El ingreso de EE.UU. a la guerra que llevan adelante Irán e Israel introduce un nuevo factor de riesgo en uno de los aspectos clave del mercado mundial de productos agroindustriales: la logística.
Irán es una nación estratégica en términos de comercio mundial porque, debido a su particular emplazamiento en el mapa, controla rutas logísticas clave que conectan los mercados de Rusia y Medio oriente con Asia y Europa.
El Estrecho de Ormuz, situado entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, es una ruta marítima estrecha pero crucial por la que transita diariamente aproximadamente un tercio del comercio mundial de petróleo.
Alrededor del 70% del volumen de petróleo se dirige a Asia a través de esta ruta, con China, Japón, India, Corea del Sur, Singapur, Tailandia, Pakistán y Filipinas entre los principales receptores.
La ruta también es esencial para las exportaciones de gas Natural Licuado (GNL), especialmente de Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, que representan el 20% del comercio mundial de GNL, gran parte del cual se destina a la Unión Europea.
Otro factor importante es que Irán está gobernado por la rama musulmana de los chiitas, al igual que el grupo de los hutíes que controla parte del territorio de Yemen, el cual desde comienzos de 2024 comenzó a atacar buques comercial en el mar Rojo para provocar que los seguros de los fletes en esa región crecieran de manera importante, lo que obligó a usar la ruta del Cabo de Buena Esperanza como alternativa, aunque con un mayor tiempo de travesía para los orígenes localizados en el hemisferio norte.
Los datos de tránsito diario de buques comerciales cargueros y tanqueros (que transportan combustibles y aceites vegetales) recopilados el portal PortWatch del FMI y University of Oxford reflejan el impacto de ese fenómeno.
En ese contexto, no puede causar sorpresa que la nación más poblada del mundo, India, esté poniendo en riesgo su autoabastecimiento de maíz para promover la producción de bioetanol con el propósito de consolidar su oferta energética.
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En tal estado de situación, las naciones agroexporadoras de Sudamérica y Oceanía tienen una ventaja comparativa en la actual coyuntura para consolidarse como abastecedores de los mercados asiáticos.
EE.UU., por su parte, cuenta con el uso prioritario del Canal de Panamá para poder abastecer a las naciones asiáticas, aunque el mismo, además de contar con un flujo de paso limitado, depende de factores climáticos imposibles de controlar (actualmente los caudales son óptimos para asegurar la navegación, pero no era el caso un año atrás).
Otro aspecto crucial es que las naciones agroexportadoras de Sudamérica son en gran medida importadoras de fertilizantes y dependen de las rutas logísticas comprometidas de Medio Oriente para poder abastecerse normalmente de nutrientes.
Por último, para aquellos sectores que tienen un posicionamiento comercial importante en Medio Oriente la escalada del conflicto bélico no representa una buena noticia, como es el caso de la industria avícola brasileña.