Durante el reciente Congreso Nacional de Viveristas, un stand llamó especialmente la atención entre los asistentes. A diferencia de los demás, allí se encontraban un microscopio, pipetas y un enfoque científico poco habitual en ese contexto. Se trataba de Vitrogen, una empresa especializada en germinación in vitro, una técnica que permite reproducir plantas de forma controlada y precisa dentro de un laboratorio.
El agrónomo Fabián Bourg, representante de la firma, explicó que si bien el método puede parecer complejo, no lo es tanto en la práctica. De hecho, esta técnica ya se utiliza con frecuencia en otros países y está comenzando a cambiar la forma en que se cultivan las plantas, especialmente en ambientes donde las condiciones climáticas o sanitarias dificultan los métodos tradicionales.
El proceso comienza cuando un productor selecciona una planta madre con las características genéticas que desea replicar. A partir de allí, se extraen las células más jóvenes y activas, que aún no han sido invadidas por microorganismos. La extracción se realiza en condiciones de asepsia, utilizando lupas y binoculares para garantizar un ambiente completamente limpio, similar al de una sala de operaciones.
Luego, esas células se colocan en un medio de cultivo especialmente diseñado para simular las condiciones ideales de crecimiento. Este medio contiene nutrientes y hormonas vegetales que actúan como instrucciones para el desarrollo de la planta. Primero se induce la formación de hojas; luego, cuando el ejemplar alcanza el tamaño adecuado, se reemplaza la hormona para estimular el desarrollo de raíces.
Si todo se realiza correctamente, el resultado son plantas sanas, libres de enfermedades, y con la misma carga genética que la planta madre. Una vez que alcanzan un tamaño apropiado, los ejemplares se trasladan a un sustrato natural, generalmente turba y perlita, y se cultivan en invernaderos hasta que están listos para ser entregados a los productores.
Esta forma de cultivo tiene varias ventajas: no depende del clima, permite obtener la cantidad exacta de plantas necesarias, y asegura una calidad uniforme. Sin embargo, su implementación en Argentina todavía es limitada.
Según explicó Fabián, esto se debe en parte a los altos costos de producción y a la fuerte competencia internacional. En países como China o India, los costos de laboratorio son significativamente más bajos, por lo que en el ámbito local es indispensable contar con experiencia y eficiencia para que el proceso sea económicamente viable. A pesar de este contexto, Vitrogen logró destacarse en el mercado ofreciendo productos de calidad competitiva.
El proceso completo, desde la planta madre hasta el ejemplar listo para cultivo, puede demorar cerca de un año. Luego, el desarrollo en campo varía según la zona, pero suele extenderse entre ocho y nueve meses. En casos de ejemplares más grandes o exclusivos, ese ciclo puede prolongarse hasta tres años.
Fabián también remarcó que la germinación in vitro no solo garantiza plantas más sanas y uniformes, sino que abre nuevas posibilidades para quienes buscan reproducir variedades con características específicas. Es un ejemplo concreto de cómo la biotecnología está transformando la agricultura, ofreciendo soluciones más precisas y sostenibles de cara al futuro.
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