En la localidad de San Pedro, en el norte bonaerense, hay 153 viveros familiares que se caracterizan por ser muy diversos en su composición. Uno de estos hace exactamente 90 años está inscripto en el Ministerio de Agricultura de la Nación (actual Secretaría de Agricultura). Se llama El Surtido, y en los años 30 fue el segundo vivero de esta localidad bonaerense habilitado por Senasa para comercializar sus plantas, que se distingue por producirlas totalmente a campo y casi de modo tan artesanal como el primer día.
De la mano de José Luis Gobbato -tercera generación de viveristas en esta familia- en El Surtido trabajan más de 20 hectáreas y desde sus orígenes se ha especializado en la reproducción de frutales de pepitas y carozo. Las variedades son casi las mismas con las que comenzó su abuelo, desde que llegó de Italia a principios del 1900, con la intención de prosperar en estas tierras.
“El 13 de noviembre del 2024 cumplimos 90 años de inscriptos, pero mi abuelo ya hacia viveros desde años anteriores. Así que nuestro vivero tiene más de 100 años seguro. Siempre hicimos lo mismo, mi abuelo toda su vida, después mi papá y ahora yo. Somo tres generaciones completas que hacemos viveros”, dijo orgulloso Gobatto a Bichos de Campo. El productor de 55 años, solo sueña con que la tradición familiar continúe con su hijo de 18 años.
Muy ceñido a lo que ha sido la clásica producción en los viveros de San Pedro, José Luis contó que sigue trabajando exclusivamente “al aire libre”, es decir sin invernaderos ni macetas.
“Tenemos más o menos unas 25 hectáreas y hacemos toda la producción a campo, en el suelo, no en contenedores. Y hacemos especialmente frutales, todo lo que es manzana, pera, duraznos, ciruelas, cereza. pero también hacemos algunos arbustos, coníferas y forestales”, enumeró Gobatto.
El productor recuerda que su padre se focalizó en levantar plantaciones más grandes, con fines comerciales. Pero en este momento, la situación económica y las dificultades para producir lo han obligado a multiplicar plantines para la venta por unidad.
“Hoy se hace casi exclusivamente el vivero para la venta directa al público. Ya la venta masiva de frutales como se hace en Río Negro, esencialmente de manzanas y peras, no la hacemos acá en San Pedro. Nos hemos tenidos que adaptar a la situación y ahora se hacen plantas más que nada para traspatios jardines, cercos y barrios privados”, precisó.
Sin embargo, cuando José Luis habla de El Surtido, no logra desprenderse de su historia, que en definitiva es la saga de su familia. “Mi bisabuelo vino del norte de Italia. Llegaron a la Argentina en 1905 sin nada, solo con las ganas de trabajar, y ahí empezaron a producir. Pero fue mi abuelo el que de muy chico empezó a trabajar con las plantas. Creo que trajo esa pasión de Europa”, contó el productor.
-¿Y por qué piensa que en San Pedro existe tan grande cantidad de viveros?
-Acá los campos son muy chicos y no son rentables para hacer agricultura. Después nos favorece la ubicación geográfica. En esta zona se puede producir todo tipo de planta, cosa que por ahí más al sur se hielan y más al norte el calor las quema. En esta zona podemos producir casi todas las variedades. Es una zona muy buena para sembrar.
-Teniendo en cuenta las variedades que trabajan, ¿cómo encaran la comercialización?
-Vendemos directamente al público, sin intermediarios. Llegamos a todos los puntos del país: desde Ushuaia a la Quiaca. En todas las ciudades de la Argentina tenemos clientes. Hace muchos años que estamos en el rubro y ya tenemos clientes de dos y tres generaciones, en una misma familia.
Pero El Surtido, a pesar de ser un vivero de larga data, no escapa al problema actual de la escasez de mano de obra. “Trabajamos con muy poca gente, generalmente son 4 o 5 empelados y dependiendo la época del año. En el vivero el trabajo es totalmente manual. Son pocos los trabajos que se hacen utilizando herramientas. Es un trabajo bastante artesanal, sacrificado y muy duro. Se hace todo al aire libre, así que no es un trabajo sencillo. Por eso es difícil conseguir empleados que se adapten a estos trabajos y particularmente a la producción a campo”, explicó.
-¿En qué tecnología te apoyás?
-La verdad que tecnología utilizamos muy poco. Solo empleamos el riego por goteo y no en toda la superficie. Hacemos, más o menos el 10% de la superficie total porque no tenemos bombas de agua en todos los campos. Dependemos muchísimo del clima.