigo en el interior productivo y lejos de los grandes centros urbanos.