Entre los anuncios hechos a las apuradas por el gobierno -y sin derecho a preguntas negado por Manuel Adorni a los periodistas- se confirmó que el gobierno mantendrá el “diferencial histórico” entre las retenciones que tributan la soja y sus derivados, aunque en niveles menores a los que rigen actualmente. El valor agregado que añade la industria que muele el poroto y lo convierte en aceite y harina será premiado con un 1,5%, menos que en otros tiempos pero finalmente un gesto hacia la poderosa industria aceitera, que representa nada menos que 40% de los ingresos por divisas a la Argentina.
A partir de la semana que viene y hasta el 30 de junio, según el anuncio oficial, la soja sin procesar tributará 26%, siete puntos menos que ahora, y sus derivados el 24,5%. Actualmente la diferencia era de 33 a 31%.
El descuento que se hará a los productores es el primero, porque ellos venden los porotos. Pero a la hora de exportar los productos del proceso, las aceiteras tributaran un punto y medio menos.
Esta sutileza resulta de gran valor para el análisis político: es un gesto del gobierno de Javier Milei hacia un sector clave para las cuentas del Banco Central, que suele ser garante de la paz cambiaria. Las empresas nucleadas en Ciara-CEC, que usualmente eran convidadas por todos los ministros de Economía (hay que recordar los sucesivos y recientes dólar soja establecidos por el ex ministro Sergio Massa), venían sufriendo un visible destrato por parte de las autoridades libertarias.
Las fuentes cercanas al poder dicen que al presidente de esa cámara, Gustavo Idígoras, Caputo ni le atiende el teléfono. Por eso habrá que ver cómo toman en ese sector la nueva alícuota de 1 punto y medio, que en definitiva es una suba de la presión fiscal sobre la industria. “Entendemos que el decreto saldrá el día lunes, así que vamos a esperar a ver los contenidos al mismo para ver cómo va a reaccionar el mercado, pero naturalmente siempre damos la bienvenida a cualquier baja de retenciones”, dijo por ahora el directivo empresario.
Las dudas sobre la persistencia de este estímulo al valor agregado sobre la soja eran razonables, pues el diferencial carga con una larga historia de cambios y discusiones. Prominentes economistas aliados de Milei, en especial el diputado José Luis Espert, son grandes críticos de esta herramienta.
La evolución histórica había sido más bien curiosa con los sucesivos gobiernos, pero en la gestión de Milei jamás volvió a hablarse del asunto hasta ahora.
- Con la convertibilidad de Carlos Menem no había retenciones, pero ya existía el diferencial de retenciones: a los productores de soja se les aplicaba un derecho de exportación de 2,5%, que castigaba solo al poroto y no a sus derivados, el aceite y los pellets.
- Con el regreso de las retenciones agrícolas en 2002, en plena expansión de la soja, ese diferencial creció a 3 puntos porcentuales, agrandando la brecha. Así, cuando la soja llegó a pagar el 35% de derechos de exportación, en la peor época de Cristina Presidenta del “vamos por todo”, sus subproductos tributaban el 32%.
- En el gobierno de Mauricio Macri este diferencial se mantuvo hasta que Luis Miguel Etchevehere, que venía de la Sociedad Rural, asumió como ministro de Agroindustria, quien bregó para eliminar el diferencial, provocando el primer gran enojo de la industria aceitera.
- Cuando Alberto Fernández asumió la Presidencia en 2019 necesitaba financiamiento, y como siempre recurrió a las grandes exportadoras. Por eso en una primera instancia el ex ministro Martín Guzmán, volvió a aplicar en octubre de 2020 el diferencial de 2 puntos: El poroto tributaba el 33% y la harina y el aceite el 31%.
- En octubre de 2022, necesitado de dinero urgente, el propio Guzmán volvió a anular el diferencial histórico, y mandó la plata a rentas generales.
- En marzo de 2023 ya había asumido Sergio Massa como nuevo ministros, y necesitaba dinero para el fideicomiso más escandaloso, el Fondo de Estabilización del Trigo Argentino (FETA). La plata del diferencial se usó para ello. Pero ese proceso venció a fines de 2023.
- El 31 de diciembre de 2023 ya había ganado Milei, que mantuvo las alícuotas del poroto en el máximo de 33% y amagó seguir recaudando el diferencial. La excusa fue que esa plata -equivalente a unos 400 millones de dólares al año- se usaría para compensar la pérdida por no subir en la Ley Bases, como estaba previsto inicialmente, las retenciones a las economías regionales. Pero finalmente eso no prosperó y la brecha volvió a ser de 2 puntos, de 33 a 31%.
Ahora, unos meses después, el propio gobierno libertario vuelve a ajustar el diferencial en beneficio de la industria aceitera, y esto podría ser un dato clave en este inusual proceso de “retenciones temporales”, o con fecha de vencimiento al 30 de junio.
Como anunciaron las autoridades, “para acceder a la reducción temporaria de Derechos de Exportación, los productores (debería haber dicho exportadores) deberán liquidar a los 15 días de presentada la Declaración Jurada de Venta al Exterior (DJVE), sin obligación de embarque, que se mantiene por 360 días desde la Declaración Jurada. También se podrá optar por no utilizar el beneficio y liquidar en plazo normal”.
Esto -de funcionar- implicará un flujo de divisas anticipadas desde las grandes exportadoras de granos y subproductos hacia el Banco Central, que servirán para calmar las aguas inquietas en que se mueve el dólar financiero y que han requerido del Banco Central destinar gran cantidad de dólares ahorrados del superávit comercial. Pero habrá que ver si las aceiteras quedaron conformes con esta rebaja de medio punto en el diferencial.