Familia Crestón no es solo un nombre; es un conjunto de empresas que, desde sus orígenes en el norte argentino, han logrado destacarse por su enfoque en la agroindustria. Desde su nacimiento en Salta, la compañía ha mantenido un fuerte compromiso con la región, con un pie en la producción local y otro en los mercados internacionales.
A pesar de su expansión hacia otros sectores y países, el corazón de su negocio sigue latiendo en el mismo suelo que los vio crecer.
Este grupo tiene claro su objetivo: no solo producir para el mercado interno, sino crear productos de calidad que puedan competir en los más exigentes mercados internacionales. Pero para alcanzar ese objetivo, entendieron que la especialización era la clave. “Siempre tratamos de diferenciarnos, no solo con el producto, sino también con la manera en que nos acercamos al productor”, afirma Salvador Berardo, gerente de Barracón, la empresa de distribución de insumos del grupo.
“La idea es que no vendemos solo un insumo, sino una solución personalizada para cada tipo de cultivo, adaptada a las necesidades del productor”, asegura también Berardo.
Uno de los pilares más visibles de Familia Crestón es Barracón, su empresa comercializadora de insumos para el agro. Esta unidad de negocio se destaca por su cercanía con el productor y su capacidad para ofrecer propuestas a medida. La filosofía de Barracón se aleja de los modelos tradicionales de distribución y opta por un enfoque más personalizado. “Nuestro objetivo es siempre estar cerca del productor, entender sus necesidades y ofrecerle lo mejor. No solo vendemos, somos parte de su proceso productivo”, explica Berardo.
La empresa trabaja con algunos de los nombres más importantes del sector, como Bayer, Sumitomo y Sigma, con los cuales ha logrado alianzas estratégicas para ofrecer productos de alta calidad. Sin embargo, lo que realmente marca la diferencia es su capacidad para adaptar esos productos a las condiciones locales y, sobre todo, a las exigencias de los mercados globales. La clave está en crear una relación de confianza, que permita que el productor reciba no solo los insumos adecuados, sino también la asesoría y el apoyo técnico necesario para maximizar sus resultados.
En el campo, Familia Crestón pone todo su esfuerzo en producir cultivos que respondan a los estándares más altos, tanto a nivel local como internacional. El grupo produce alrededor de 25.000 hectáreas, distribuidas entre el ciclo agrícola de verano e invierno, con un fuerte enfoque en especialidades que aseguran rentabilidad y sustentabilidad. Entre los cultivos destacados se encuentran el pisingallo, porotos de diversas variedades (negros, mungo, azuki), y sésamo, entre otros.
Maximiliano de San Román, gerente de producción y socio de la empresa, explica: “Es crucial que los productos que producimos se adecuen a las condiciones del suelo y al clima de nuestra región. Esto no solo favorece la productividad, sino que también garantiza que nuestros cultivos sean viables a largo plazo”.
Además, destaca la importancia de las especialidades como un punto de diferenciación: “Las especialidades son una excelente alternativa para el productor local, porque son más estables en condiciones climáticas extremas. Nos permiten adaptarnos a los desafíos que nos presenta el clima, como las altas temperaturas o la falta de agua.”
La apuesta por las especialidades también responde a una visión a largo plazo: no solo se busca producir, sino ofrecer productos que sean demandados por los mercados internacionales. En este sentido, Familia Crestón ha logrado posicionarse con éxito en mercados como Europa, Asia y América, con productos como el poroto blanco, el cranberry y el mungo, cada uno con su destino y exigencias particulares.
Familia Crestón no solo se limita a la producción; su visión abarca toda la cadena de valor, desde la siembra hasta la góndola del supermercado. Con plantas de procesamiento en Lajitas y Metán, el grupo se encarga de consolidar los productos que luego serán exportados a distintos destinos internacionales.
En Europa, por ejemplo, tienen una planta dedicada a la conservación de legumbres, donde los productos se cocinan y se envasan en frascos de vidrio para su venta en supermercados. En Asia, una oficina comercial distribuye legumbres y granos a través del sudeste asiático.
Santiago de San Román, socio de Familia Crestón, comenta: “La clave de nuestro éxito en la exportación es que no solo somos productores, sino que también nos hemos integrado a lo largo de toda la cadena, desde la comercialización hasta la distribución final. Este modelo nos ha permitido adaptarnos mejor a las demandas del mercado y ofrecer productos de la más alta calidad, con un enfoque sostenible y rentable”.
El crecimiento de Familia Crestón no se detiene. A medida que continúan integrándose en la cadena de valor y se consolidan como un referente de la agroindustria en Salta, el grupo tiene claro que el futuro está en seguir adaptándose a las necesidades del mercado global. A través de sus alianzas estratégicas, su enfoque en especialidades y su capacidad para asesorar a los productores, Familia Crestón es un socio clave para aquellos que buscan llevar sus productos al mundo.
“Siempre buscamos la excelencia, y esa es la clave de nuestro crecimiento. No es solo producir más, sino producir mejor, adaptándonos a los cambios del mercado y las necesidades de nuestros clientes”, concluye Santiago de San Román.