El titular de ARCA y principal artífice de las políticas agropecuarias del gobierno, Juan Pazo, salió como nunca a hablar con los medios, tratando de llevar calmar a los productores tras el operativo “Retención 0%” que armó Economía junto a las grandes cerealeras.
Luego del anuncio el lunes de esa medida, las agroexportadores en dos días de esta semana (martes y miércoles) presentaron DJVE (declaraciones juradas de exportación) a tasa 0% de retenciones por los 7.000 millones de dólares que necesitaba el gobierno de Milei para llegar con el dólar calmo hasta las elecciones. Luego de eso, ARCA cerró ese registro (que inicialmente iba a durar hasta el 31 de octubre) y las retenciones volvieron a sus niveles previos. Muy pocos productores pudieron, en medio de ese vértigo, aprovechar una circunstancial mejora de los valores.
Los 7.000 millones de dólares declarados por las exportadoras entre martes y miércoles (cuando rigió la retención 0%) equivalen a embarques por 19 millones de toneladas en los próximos meses. La Argentina produce 130 millones de toneladas y exporta por 100 millones. Es decir, que los exportadores no pagarán retenciones por cerca del 20% de sus operaciones de un año.
De esas 19 millones de toneladas hay 15 millones que corresponden al complejo sojero (poroto, aceite y harina). En números redondos, ese sector se paga en promedio una retención del 25% (26% en grano, 24,5% en subproductos) sobre el valor FOB (de exportación) fijado por la Secretaría de Agricultura. El viernes 19 ese valor para la soja Septiembre 2025 era de 412 dólares. El 25% de eso, que se descuenta por retenciones, era poco más de 100 dólares.
Esos 100 dólares por tonelada son los que debían pagarse teóricamente al productor si se aplicaba realmente la retención 0%. Eso hubiera implicado que martes y miércoles la soja debería haber incorporado esa mejora. Teóricamente, el adicional sumado al precio al productor debería haber sido de unos 150 mil pesos por tonelada (esos 100 dólares por 1.466 pesos a que cotizaba el dólar). Esto debería haber elevado el precio de la soja del viernes 19, que era de 440.000 pesos por tonelada, a no menos de 590 mil pesos.
Casi nadie vio, esta semana, esos precios. Juan Pazo ahora declara que “mejoraron 15% los precios en dólares pagados al productor”. Pero según la medición del propio Estado (mediante el SIO Granos) esto sucedió solo por un instante. Ahora los precios están bajando nuevamente a los valores previos.
Este viernes la soja estaba cotizando en torno a 450 mil pesos. Es decir, apenas unos 10 mil pesos más de los que cotizaba el viernes 19, antes de esta maniobra. Es decir, muy lejos quedaron los productores (los que udieron vender algo) de recibir algo de los 100 dólares que deberían pagarles los exportadores en un escenario libre de retenciones.
Pazo, en su afán de evitar el desencanto masivo de los chacareros con este gobierno, ahora afirma que los exportadores estarán obligados a salir a buscar mercadería en los próximos meses por unos 4.000 millones de dólares, para así poder cumplir con los embarques por 19 millones de toneladas (parte de eso es soja 2025/26 que ni siquiera se ha sembrado). Y promete el titular de ARCA que eso tonificará los precios.
Puede ser que haya una presión compradora más alta (en todo caso, esos granos se iban a exportar igual, más tarde o más temprano). Pero es falso que eso implique que las exportadoras vayan a trasladar el beneficio que obtuvieron al anotar esas DJVE sin retenciones. Ese beneficio se puede calcular perfectamente entre 1.000 y 1.500 millones de dólares. Es la tasa de interés que las exportadoras se cobrarán del Estado por anticiparle divisas al Banco Central por 7.000 millones.
La semana que viene, lo más probable es que esa presión compradora a la que aspira Pazo ya no existirá más, y se diluirá en otros “fundamentals” del mercado. Las agroexportadoras tienen plazos muy largos para hacerse de la mercadería, y además el gobierno les habilitó la posibilidad de reprogramar embarques y DJVE en caso de que lo necesiten.
Inevitable sospechar que entonces el sector que aceptó adelantar divisas que necesitaba el gobierno (como en tantas otras ocasiones) habrá cerrado así pingüe negocio a costa del erario público. Esto demuestra que era falso que “no hay plata” y “no se pueden bajar retenciones”. Era bien posible sacrificar recaudación si la urgencia por llegar a las elecciones era grande.
Por más aclaraciones que haga Pazo, poco y nada podrá sacarles ahora a los productores la sensación de que los usaron una vez más de forros. Al decir que los precios subieron solo 15% en dólares (por un breve lapso de tiempo), el propio Pazo está admitiendo el perjuicio provocado. Con retenciones 0%, los precios de la soja deberían haber subido 26%.
Las cerealeras son especialistas en eso: cuando tienen que descontar retenciones, lo hacen linealmente. Pero cuando tienen que devolver dinero a los productores, siempre le descuentan alguna porción importante escudándose en los insondables mecanismos del mercado.
Peor todavía, muchos operadores ahora temen que la maniobra urdida por el equipo económico termine perjudicando todavía más a los productores que conservan algo de granos. ¿Por qué? Porque al liquidar 7.000 millones de dólares en tres días, el Banco Central reemplazará esas suma de divisas por una suma monumental de pesos, que las cerealeras perfectamente pueden utilizar para tomar posiciones en el mercado cambiario.
La inyección de dólares al mercado oficial de cambios, en los hechos, podría terminar provocando una baja adicional de la cotización del dólar, y por lo tanto hacer retroceder todavía más los valores de la soja y el resto de los granos.
Cómo siempre los que pagamos el pato, somos los que arriesgamos todo, mientras estos HDP se llenan de guita.