“Tenemos la capacidad, tenemos la voluntad y tenemos el compromiso”. Así describe Luciana Piersanti, hoy al frente de la firma líder en fabricación de cabezales tipo draper, a la industria de maquinaria nacional.
Desde que fue fundada por su papá, Juan Carlos, en 1986, hay muchas cosas que cambiaron para esta empresa que hoy está dirigida por la segunda generación familiar. Pero si algo han mantenido fue el talento local al servicio de la innovación y el fuerte arraigo que mantienen con el pueblo cordobés de Noetinger, de escasos 5000 habitantes, en donde nacieron y donde aún producen.
Ese tipo de historias son las que configuran el mapa productivo industrial, y las que demuestran que, cuando se discute la importación de usados, no sólo se pone sobre la mesa el precio de la maquinaria.
“No queremos que nos regalen nada, sino tener el lugar que nos merecemos”, señala Luciana al describir la postura que tiene hoy su sector frente al ingreso de maquinaria ya amortizada en otros países.
Y es que, tal como han repetido otros de sus colegas, el desafío está ahora en mostrar y capitalizar lo propio, pero también luchar por condiciones igualitarias para competir. Sobre todo, cuando el principal argumento detrás de la importación de usados está en el precio, más que en la tecnología o la innovación.
Si hay que hablar de capitalizar, cada industria local puede sacar a relucir lo propio. En el caso de Piersanti, por ejemplo, son pioneros en el desarrollo de cabezales draper, que cuentan con un sistema de lona para el acarreo del material cortado hacia la cosechadora. Y no sólo para cultivos extensivos, sino también para varias de las producciones regionales.
La cuestión está en que, en el mercado actual, no parece sólo alcanzar con ser punta de lanza en la innovación. “Todos tenemos que hacer los deberes y ver qué es lo que cada uno puede y debe mejorar”, observó la empresaria.
Pero a ese primer paso, llámese de eficiencia o mejora en la estructura de costos, también hay que sumarle uno ulterior, en el que ya no puede intervenir la industria. “Nosotros como fabricantes no definimos impuestos, eso nos excede”, graficó Luciana, a modo de ejemplo.
Trabajo en tándem para equilibrar la cancha, el pedido concreto que tiene hoy el sector.
Mirá la entrevista completa con Luciana Piersanti:
De nuevo: Cuando se discute la importación, sobre la mesa no están sólo los precios, sino también todo un entramado social y económico construido por décadas. Eso es lo que también pueden capitalizar hoy las firmas locales.
“Uno no fabrica sólo maquinaria sino también empleo. Y ahí es donde se asume el compromiso de seguir defendiendo la industria, porque transformamos y desarrollamos comunidades”, expresó la empresaria.
El suyo es un caso muy ilustrativo, porque desde su fundación, hace ya casi 4 décadas, que están instalados en Noetinger, en el sudeste de la provincia de Córdoba. Para un pueblo de 5000 habitantes, una industria que emplea a 120 personas de forma directa, sumados otros tantos puestos satélites y proveedores, el impacto no es menor.
“Las fuentes de trabajo son nuestro patrimonio”, concluyó Luciana, que deja en claro que eso también debe formar parte de la balanza, porque son las cabezas y manos que hoy llevan innovación y tecnología al agro.