Hace un tiempo, en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, un grupo de emprendedores empezó a trabajar para reflotar una idea surgida a mediados del siglo pasado: Hacer tableros con fibra de cáñamo para la construcción. Hoy, pueden decir que lo lograron.
Se trata de un proyecto llevado a cabo por Fundación Gen, una ONG dedicada a la investigación y desarrollo en materia de cáñamo industrial y medicinal; Modo Domo, una empresa de construcción con enfoque sustentable; y el INTI, que fue el que aportó conocimiento y recursos técnicos.
Lo que tiene de destacable, a diferencia del desarrollo que había surgido en los años sesenta, es que esta vez el enfoque está puesto en la economía circular, con materia prima local y 100% renovable: Cultivos anuales de cáñamo industrial. El producto reúne los requisitos de aislación térmica, resistencia mecánica y durabilidad y ya está listo para su fase de escalado, que estiman será muy pronto.
“Para nosotros, esta placa representa un antes y un después. Es ecológica, de bajo impacto ambiental, está hecha 100% en la Argentina y su potencial es enorme, en especial para zonas con desafíos climáticos como la Patagonia”, afirma Martín Ancaten Ureta, referente de Fundación GEN y socio de Modo Domo.
En términos de creación de valor y generación de empleo, desarrollos de este tenor tienen un impacto muy positivo para la agroindustria, sobre todo porque permiten ahorrar en la importación de materiales de construcción y reducir costos en logística.
Pero, además, se suma que en este caso el cultivo utilizado permite trabajar con tiempos mucho más cortos. Para obtener paneles derivados de madera, se necesitan ciclos forestales que van de los 15 a los 20 años, mientras que, con el cáñamo, no se demora más de 5 meses en obtener biomasa útil.
Útil y en cantidad: En sólo una hectárea, se pueden cosechar de 3 y 10 toneladas de “hurds”, la parte leñosa del tallo de cáñamo, y cada placa de 1,20 x 2,40 metros necesita sólo 30 kilos de fibra procesada.
No es novedad que el cáñamo tenga esta aplicación tan específica. De hecho, en el campo de la construcción circular, ya se usa para fabricar todo tipo de materiales y derivados, como placas, ladrillos ecológicos, revestimientos interiores y exteriores y hasta aislantes térmicos y acústicos.
“Por eso a nosotros nos gusta decir que ‘sembrar cáñamo es sembrar casas’”, manifiestan los miembros del proyecto, que esperan empezar con la producción a escala en muy poco tiempo.
Como no requiere de tecnología especializada, porque basta con usar la maquinaria empleada en la construcción de tableros de madera, el desarrollo de las placas aguarda la multiplicación local de semillas por parte de la Fundación GEN, que es la que llevó adelante los proyectos agronómicos en conjunto con gobiernos, universidades y productores locales.
Ese abastecimiento, estiman, va a demorar sólo dos o tres temporadas agrícolas, por lo que la producción comercial está muy cerca.
Ya desde el momento cero, la idea-proyecto recibió numerosas distinciones, debido a su potencial ambiental, social y tecnológico. Fue ganadora del Certamen “Emprendedores de Río Negro”, seleccionada como representante provincial en el Premio Nacional al Emprendimiento Joven Argentino y distinguida en el Certamen nacional Nobleza Obliga 2023.
Estos reconocimientos demuestran que hay un creciente interés en los proyectos de este tenor, que usan recursos locales, reducen la huella de carbono y hasta ayudan a regenerar suelos en zonas de explotación de hidrocarburos, ya que esa es otra de las ventajas que también aporta el cáñamo.
“Apostar por proyectos así es una necesidad para diversificar economías regionales, generar empleo calificado y construir soberanía tecnológica”, enfatiza el doctor Alejandro Bacigalupe, jefe del Departamento de Materiales Compuestos del INTI. El rol de este organismo también fue clave en el proyecto, pues permitió que esa buena idea se convirtiera en un producto concreto de la industria nacional.
Hacia adelante, los impulsores de esta iniciativa adelantan que seguirán trabajando en otros desarrollos vinculados a la construcción. Entretanto, la Fundación GEN realiza ensayos a campo para mejorar la genética y el manejo de este cultivo.
También se destacan las aplicaciones en la industria medicinal, cosmética y hasta alimenticia. El año pasado, la ONG logró la primera extracción de aceite y harina comestibles de cáñamo, que hoy está en fase de análisis para su aprobación comercial.