Hace unos pocos días, René Chaile se bajó del avión y regresó a Rodeo Gerván, el pequeño pueblo del departamento de Belén, en Catamarca, de donde es oriundo. Dejó atrás el mundial de atletismo en España y volvió a trabajar en el campo -donde pastorea ovejas y cabras desde muy chiquito-, con la certeza de que había cumplido un sueño y de que el futuro por delante es muy promisorio.
René conoció el “running” de muy chico, cuando en el colegio primario un profesor de educación física vio sus cualidades y lo instó a entrenar. Las vicisitudes de la vida no le permitieron terminar el secundario, pero nunca abandonó su pasión por el atletismo y, en particular, por el Trail Run, una disciplina que combina la alta montaña y los terrenos sinuosos.
Pero cumplir su sueño no le fue nada sencillo, no tanto desde lo deportivo, un aspecto en el que siempre destacó, sino más bien por lo que le sucedió por fuera de ello: llegó a quedar varado en un aeropuerto, estuvo a punto de perderse la chance por un problema en su pasaporte y tuvo que reunir fondos 2 veces para poder llegar.
En diálogo con Bichos de Campo este joven pastor y atleta, de sólo 19 años, repasó esa curiosa historia que tuvo, finalmente, un final feliz.
“Yo cuento con ventaja para esta disciplina”, explica René, acostumbrado por demás a ejercitarse en la altura y recorrer la montaña con los animales. Parte de ese entrenamiento, incluso, lo forjó desde chico, pues a diario debía caminar 2 horas -1 de ida y otra de vuelta- para poder ir a clases.
Es un potencial que podría haber quedado inexplorado si no hubiese sido por su dedicación y el acompañamiento de su profesora, Eliana Aybar, quien lo motivó a competir en todo el país y lo entrenó para clasificarse al mundial celebrado en España.
Asturias fue el segundo destino más lejano al que llegó. El primero fue la ciudad de Rosario, a la que conoció gracias a que participó allí de una competencia. En eso también el deporte le ha hecho cumplir sueños, como lo es el de viajar por el país y el mundo.
Tras la clasificación en Altas Cumbres, Córdoba, en febrero, René tuvo que alistar junto a su profesora todo lo necesario para poder viajar a España y vestir los colores celeste y blanco. Una de las aristas más importantes era el financiamiento, por lo que hicieron rifas y pidieron ayuda a los funcionarios. En agosto, la provincia les dio el apoyo necesario y armaron el vuelo con escalas en Brasil y Marruecos antes de llegar a Madrid, la forma que encontraron de ahorrar costos y hacer rendir los fondos conseguidos.
Hasta ahí, todo marchaba perfecto. O casi todo, porque previamente el joven ya había tenido que cambiar su pasaporte porque era parte de una partida deficiente que no servía para circular. Lo que no se esperaba era que, aún así, no lo dejaran entrar a Brasil y quedara a sólo un paso de perderse el mundial.
“Cuando fui a hacer el check-in en Brasil para salir a Marruecos, no me dejaban ingresar porque decían que el pasaporte estaba mal por unas manchas que tenía. Perdí el vuelo y tuve que dormir en el aeropuerto, que francamente no lo hice porque me preocupaba mi seguridad”, recordó René, que empezó así su viaje sólo y con el pie izquierdo.
La respuesta oficial tampoco fue favorable: le ofrecían un vuelo para 3 días más tarde, el 26 de septiembre, que no le servía porque no llegaba a competir. Fue entonces cuando su profesora le dio el apoyo que necesitaba. “La llamé y le dije que me quedaba sin mundial, pero ella me respondió que, o con ayuda del gobierno, o con dinero de su bolsillo, yo iba a viajar”, afirmó René, que no puede dejar de agradecer ese gesto.
Ese, y el de todas las demás personas que lo ayudaron, porque mientras volvía a Buenos Aires a hacer el reclamo en Migraciones y el Renaper junto a sus tíos, el intendente de Villa Vil, Ramón Gutiérrez, junto a la secretaría de Deportes de Catamarca ya respondían ya le daban el apoyo necesario para volver a viajar. En cuestión de horas, su sueño volvía a estar al alcance de la mano.
De la competencia, lo que puede decir es que fue “muy dura” por el tipo de camino que debían transitar y la cantidad de participantes, que llegaron desde más de 40 países. Para describir la experiencia, no tiene palabras, porque fue uno de los 3 argentinos que representaron a Argentina en la categoría U20, y llevó orgulloso la insignia de su pueblo, aquel en el que no viven más de 30 familias, pero donde tiene todo el cariño y la contención que necesita para soñar en grande.
“Aprendí que, con el tiempo, esos sueños se hacen realidad”, relata ahora René, a pocos días de haberse bajado del avión y de tomarse un micro de vuelta a Catamarca. Desde ya que el deporte seguirá siendo prioridad, porque ha demostrado ser muy bueno en eso, pero también tiene decidido que terminará el secundario.