La flexibilización de la barrera sanitaria de la Patagonia para que ingrese carne con hueso desde el norte del país es tema de fuerte debate. Transcurre el plazo de 90 días fijado por el Senasa para ratificar o rectificar dicha decisión y aún no hay definiciones claras. O mejor dicho, sí está claro que los patagónicos se oponen y tienen sus argumentos.
La que opinó ahora es la Cámara de Frigoríficos Ovinos y Bovinos de la Patagonia (CAFROPAT), que concentra las plantas que e Río Gallegos (Santa Cruz) se ocupan de la faena y exportación de los famosos corderos patagónicos.
Esa cámara se opuso diciendo que la flexibilización podría perjudicar el negocio de la carne ovina. Pero su principal argumento fue mucho más contundente: Preguntó por qué si la barrera se flexibiliza para bajar el precio del asado, esto no sucede ya con los cortes bovinos sin hueso que ingresan libremente a la región, y que son igual de caros.
Como la flexibilización de la barrera es una medida que altera el negocio de la carne vacuna, tal vez suene extraño que las faenadoras de carne ovina pongan el grito en el cielo. Más allá de que algunos frigoríficos se dediquen a ambas actividades, estas empresas temen que la medida complique también las exportaciones de cordero y que presione a la baja los precios de su producción.
En un comunicado difundido por la cámara, califican a la Resolución 180/2025 del Senasa como una “medida inconsulta y arbitraria” y se pliegan a la propuesta que ya esgrimieron las autoridades de la región reunidas hace 15 días con funcionarios nacionales: “Creemos que la decisión correcta es mejorar para arriba el estatus sanitario, haciendo un corrimiento de la barrera hacia el norte y no bajando el mismo hacia la Patagonia”, afirmaron.
Hasta el momento, ha transcurrido la mitad del plazo de 90 días que el Senasa estableció de gracia para evaluar la implementación de la medida. Todo indica, por la apertura al diálogo que hubo desde ambos lados y la intensa campaña que están llevando a cabo los patagónicos, que finalmente no se permitirá el ingreso de carne vacuna con hueso y vísceras, y que, en cambio, se va a buscar ir hacia un sistema más paulatino.
La contrapropuesta que llega del sur es que la barrera sanitaria instalada en el Río Colorado se extienda hacia el resto de las provincias (que para esto deberían dejar de vacunar contra la fiebre aftosa) y no a la inversa, a modo de que todo el país alcance el estatus de zona libre sin vacunación. Hasta ahora, es un diferencial que sólo tiene la Patagonia y que ha generado un mercado cautivo y codiciado para la ganadería del resto del país.
La promesa detrás de la famosa resolución del Senasa es que el ingreso de asado desde el centro y norte del país permitirá bajar los precios en las góndolas, que han sido históricamente más elevados en el sur por la menor producción y los altos costos. El valor de un kilo de costillas en los supermercados del sur supera actualmente los 20.000 pesos.
Pero la CAFROPAT asegura que esa promesa “no se condice con lo que está sucediendo con la carne sin hueso”, que desde siempre ingresa libremente a la región y para la cual no se verifica una baja de los valores.
Además la entidad lamenta que “esto puede generar un colapso inmediato en la producción, por una baja notoria de precios”. Se estima que hay unos 2,5 millones de consumidores en el mercado patagónico.
De hecho, uno de los temores esgrimidos desde el sur es que, si se levanta la barrera sanitaria, primero se desplace a la producción local con carne a menor precio e incompatible con su estructura de costos y que, luego, haya una cartelización y los precios continúen siendo más altos.
Cabe recordar, además, que gran parte de la población patagónica percibe mayores ingresos tanto por estar en “zonas desfavorables” como por sus empleos vinculados a la actividad energética.
Por otro lado, el temor está en que, de ingresar cortes con hueso desde zonas libres de aftosa con vacunación, se vea afectado el estatus sanitario de la Patagonia y se cierren las puertas a muchos mercados internacionales. En ese sentido, los frigoríficos exportadores de carne ovina afirman que la caída de la barrera interna generaría “incertidumbre” y no habría garantías de poder seguir enviando carne a otros países, sobre todo de la Unión Europea.
En el caso del cordero, más consumido en otros países que internamente, también ha podido aumentar sus exportaciones en los últimos años. “Se puede condicionar la viabilidad de la producción ovina y bovina en la Patagonia, perdiendo producción e industrialización, ruralidad y soberanía”, afirman desde la cámara sectorial.
La cercanía de Brasil a ser declarado país libre de aftosa sin vacunación también suma un agravante a la cuestión, porque significa que el país vecino, actualmente con un menor valor en dólares de su kilo de carne, puede aprovechar esos mercados cautivos.
“La producción ovina y bovina en la Patagonia, no es solo producción animal, es Producción de Patria”, enfatiza el comunicado de los frigoríficos ovinos, que suman más fichas a una discusión en la que, hasta el momento, han planteado con contundencia su posición.