“Esta yerra surge de un productor que era pionero de las yerras tradicionales, que falleció y su familia no la continuó, entonces dijimos con Cachi de hacerla como antes, para que la gente y que no se pierda la tradición”. Así arranca la charla con Manuel Pra, veterinario y productor de La Carlota, Córdoba, e hijo de Cachi, uno de los organizadores del evento de yerra tradicional que convoca a cientos de personas cada año.
La escena transcurre en el campo, donde acaba de terminar la pialada y ya se caparon los potros y los terneros. Todo en el marco de una jornada que busca, como dice Pra, “volver un poco el tiempo atrás”. La idea, según los Pra, es que “la gente vea cómo es, que no se pierda la tradición y poder demostrar cómo es el trabajo a campo, el trabajo de la gente de campo, que es uno de los trabajos más sacrificados y más dignos que hay”, según explica Manuel.
La yerra tradicional es hoy más un acto cultural que una práctica habitual. Las formas de trabajo han cambiado. “Ha cambiado un poco el paradigma en cuanto a la yerra, en cuanto al manejo, en cuanto a la gente. Ha habido diferentes métodos que fueron ganando terreno en cuanto a la castración. Se empezó a utilizar la castración con gomita, que está tomando bastante fuerza. Y después ya no hay tanta gente en el campo como para hacer este tipo de eventos y de yerras como se hizo hoy acá”.
Lo que proponen los Pra no es ni mas ni menos que una fiesta. Una fiesta cultural y campera, rescatando tradiciones de antaño, que por avance de las tecnologías y las ciencias se comenzaron a hacer de otro modo.
Pra explica que hoy predomina la castración “tradicional pero en la manga, con el ternero parado”. Según cuenta, la yerra a la vieja usanza “tiene un poquito más de estrés para el animal”. Sin embargo, explica que también hay otros riesgos, como el de que el animal se pueda golpear o no. “Pero no queríamos dejar de hacerlo, ni queremos dejar de hacerlo. Queremos que la gente lo viva, que la gente sepa cómo era hace mucho. Entonces ponemos en contexto eso y decimos: vamos a hacerlo, por más que predominen otros métodos”.
Como técnico, Pra detalla por qué se realiza la castración: “Tiene múltiples beneficios. Entre ellos, uno de los más importantes es el manejo, porque no podemos tener animales enteros. Con el pasar del tiempo van a crecer y van a ser toritos, entonces esa misma testosterona y esa energía que tienen la usan para intentar reproducirse y no para ganar kilos y peso, que es lo que quiere un productor ganadero que produce carne”.
Y agrega: “También es por una cuestión de que si tenemos machos y hembras mezclados, que no estén constantemente intentando montar a las hembras, que generen gestaciones indeseadas. Hay varios estudios que demuestran que el animal castrado tiene mayor ganancia diaria de peso. Es una sumatoria de cosas que hacen que sea un trabajo importante y que haya que hacerlo”.
En ese sentido, Manuel plantea una comparación con la agricultura: “La agricultura se ha tecnificado mucho más rápido que la ganadería, y cuestiones básicas como el castrar un ternero han quedado un poco relegadas. Entonces con la aparición de nuevos métodos, o con el solo hecho de hacerlo, ya estamos aplicando una mínima tecnología, por más que sea rudimentaria, pero que ayuda mucho a la producción de carne”.
Mirá la entrevista completa con Manuel Pra:
El evento, que congrega a más de 300 personas, va mucho más allá de la yerra. Hay gastronomía criolla, actividades ecuestres, jineteadas, apartes camperos, juegos. Es una verdadera fiesta popular. “Viene la familia de campo. Hay muchos chicos chicos que están acá, que nunca, ni siquiera han visto animales. Y hay gente de la ciudad también, que vino a ver. Gracias a Dios este año vinieron muchos extranjeros inclusive. Eso está bueno, porque ellos en sus países, si los de acá muchos no lo conocen, allá mucho menos”.
Manuel es veterinario, pero también anfitrión de jóvenes colegas, a quienes les da la oportunidad de tener su primer contacto con los animales. Este año se lo vio darle el bisturí a una joven veterinaria, recién egresada, para que haga su experiencia castrando: “Yo mismo en mi vida cotidiana trato de acompañar a los chicos nuevos, a los chicos que se están por recibir, porque me parece que es uno de los grandes déficits que tenemos en la educación pública”, cuenta.
Pra reconoce que a veces explicar este tipo de prácticas a personas ajenas al mundo rural puede ser un desafío. “Siempre hay que tratar de ser lo más didáctico posible. No tratar de complicar con términos que a lo mejor los confunden. Simplemente es una charla común, con personas comunes, pero tratando de darle una visión más objetiva de por qué se hacen los trabajos así”.
Al final, todo se resume en una idea clara: “Un poco volver a la raíz, a los orígenes. Que no se pierda”.