La zona del sur de Santa Fe comprendida entre Armstrong, Las Parejas y Las Rosas, es junto con otras regiones de Córdoba y Buenos Aires, el polo metalmecánico productor de maquinaria agrícola más importante de Argentina, y uno de los referentes a nivel global también.
En esta región causó controversia la medida adoptada por el Gobierno Nacional recientemente, de eliminar el CIBU (Certificado de Importación de Bienes Usados), facilitando así el ingreso de maquinaria usada al país de forma libre. Para los industriales santafesinos, que en mayor medida producen sembradoras, fertilizadoras y otros implementos, si bien la competencia es bienvenida, ven esta medida como riesgosa para su actividad y todo el sector agropecuario.
Entre los argumentos más potentes que esgrimen están: un envejecimiento del parque de maquinaria, riesgos sanitarios para la producción como ingreso de malezas o plagas, problemas con la posventa y riesgo de perder mercado contra lo que ingrese, además de un entramado productivo del polo santafesino.
En Armstrong, Santa Fe, suele decirse que la soldadura se lleva en la sangre. Los fierros, las tuercas, las chapas, y el campo, se absorben desde chicos, y hay numerosos casos de talleres que se independizaron y abrieron sus pequeñas fábricas, llegando incluso a ser grandes exportadores. Esta matriz productiva es reconocida a nivel global, y la maquinaria argentina es famosa en el mundo.
También es cierto que ciertos equipos, como los autopropulsados en su mayoría, deben ser fabricados por las grandes multinacionales del rubro, que varias de ellas tienen sus plantas en Santa Fe, Córdoba o Buenos Aires. A ellas también les impactó la medida y las compañías salieron a reclamar, ya que según argumentan, les quita competitividad.
Dentro de todo ese entramado de tornillos, plegadoras, motores y alta tecnología, está Distribuidora Italia, en pleno Parque Industrial de Armstrong. A su lado hay una nave industrial similar, construida en espejo, llamada Italia Maquinarias. En la primera planta, se fabrican repuestos para maquinaria agrícola. En el galpón de al lado, se reacondicionan equipos usados, para su posterior venta.
Este grupo está bajo el mando de Franco Bosso, y son quienes, además, trajeron las primeras maquinarias agrícolas usadas al país, incluso antes de la eliminación del CIBU, pero están en la espera de un nuevo cargamento.

Según explica Bosso a Bichos de Campo, su fábrica cuenta con 12 años de experiencia en la producción de repuestos, y eso los llevó a abrir una boca de expendio en Uruguay. Allí vieron que se podía traer maquinaria usada de Estados Unidos, reacondicionarla, y venderla luego. La experiencia de estos industriales está focalizada en los equipos John Deere, su especialidad.
También explica el industrial que ellos ya habían traído maquinaria antes de la desregulación. Luego de un trámite que le llevó 8 meses, en diciembre pudo traer una sembradora a Argentina, la capital mundial de la producción de sembradoras. La reacondicionaron y la vendieron en 4 días a un productor de Susana, Santa Fe.

Como este proceso funcionó, ajustaron las tuercas para replicar este negocio en nuestro país, ya que en Uruguay lo venían desarrollando. Con una red sólida de búsqueda de equipos en Estados Unidos, y un desarrollo logístico, encararon una siguiente importación, que aprovechó las mieles de la desregulación, lo que simplificó mucho el proceso. Bosso y su equipo están esperando que lleguen a puerto una serie de cosechadoras, sembradoras y pulverizadoras, que serán reacondicionadas y ofrecidas al público.
Franco no le escapa a las contradicciones. Aunque reacondiciona maquinaria importada para revenderla en la Argentina, no se pone en la vereda de enfrente de la industria nacional. Todo lo contrario. “Nosotros también somos industria nacional, porque cada equipo que traemos y vendemos se desarma, se reacondiciona, se pone a punto con mano de obra argentina y se entrega al cliente como nuevo. El proceso puede llevar hasta tres meses por máquina”, explica con claridad.

Y suma un dato que busca reforzar su argumento: “Revisamos toda la parte electrónica, hidráulica y de motor. Tiene que estar de nueve puntos para arriba. Lo que sea chapa o estructura es lo que podemos arreglar nosotros, porque es nuestro fuerte”, explica Franco.
“El productor estadounidense usa las máquinas mucho menos que el argentino. A veces tienen ocho o diez años, pero con muy pocas horas. También traemos equipos más nuevos, eso depende del cliente. agrega.
“Lo sanitario es clave. Hay que hacer las cosas bien. Nosotros limpiamos todo en origen y no tuvimos problemas en Aduana. En cuanto a los repuestos, traemos maquinaria con códigos compatibles con los que se usan acá o en Brasil. Y si hay algo que no se consigue, lo traemos por courier en una semana”, detalla.

Franco aclara algo que parece central para él: “No somos oportunistas. No es que ahora se abrió la importación y salimos a traer maquinaria. Nosotros ya lo veníamos haciendo afuera, con experiencia y respaldo. Queremos traer ese know-how a la Argentina”. Italia Maquinarias tiene 35 empleados. “Esto no es una cueva ni una importadora de ocasión. Es parte de un entramado industrial que quiere adaptarse a un nuevo escenario”, dice Franco.
El santafesino cree que esta apertura no genera una competencia desleal con los fabricantes locales, ya que él mismo es uno: “Esta apertura nos pega a todos los que trabajamos en la industria nacional, pero abre otras puertas, y hay que sumarse a las ventajas y a las desventajas, esquivarlas”.

Entonces, la cuestión de los precios pasa a ser central. Según explica Bosso, se pueden encontrar publicaciones de tractores usados con precios que aquí en Argentina son irrisorios, o muy por debajo de lo que se consiguen. El tema es que si se le agrega el 25% de arancel de importación que tiene la maquinaria como piso, más impuestos nacionales, fletes y limpieza, el valor se asemeja bastante al de un concesionario local. El tema, entiende Bosso, pasa por la oportunidad, y no por la ventaja. Entiende que el piso arancelario debe mantenerse, pero no los impuestos, y esto mejoraría la relación sin poner en riesgo a la industria nacional.
Según explica, pueden traerse equipos un 30% más barato en promedio comparando iguales condiciones. A veces no hay tal variación, y lo que cambia es el estado de la máquina. Por el mismo valor, un tractor igual puede conseguirse en Estados Unidos, pero con un menor desgaste.

“La idea es que la mercadería rote y tener de buena calidad. Uno encuentra máquinas de 10 años pero con muy pocas horas de uso, o de dos o tres con casi nada de uso. Hay gente que prefiere una maquinaria con muy pocas horas, sin importarle el modelo, a un precio muy accesible, y hay quienes buscan pagar un diferencial de precio para tener un modelo más nuevo con mínimo de horas”, explica Bosso.
La suerte está echada y las condiciones para importar libremente están abiertas. Seguramente la próxima edición de Agroactiva, donde los industriales de la zona exponen lo que fabrican, sea un punto de inflexión histórico en el segmento de la producción de maquinaria agrícola.
