Esta última inundación, que dejó unas 160.000 hectáreas directamente comprometidas en el partido de 9 de Julio, encontró a los productores mucho más organizados y con una línea de diálogo abierta con los principales responsables, que son los funcionarios. Y no porque fueron unos visionarios, sino porque ya les había pasado lo mismo hace exactamente 6 meses.
De lo que generalmente se suele hablar es de lo que no se hizo en términos de obras hidráulicas. Pero, a la vez, los productores locales también empezaron a poner la lupa en lo que se hizo mal o por fuera de la ley, trabajos que hoy también “colaboran” a que la situación sea desastrosa.
Si tiene que hablar de lo que no se hizo, el productor Mario Oyanguren lo recita casi de memoria: “Falta de mantenimiento de canales y caminos”. Los primeros, al no ser dragados, colapsaron y no permiten el escurrimiento normal del agua; y los segundos, se convirtieron directamente en vías navegables por la inacción estatal.
“En vez de usar camionetas, podría ir en lancha o moto de agua al campo”, dice, con un poco de humor entre tanta angustia.
Pero además de lo que no fue hecho, está lo que se hizo mal, que es una infinidad de canales clandestinos que hoy desvían el curso del agua hacia cualquier lugar. Los cuasi inexistentes controles de las autoridades competentes, permitieron que eso fuera una práctica muy común por varios años.
“Si yo tengo plata, contrato una retroexcavadora, una pala y un camión, hago el canal y me saco el agua mandándosela a otro”, describió Oyanguren.
El resultado concreto de ese doble abandono lo viven hoy los productores en cada uno de sus campos. Algunos de ellos, con silobolsas inundados. Otros, que pierden su producción de leche por falta de caminos. Y muchos tantos que no saben siquiera cuándo volverán a sembrar.
“La producción está sufriendo muchísimo, la pérdida y el desfinanciamiento del productor es muy grande”, lamentó Mario que hoy no puede ver con claridad un buen panorama hacia el futuro, cuando tendrán que volver a sus campos e intentar recuperar lo perdido.
“Invertimos, perdemos. Volvemos a invertir, perdemos. Quedamos desfinanciados y no tenemos más capital. ¿Cómo hacemos para exportar, para que entren divisas y para que el gobierno pueda tener un buen balance?”, se preguntó.
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Y los que pagan los platos rotos son los mismos de siempre. Los que aportan con tasas, impuestos y otros gravámenes y que esperan, de manera infructuosa, que alguna vez las cosas cambien.
Por el momento, señala Mario, sólo les queda esperar, porque saben que, con una situación tan crítica, es imposible pensar en soluciones inmediatas. “Si al agua no la podéis mandar aguas abajo, tenés que esperar que se evapore”, explicó, no sin hacer, además, un pedido al más allá para “que Dios ayude y no siga lloviendo”.