El girasol –y muy especialmente el alto oleico– se muestra como el cultivo más competitivo al momento de proyectar los márgenes de los cultivos de granos gruesos 2025/26 en los diferentes ambientes de la región sudeste y sur de Buenos Aires.
Así lo mostró este viernes Diego Aguilera, asesor de los grupos CREA Tandil y San Manuel, durante un evento en formato virtual organizado por la región CREA Mar y Sierras.
El problema que tiene el girasol es que la disponibilidad de semilla es limitada, con lo cual es probable que no pueda sembrarse todo el área planificada. Por otra parte, en ciertas áreas de la región la amenaza de ataques de cancro del tallo (Phomopsis helianthi) limita el avance del cultivo.
El doble cultivo cebada cervecera/soja de segunda también cuenta con buenos márgenes proyectados, pero el mismo depende de lograr la calidad requerida por las malterías o los exportadores especializados en el cereal, lo que no es factible conocer hasta el momento de la cosecha.
El maíz temprano se presenta con una perspectiva de “empate”, lo que no luce atractivo debido a la elevada inversión que requiere el cultivo, mientras que la soja de primera se presenta como la opción más desventajosa.
“Para que ambos cultivos sean competitivos, es necesario lograr un incremento en el rendimiento o en el precio, con una mejora del valor esperado a cosecha del 10% en el caso del maíz y de un 20% en soja de primera”, explicó Aguilera.
El especialista recomendó ir cubriendo precios de los productos correspondientes al nuevo ciclo 2025/26 en caso de que los márgenes alcancen el objetivo de rentabilidad planificado, como es el caso del girasol.
La gran decepción de la campaña probablemente sea el trigo, cultivo que muchos sembraron esperando una recomposición de precios que nunca llegó. Habrá que ver si tiene “revancha” en el transcurso del año 2026.
El girasol será la gran apuesta regional de la nueva campaña, aunque no está exento de desafíos. “Los híbridos más sembrados en la región Mar y Sierras en 2024/25 fueron NK 3969 (25% de la superficie total), NK 4593 (20%), NS 1113 (17%) y NK 3975 (13%), lo que refleja que se está optando por materiales menos susceptibles a Phomopsis”, indicó este viernes Jorge González Montaner, coordinador técnico agrícola de la región CREA Mar y Sierras.
Las rotaciones agrícolas son clave para poder controlar la expansión de la enfermedad porque el inóculo de Phomopsis puede trasladarse hasta unos 100 kilómetros. Buena parte de las ascosporas que atacan al cultivo provienen de rastrojos, razón por la cual los ambientes con mayor repetición de siembra de girasol son las más expuestos a la enfermedad.
“Algunos dicen, ¿por qué no hacemos labranza? Lo hemos probado y tiene un impacto hídrico muy fuerte esa práctica; entonces, por intentar prevenir una eventualidad nos compramos un problema, especialmente en los años más secos”, señaló.
“Por otra parte, la Phomopsis puede provenir de campos vecinos, así que estamos resignando disponer de un colchón de humedad y eso no nos asegura que no vayamos a sufrir el impacto de la enfermedad”, agregó.