Entre la agonía y la esperanza. Son las sensaciones con las que los 700 empleados de Lácteos Verónica conviven estos meses.
Una empresa que tiene más de siete años de crisis constante, a pesar de tener marca y mercado que siempre respondió, atraviesa desde comienzos de este año una situación por demás irregular, en la que se quedó sin materia prima y donde el incumplimiento en el pago de salarios se transformaron en una constante lamentable, a lo que se añade una deuda relevante en materia prima y para otros proveedores.
Pasada la elección nacional de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra), se esperaba que en el encuentro de este martes entre la firma y la Secretaría de Trabajo de la Nación, la definición del tema sea tajante.
La empresa viene pidiendo la aprobación de un Procedimiento Preventivo de Crisis, que le permita achicarse, reformular su idea del negocio y así poder salir adelante. Sin embargo, eso tendría consecuencias muy negativas para toda la planta laboral y con ello, todo el impacto en la realidad socio-económica de las comunidades donde están las plantas industriales.
De todas maneras, eso no se pudo confirmar este martes, ya que el gremio volvió a rechazar este pedido de PPC y las partes volverán a encontrarse la semana próxima, para seguir haciendo el intento de acercar posiciones.
Lo que quedó claro en la audiencia fue el reclamo del pago de salarios. Verónica adeuda casi la mitad del sueldo de junio, con un último pago de unos 50 mil pesos el viernes de la semana anterior. A esta deuda se suman los haberes de julio, el aguinaldo y en breve se agregará a ese monto lo de agosto.
Claro que Atilra reclamó también los montos para la obra social Ospil, lo referido a la mutual Ampil, además de los aportes a la seguridad social, todos rubros también impagos.
Fue un día de mucha tensión para los trabajadores, que pasaron horas silenciosas sin conocer el destino del encuentro. Con la convicción de defender sus puestos de trabajo, con el acumulado de meses en los que no terminan de acostumbrarse a la suma de deudas, la indefinición cotidiana hace que el malestar acelere su ritmo.
Saben muchos que es su determinación de dar esta pelea lo que pudo haber torcido alguna de las intenciones del gremio, que está habituado a resolver estas situaciones siempre con el mismo sentido, pero en este caso no está tan claro el panorama para quienes están desde el inicio de mayo reclamando activamente.
Entienden que estas situaciones siempre terminan en una negociación numérica entre la gremial y la patronal, porque por lo general se trata de empresas que en su momento se vieron obligadas a crecer en personal, pero en tiempos complejos terminan midiendo en las crisis la necesidad de achicarse a números más reales de personal y en esa situación está justamente Verónica.
Aunque con muchas versiones inventadas sobre intenciones de venta, o pretensiones de compra por parte de otras empresas, del rubro o no, los días están siendo muy irregulares.
Hace ya algunas semanas que la familia Espiñeira viene ofreciendo arreglos independientes para desvincular a trabajadores, siendo esta una opción posible para algunos pocos, que tienen la oportunidad de encontrar de inmediato otro trabajo. Para la gran mayoría, no hay chance de avanzar en este sentido.
Sería con el Procedimiento Preventivo de Crisis que la láctea buscaría ampararse en la Ley 24.013, justificar sus dificultades económicas y situaciones de fuerza mayor, para definir suspensiones, pero sobre todo despidos, que puedan hacerse con la mitad del monto total de las indemnizaciones correspondientes, con plazos de liquidación largos, siendo los primeros pagos a un mes de la desvinculación y en seis cuotas.
De tambos propios, la empresa solo tiene unos 50 mil litros diarios de materia prima que ocasionalmente ponen en marcha “los fierros” de las plantas de Clason y Suardi, justamente donde en las próximas horas se podría ampliar la retención del débito laboral de cuatro a ocho horas por turno, en reclamo de las deudas.
Sin embargo, la situación general no encuentra impacto positivo a pesar de tener desde hace poco menos de un mes una reactivación en la planta de Lehmann, en el centro santafesino, donde ya supera ampliamente los 200 mil litros diarios procesados a fasón, por contratos con terceros. Lo que los trabajadores indican es que se estaría secando leche para la firma Saputo, mientras que habría una línea de producción de queso barra para la cordobesa Punta del Agua.
Esa no es leche ni producción propia, pero si habilita un movimiento de fondos que debería estar ya pagando salarios pendientes, o al menos proyectando un plan de pago posible, hecho que aún no tiene impacto en la realidad de los afectados.
La situación es clara, la gente quiere cobrar su salario, retomar el ritmo habitual de trabajo y conservar su fuente laboral.
El sindicato tiene que obedecer a eso, al mandato de sus representados, frente a una empresa que acrecentó su crisis en los últimos meses, en medio de una interna familiar que inestabiliza los negocios y achica las opciones hacia adelante. Aunque hay varios que ya nombran a la justicia y a un concurso de acreedores, el próximo capítulo de esta historia está abierto.