Francisca Colombo nació y vivió la mayor parte de su vida en la ciudad de Buenos Aires, pero su verdadera pasión la encontró lejos del cemento. Aunque se recibió de publicista, esta joven de 23 años apostó a su curiosidad e inició un proyecto de producción de forraje hidropónico en la Estancia María Ester, bajo la tutela de la agrónoma y especialista Emilia Robert, el campo que su familia posee en la localidad de General Villegas.
“Trabajaba para una empresa que hacía mantenimiento de huertas en Buenos Aires y eso despertó un poco mi interés. Lo hacía por gusto. Por entonces no tenía nada que ver con el tema de hidroponia. Cuando pensé en iniciar con un proyecto de producción de hortalizas, me contacté con gente que las hace en forma hidropónica y ellos me derivaron con Emilia”, contó a Bichos de Campo Colombo.
La capacitación brindada por Robert, una de las principales referentes en producción forrajera con hidroponia del país, la animó a pensar en escalar el proyecto y hacer algo puramente enfocando en la producción pecuaria, con impacto visible en el negocio familiar.
“El año pasado decidí venirme a Villegas para ahondar en este tema y meterme un poco más en el campo que es lo que más me gusta. De hecho ahora arranqué la Tecnicatura en Producción Agraria y sigo aprendiendo de la empresa, metiéndome en el rubro”, contó la joven, que actualmente se desempeña dentro de aquel establecimiento de producción mixta, con más de 250 animales y 1.200 hectáreas de extensión, entre propias y alquiladas.
“Quería aportarle al campo un proyecto que sea diferente e innovador. Quería probar una alternativa porque la verdad es que en Villegas hay muy buenos campos. El forraje hidropónico no es algo que intercambio con pasturas, sino que aporta valor nutricional y permita bajar un poco los costos de las dietas. La idea es tener ambas cosas en conjunto y crecer con el vivero, que cada vez es más rentable y trae mayores beneficios”, explicó Colombo a continuación.
El vivero instalado cuenta con unos 240 metros cuadrados, con el que ya alimentan en forma diaria a 80 terneros pero que esperan poder escalar a 160. También cuentan con una cámara de germinación donde trabajan con semillas que obtienen en el propio campo.
“La idea siempre es hacer recría y terminación de los terneros, pero no seguir más allá sino venderlos. El forraje hidropónico es como un suplemento, no es la dieta completa del animal. Por ejemplo se le pone grano de maíz, sojilla, núcleo y un porcentaje de lo obtenido en hidroponia. En las bandejas ponemos más o menos 800 gramos de semilla y de ahí salen aproximadamente 3,5 a 4 kilos de forraje. Le damos una bandeja por animal”, detalló.
-¿Costó adaptar este sistema al planteo familiar?- le preguntamos.
-Nosotros tenemos un empleado al que le enseñamos desde cero. Una vez que ya le vas tomando la mano no es difícil pero bueno, siempre que uno arranca le da un poquito de miedo porque es un sistema súper nuevo.
-¿Crees que es una opción que cualquiera puede realizar o son muchos los requisitos para ponerlo en marcha?
-El principal punto es capacitarse y tener una buena inversión para hacerlo a escala. Nosotros le invertimos mucho tiempo a esto y ahora vemos su rentabilidad. Por ejemplo, una ventaja es que utiliza menos agua gracias al sistema de riego. De esa forma no dependemos de clima. Hoy en Villegas los productores están preocupados por la falta de agua. También destaco el valor nutricional que le da a los animales sin esperar mucho tiempo. A los 15 días tenés un pan de alto valor proteico, cuando a campo tenés que esperar varios meses.