La agricultura regenerativa se extiende cada vez más como alternativa para revitalizar los procesos biológicos de los agroecosistemas. Por tal motivo, y basándose en las experiencias de articulación público-privada realizadas con Unilever y Fundación Banco Credicoop, especialistas del INTA Mendoza-San Juan desarrollaron una guía con los principios básicos a tener en cuenta a la hora de implementar esta estrategia agrícola.
El protocolo fue elaborado por un equipo interdisciplinario de doce especialistas, pertenecientes a tres Estaciones Experimentales del Centro Regional Mendoza San Juan del INTA, con el objetivo de devolverle “funcionalidad natural al suelo, a los recursos naturales, a los paisajes y ecosistemas”. El mismo contempla 10 principios esenciales, basados en tres pilares fundamentales: suelo, agua y biodiversidad.
“Se trata de una forma de entender y hacer la agricultura aprovechando la capacidad auto regenerativa de la naturaleza, a través de revitalizar sus procesos ecológicos. Se presenta como una oportunidad frente a las nuevas demandas”, señaló José “Pepe” Portela, especialista en ecofisiología vegetal y uno de los referentes en agricultura regenerativa del INTA.
Sin embargo, reconoció que no hay recetas universales aptas para todos los sistemas productivos, sino que cada uno “es único y está definido por características propias y particulares. Incluso, en el mismo lote, por cambios en condiciones del suelo pueden ser necesarias estrategias regenerativas diferentes”.
En cuanto al primer pilar, el suelo, la guía refiere a cinco principios fundamentales: minimizar el laboreo del suelo; mantener el suelo cubierto con vegetación activa; impulsar la diversificación planeada de cultivos; asegurar la nutrición de base orgánica del suelo y prevenir erosión eólica e hídrica
Respecto del agua, los dos principios marcados por los especialistas se orientan a la eficiencia en su uso, incluso en el riego, y apuntan a evitar la infiltración profunda de los nutrientes.
Los últimos tres principios apuntan a la conservación y promoción de la biodiversidad asociada al cultivo. Ellos son minimizar el uso de insumos químicos; conservar los hábitats naturales y seminaturales, y promover la biodiversidad funcional.
Es “fundamental poner la atención sobre los principales procesos ecológicos que ocurren en un ecosistema agrícola o ganadero, para trabajar junto con la naturaleza en sostener e incrementar la productividad a mediano y largo plazo, reduciendo la dependencia de insumos externos, y también los costos”, reconocieron desde INTA.
Esta guía ofrece además dos instrumentos para enfatizar la importancia de los monitoreos. Se tratan de un formulario para la recopilación de información del sistema productivo, dividida en diez secciones correspondientes a cada principio; y de una serie de tablas de referencia para poner en valor los datos recolectados, en base a 21 indicadores y cinco niveles de cumplimiento.
Según dieron cuenta, estos últimos “permiten obtener un índice general de agricultura regenerativa para un sistema productivo. Pero también, se puede analizar cada uno de los indicadores por separado, para reconocer cuáles son los que están en niveles más altos o bajos, y así fundamentar las decisiones necesarias para conservarlos o mejorarlos”.