Hace 30 años, Daniel Hugo Juodziukynas presentó la primera bomba exclusiva para la aviación agrícola, un proyecto personal al que se abocó por la experiencia previa que tenía en la industria. Ese hito fue el que cambió su trayectoria laboral para siempre, pues lo llevó a fundar su propia fábrica dedicada a los equipos para la aeroaplicación.
Para los conocedores del tema, la firma Tecmoliq es parte del adn de la actividad. Más allá de su producto estrella, que son las bombas centrífugas diseñadas para los fitosanitarios, desde su planta de Bernal sacan válvulas, equipos rotativos, aspersores y muchos otros implementos que son funcionales a todas las marcas de aviones agrícolas en el mercado.
“La verdad es que yo no conocía de aviación, conocía de bombas. Y me di cuenta de que muchos conceptos que son lógicos en las bombas industriales, fueron innovadores en las de aviación agrícola”, describió Daniel, al repasar su historia.
Lo cierto es que, previo a ingresar específicamente a la aeroaplicación, trabajó 14 años en el rubro de las bombas centrífugas, por lo que conocía muy de cerca sobre moldes, fundiciones y la mecánica que hace a esa pieza. El objetivo es que, en el aire, las hélices de la bomba se muevan y así logren la rotación necesaria para darle presión y circulación al líquido que luego sale por las válvulas.
“Lo que hacemos es lograr que el caldo se aplique correctamente”, explicó Daniel, que señala que “básicamente la bomba es la misma” que desde que empezaron, pues la funcionalidad no ha variado.
Además, el modo en que está diseñada la hace compatible con los aviones americanos o europeos que se importan, y ya hay marcas argentinas que la incorporan desde fábrica.
De su durabilidad, Juodziukynas puede acreditar varios ejemplos, porque en la misma fábrica de Teqmolic recibe los equipos para su mantenimiento. “Tengo bombas que hice hace 20 años y recién ahora aparecen para hacer reparaciones”, señaló.
En la aviación agrícola, sobre todo cuando se usan aviones pequeños, el peso y la aerodinámica son clave. Por eso, cada implemento es pensado acorde a ello. Hace un tiempo, en Bichos de Campo conocimos el caso de un fabricante de barras fuseladas que las diseña con una forma que ayuda a vencer la resistencia del viento y con el objetivo de que se rompan fácilmente si es necesario. En el caso de las bombas de Daniel, la clave está en el material.
Su elección es por el aluminio, que no asegura la durabilidad del acero pero sí es un material muy fiel si se le da el cuidado, limpieza y mantenimiento que requiere, más aún cuando se usan productos corrosivos.
Mirá la entrevista completa:
Aunque lleva una vida dedicándose a esto, Daniel no puede evitar sentirse orgulloso de su fábrica, de donde salen los productos que sobrevuelan los campos argentinos. “La aviación es un rubro que tiene mucho proceso técnico, no sale cualquiera a volar. Y el hecho de que sea un avión salga de fábrica homologado con nuestra bomba es muy bueno”, destacó.
Y rescató el intenso trabajo que se hace para que todo eso suceda: “Atrás hay mucho trabajo con moldes, modelos, fundición y matriceria. Esto no se puede ir a comprar a una ferretería para armarlo”.