Al frente de la cabaña El Trece, en su Macachín natal, el pampeano Oscar Palos es tremendamente optimista respecto de la ganadería argentina. Apasionado por la genética y la cría bovina, Palos asegura que este es un momento “bisagra” para la producción, y que ya se están viendo cambios que harán que en aproximadamente 10 años, Argentina se convierta en una potencia real en genética.
Según entiende, parte de este proceso de cambios se dio en los últimos tiempos, cuando comenzó a mutar el negocio y los criadores decidieron apostar por incorporar más genética y mirar con más detalles los indicadores productivos.
Luego de repasar su historia familiar como productor agropecuario, Palos asegura que la clave del éxito tiene dos puntas: Por un lado “el show”, como le gusta decirle a las exposiciones, y por el otro la relación con el criador.
“En la cabaña tiene que haber dos cosas importantes: primero, ser un referente hacia el criador, donde vos le estás prestando un servicio, que es lo que a mí me gusta, y lo que nos gustó a todos nosotros. También las exposiciones nos dieron el lugar para saber dónde estábamos parados, en qué lugar teníamos que tener ese tipo de vaca que tenemos nosotros”. Así resume Oscar su visión respecto de lo que debe tener una buena cabaña.
Sin embargo, el experimentado ganadero de 77 años no pierde el eje y asegura que Argentina está en un momento clave. “Veo que en los últimos diez años la ganadería argentina va a tener una historia nueva, que la van a ver las generaciones que vienen.” Explicó que hoy la genética permite producir más kilos de carne con el mismo animal, con una recría que puede aumentar 200 gramos por día más que antes si se maneja bien el pasto.
Es por esto que Palos afirma: “Argentina tiene el Angus más fuerte del mundo. Nos vienen a buscar por lo que tenemos”. Y habló de la importancia de los remates y la demanda creciente: “Cada remate que se hace va para más, los precios no bajan. Estamos en un momento bisagra”.
Oscar cree que la pasión y la híper concentración de indicadores productivos no necesariamente tienen que estar separados. Según afirma, la tradición y las ganas deben ir acompañados de características productivas, “porque es un negocio”. “Esto es comercial, esto es una forma de comercio. Nosotros lo que tenemos que seguir haciendo es seguir con genética, porque es la que te permite con el mismo animal convertir más kilos de carne. Ya está visto que vos por ejemplo en un ternero de recría de 180 kilos entrando a los potreros de alfalfa, empezándolo cada 30 días, si no hay genética no aumentan 200 gramos por día más que los otros”.
Esto le permite afirmar: “Argentina si sigue como está, creo que tiene para mucho más. Posiblemente no la veré yo porque son los destinos de la vida, pero son 10 años que van a ser historia para la ganadería argentina. Eso lo van a ver las generaciones que vienen”.
Para consolidar esa ganadería de punta, Palos resaltó la necesidad de créditos blandos que permitan seguir invirtiendo en genética y desarrollo. “No sé si los bancos los tienen, pero es la forma para que el criador pueda seguir creciendo.” También destacó el papel de la Asociación Argentina de Angus, “que está invirtiendo mucho para ayudar a los criadores y para que cada remate importante valore bien a los buenos ejemplares”.
Mirá la entrevista completa con Oscar Palos:
Palos habla con la mezcla de quien hace años vive en el campo y de quien piensa la ganadería en términos de líneas genéticas y rendimiento. “La pasión fue siempre la genética, pero a su vez soy productor ganadero”.
Cuenta que arrancó junto a su padre, que la cabaña la formaron en sociedad “para poder empezar”, y que hoy trabaja con sus dos hijos varones: “Tengo dos hijos varones que también están conmigo, primero en la cabaña la arranqué con mi padre… después ya es como todo, después ya tengo dos hijos varones, uno estudiando veterinaria, el otro estando en el campo con eso”.
Palos describe una actividad integrada: cría, recría, invernada, engordes y exportación. En sus palabras: “hacemos gordo, cargamos toda la exportación, se hace la parte esa, todo lo que es la parte ganadera, hacemos un ciclo completo y a su vez se compra invernada, se lleva recría las alfalfas, más o menos cuando llegan a un cierto quilaje van entrando por categoría.
El mapa productivo de la región de dibuja en las historias de Oscar. La zona noroeste de La Pampa, fue objeto de cambios de escenarios productivos. Lo que en hace tiempo era una región ovina, se transformó en zona de cría, para dar paso en este último tiempo a una producción mixta, donde agricultura y ganadería se entremezclan para dar paso también a cabañas señeras en la zona.
“La zona era de ganadería ovina, había muchísimas ovejas. Yo lo veía de chico. Mis padres siempre fueron vaqueros, apasionados del Angus. Yo siempre pensé que el día que pueda arrancar, lo haría con Angus”. Y así lo hizo, apostando a la cabaña y a la genética.
“El fuerte nuestro arrancó muy fuerte en 1996, y desde entonces cada año vamos para más,” señaló. La genética es para Oscar el corazón del trabajo: “Tengo muchos años de criador, y además trabajo con pedigree. La pasión de esto la tenemos en la familia, porque vivimos en el campo y los hijos mamaron esto desde chicos”.