Este año la campaña de cultivos de invierno en el sur de Buenos Aires está repleta de contradicciones agronómicas y a partir de ahí divergencias en los rendimiento de trigos y cebadas. Es que con una ola de calor de una semana entera a fines de octubre, las condiciones que venían siendo ideales para una campaña exitosa se desmoronaron en algunos casos.
Particularmente la cebada acusó esta inclemencia climática. En plena cosecha del cereal, ya se descarta que buena parte de este no tenga la calidad suficiente para llegar a la industria cervecera, y si tendrá destino de forraje. En cuestiones técnicas, grandes cantidades de cebadas cosechadas tienen granos chicos y exceso de proteína, que la dejan fuera del circuito de la maltería.
Esta problemática genera adversidades para los productores, que sembraron cebada aspirando a llegar a una calidad de malteo, y verán fuertemente recortado el precio al tener que destinar el producto a otra industria.
Con este panorama, Bichos de Campo entrevistó en un lote de trigos de Pehuen-Co, al sur de Buenos Aires, a Guillermo Pugliese, coordinador técnico para el sur de la provincia del Bunge, y de esta forma conocer el panorama que está abriendo para los productores que apuestan a la diversificación.
En ese diálogo, Pugliese afirma al micrófono de este medio: “Tuvimos un octubre muy seco y un septiembre bastante seco. Y un golpe de calor de fines de octubre que hizo bastante daño principalmente a los cultivos de cebada. Se cosechó en noviembre, que nunca en el mes de noviembre en el sudeste de Buenos Aires había cosecha de cebada. Este año se adelantó la cosecha alrededor de dos semanas que es un montón, y eso habla del impacto grave que sufrió la cebada”.
Luego de una cuenta rápida, el agrónomo asegura que en determinadas condiciones, con campos que sufrieron esa inclemencia y poca capacidad productiva, las pérdidas económicas serían muy gruesas: “Hay una diferencia de cerca de 35 dólares entre lo que es una cebada forrajera y una cervecera, a favor de la cervecera”, analiza Pugliese.
Con este contexto de márgenes ajustados, le preguntamos al especialista de qué forma los productores pueden empezar a cambiar la realidad para obtener beneficios, a lo que responde que la diversificación puede ser la llave para eso, al menos agronómicamente. Ahí entran a jugar los cultivos energéticos como colza, camelina o carinata. Sobre la colza Pugliese describe: “Este año por suerte ya se sembró en varios partidos y es una muy buena alternativa dentro de los cultivos de invierno, porque cortas con malezas y con enfermedades típicas de las gramíneas. Hoy hay dos problemas importantes que son las malezas, y las enfermedades de suelo que hacen que los cultivos no terminen bien, asique es una buena alternativa la colza como también la puede ser la camelina en algunos en algunos ambientes”.
Mirá la entrevista completa con Guillermo Pugliese:
Con este panorama, Pugliese anima a que la siembra de estos cultivos pueden significar una vuelta de tuerca para las habituales rotaciones, sin desmerecer el lugar de rey y reina del territorio que tienen el trigo y la cebada: “Trigo y cebada van a seguir siendo los fuertes. Son cultivos que están muy adaptados a una condición fría como es esta zona. Esta zona, por sus características de precipitaciones y temperaturas, hace algo que se produce entre abril y noviembre. Después es seco. La colza o la camelina no van a reemplazar el 100% del trigo. Si es un complemento, y es una muy buena alternativa para limpiar campos para no tener malezas”.
Para Pugliese, esto también representa un beneficio económico adicional: “Cuando uno diversifica, es como que entra platita de distintos lugares, de distintas cajas. Generalmente no fallan las tres o las cuatro cajas. Puntalmente cada año o hay un mal precio de un producto o de otro, pero no de todos. Entonces diversificar hace eso también, un poco más estable la el ingreso del productor”.