Frente al estrepitoso fracaso de la gestión oficial hasta aquí en el INTA, el gobierno de Javier Milei debería pedir perdón, revisar sus estrategias y modificar su elenco estable: nos hizo perder a todos los argentinos un montón de plata, tiempo y paciencia al intentar, desde hace mas de un año, poner de rodillas a la conducción institucional de dicho organismo, para poder así proceder con el único plan libertario que hasta ahora se conoce: despedir a mucha gente y poner a la venta gran cantidad de campos experimentales.
Ese plan oficial para alterar el sistema de gobernanza histórico en el INTA fracasó estrepitosamente cuando no solo la Justicia sino, sobre todo, el Congreso Nacional ordenaron derogar el decreto de intervención firmado por Javier Milei y propiciado por su ministro estrella, Federico Sturzenegger. Un año perdido en pujas sin sentido, tratando de imponer las jinetas en vez de buscar acuerdos. Una política autoritaria que provocó más daño que otra cosa: si a juicio de los libertarios el INTA funcionaba mal y había que arreglarlo, ahora funciona mucho peor.
Semejante fracaso debería motivar al menos una revisión de la estrategia. Pero en las últimas horas el Poder Ejecutivo dio señales de no escarmentar en lo más mínimo: ratificó al comandante de la derrota en su puesto a bordo del barco, el presidente del INTA, Nicolás Bronzovich; ascendió al monje negro detrás del proceso de ajuste, Carlos Alberto Vera, a vicepresidente; y en las próximas horas nombraría -según pudo saber Bichos de Campo– a otra productora de renombre, la cordobesa Inés Amuchástegui, en la vocalía que quedó vacante tras la mudanza de Pilu Giraudo al Senasa.
¿Qué aprendió entonces el gobierno después de la apabullante derrota que sufrió al tener que reimplantar el sistema de gobernanza anterior del INTA y dar marcha atrás con el despido de casi 300 agentes, entre ellos el director nacional elegido por concurso, Ariel Pereda? La respuesta parece ser nada.
Por lo pronto, próximo a dejar su cargo, el secretario de Agricultura, Sergio Iraeta, concuñado del jefe de ARCA, Juan Pazo, convocó a los líderes de la Mesa de Enlace a discutir lo que no debe ser discutido, pues es una orden del Congreso: Tras el fracaso de la intervención en cabeza del propio Bronzovich, el Consejo Directivo del INTA -máximo organismo de conducción política colegiada- debería volver a asumir rápidamente sus funciones, para enderezar un instituto tecnológico y científico que quedó ladeado después de soportar la dura embestida de la artillería libertaria.
Iraeta, en vez de resolver rápido lo que le ordenaron el Congreso y la justicia, prefirió tomarse sus tiempos en busca de reorganizar la nueva ofensiva de las huestes de Milei, a los que los mueve sobre todo la posibilidad de poner a la venta miles de hectáreas de campos que pertenecen al patrimonio del INTA. Por eso, acordó con las siempre dóciles entidades rurales (que sumando a los grupos CREA tienen la mitad del directorio) revisar las representaciones de cada una de ella, para eventualmente impulsar recambios de hombres y nombres. Es decir, quienes más se opusieron (aún con medias tintas) a la ínfula interventora, serían los primeros castigados por sus propias organizaciones mandantes.
Prima en el gobierno la idea, está más que claro, de lograr un Consejo Directivo bastante más funcional que el que había hasta la intervención con los planes ajustadores del gobierno. Así las cosas, lo que no pudieron lograr por vía de una intervención violenta por decreto, lo intentarían ahora con la mayoría de los votos de la principal instancia de conducción: En el consejo directivo hay cinco representantes de los productores, tres del Poder Ejecutivo (entre ellos los ratificados Bronzovich y Vera, además de la recién llegada) y dos de las universidades de Agronomía y Veterinaria,
Un hombre de la SRA será el nuevo vicepresidente del INTA, que deberá seguir al mando de Bronzovich
Mientras en la interna de las entidades de la Mesa de Enlace cada una de ellas decide su nivel de obediencia debida con el gobierno, la línea de mando del propio Instituto de Tecnología Agropecuaria se las ve venir y ya prepara sus defensas para esta nueva contraofensiva,
El viernes pasado, hubo una reunión plenaria del director nacional Pereda, que la justicia y el Congreso reimplantaron en su cargo, con los directores de centros regionales y direcciones nacionales del INTA.
Pereda, como principal instancia de gestión dentro del organismo, presentó allí un estado de situación calamitoso. Dice el acta de la reunión, a la cual accedió Bichos de Campo, que tras la intentona interventora de Milei y los suyos, el INTA quedó en una situación de pauperización grave. Citó como ejemplos de la parálisis actual al “número de expedientes administrativos parados; la inquietante subejecución presupuestaria; las dificultades para las evaluaciones de desempeño y la gestión de licencias, entre otros temas”.
El director nacional del INTA también “destacó la incertidumbre respecto del crédito disponible para el último tramo del año, ya que el presupuesto aprobado oportunamente por el Consejo Directivo a principios de este año se desarrolló con una estrategia que requería, además de la correcta ejecución presupuestaria, de la solicitud de refuerzo para el último trimestre. Una acción más que necesaria y que no fue realizada oportunamente”.
La “línea” de mandos dentro del INTA luego enfatiza que “la falta de un Consejo Directivo en funcionamiento restringe la gobernanza plena prevista en el decreto ley fundacional del INTA, por lo que resulta urgente su reactivación y el regreso a un estado activo de gobernanza integral”.
La segunda línea de conducción del Instituto también consideró que la agenda propuesta por Iraeta para el nuevo Consejo Directivo (cuando éste comience finalmente a sesionar) está plagada de contradicciones, por cuanto “como principio ordenador de la gobernanza, el Consejo Directivo debe tomar decisiones estratégicas, y la Gestión Táctica y Operativa debe estar a cargo de Dirección nacional y su equipo de gestión”.
“La reafirmación de la división de responsabilidades refiere a que el CD define lineamientos estratégicos (de los cuales participa la DN), mientras que la Dirección Nacional es la responsable directa de la ejecución táctica y operática, Existen riesgos si se confunden roles: doble comando y descoordinación, ineficiencia, paralización, inconsistencias legales, centralismo”, advirtió la línea, que volvió a mostrar los dientes por si acaso el mileismo intenta interpretar de modo diferente el veredicto del Congreso.
En el mismo sentido, los “inteanos” quieren ahora recuperar posiciones y desandar el camino de la intervención, designando a personas que provengan del propio organismo. “La estructura, en lo operativo, debe ser propuesta por la Dirección Nacional y sus integrantes también deberían ser indicados por el DN, ya que conformarán su equipo de confianza”, se afirma en el acta, el tiempo que se enfatiza: “Es necesario que los cargos sean cubiertos por personas idóneas, preparadas para la complejidad técnica de cada área, con la trayectoria y competencias propias del rol”. Es una clara referencia a los nombramientos implementados por Bronzovich y Giraudo durante su corta experiencia como interventores.