A pedido sobre todo de Bolivia, las Naciones Unidas declararon el 2024 -que ya está en su epílogo- como Año Internacional de los Camélidos. La intención era poner de manifiesto que los camélidos son un recurso de subsistencia clave para millones de hogares de más de 90 países.
Como camélidos se incluyen tanto los sudamericanos que conocemos nosotros (guanacos, llamas, alpacas y vicuñas) como los camellos y dromedarios de las películas. Todos ellos contribuyen a la seguridad alimentaria, a la nutrición y al crecimiento económico de las comunidades que tienen la dicha de tenerlos, además de poseer una gran relevancia cultural para muchas comunidades de todo el mundo.
De estas cuatro especies, hay dos que son domésticas (la llama y la alpaca) y dos que son silvestres (el guanaco y la vicuña). Esta situación (sobre todo en los dos últimos casos) dificulta la posibilidad de tener un cálculo preciso sobre los stocks existentes.
Perú es el principal productor de camélidos sudamericanos del mundo con poco más de 5 millones de cabezas entre las cuatro especies, de las cuales 3,6 millones son alpacas y representan más del 85% de las existentes en el mundo. En el caso del guanaco, el gran reservorio mundial (según las últimas oficiales) es la Argentina, donde habría 550 mil ejemplares sobre una población total de 600 mil. Los productores de ovinos, sin embargo, hablan de poblaciones descontroladas, de varios millones.
Las existencias de camélidos “formalizadas” en la Argentina (es decir, con dueño conocido) es mucho más moderada. Según datos de la Secretaría de Agricultura las existencias de camélidos vienen creciendo en los últimos años y ya se ubica en 277.332 cabezas, de las cuales la mayor parte (219 mil) son llamas, hay 38.598 alpacas y solo 19.585 guanacos.
Estas existencias registradas de camélidos están en manos de 6.340 productores o unidades productivas (muchas pueden ser comunidades). La inmensa mayoría de ellas se ubican en la provincia de Jujuy, con 4.559 unidades. Le siguen Buenos Aires, con 485; Salta, con 375, y Córdoba, con 312. Hasta en la Ciudad de Buenos Aires hay quienes tienen un total de 39 llamas a fines de 2023.
A mitad de año, en coincidencia con el año internacional de los camélidos, la FAO organizó una serie de reuniones con autoridades de la Secretaría de Agricultura y entidades vinculadas a este tipo de ganadería. El objetivo era realizar un diagnóstico FODA de cada una de estas especies, para ver de diseñar políticas de estímulo a una producción más racional. Todavía no se han publicado los resultados de ese trabajo.
En septiembre pasado, un “gran hito” tuvo lugar en La Paz, Bolivia, donde se realizó el Encuentro Regional sobre Camélidos Sudamericanos, con la presencia incluso del titular de la FAO, QU Dongyu, junto al presidente anfitrión Luis Arce Catacora. La reunión tenía el objetivo de “promover la gestión sostenible de estos animales, como contribución a conservar los ecosistemas y a proteger los medios de subsistencia de quienes dependen de ellos”.
De todos modos, para la Argentina no parece haber mucho para celebrar. La información pública disponible data de 2023. En el caso de la llama, habla de un aprovechamiento muy discreto del recurso, y pinta una economía en franco decrecimiento.
En el caso de la carne de llama, tomando en cuenta la faena con tránsito federal habilitada por Senasa, existe una brusca caída. El año pasado se faenaron solamente 23 llamas bajo este esquema sanitario, apenas 15% de los de un año anterior (219 ejemplares). Había dos plantas habilitadas. “la que tenía predio de Tucumán solicitó la baja en marzo de 2020. Sin embargo, habilita el rubro para la faena de esta especie un establecimiento en la provincia de Jujuy, en 2023”, describe el informe.
En el caso de la fibra de llama, “se observa una disminución importante en los movimientos de fibra en la última zafra 22/23. Se estima que se debe a la retracción del mercado externo de fibras naturales, ocasionado principalmente por los conflictos bélicos”, es la excusa oficial. El desplome es atroz, pues se registró la producción de solo 4 toneladas de fibra, contra 55 mil toneladas de la temporada anterior.
Pasando al guanaco, las autoridades argentinas solo registraron en 2023 la faena en establecimientos habilitados por Senasa de 135 cabezas. Solo había un establecimiento en la provincia de Santa Cruz que tenía ese status federal. Tampoco la esquila de guanacos para la fibra parece tener un gran destino en el país. El gobierno detectó la exportación de 270 kilos de fibra a Italia (el 99% lavada) por unos 60 mil dólares.
Recientemente, según informó Bichos de Campo, se realizó la primera exportación -también a Italia- de 400 kilos de fibra de vicuña, que es la más cotizada a nivel global por su finura. En este caso, la esquila de los ejemplares silvestres requiere de una compleja organización de las comunidades de la puna jujeña.
Obviamente estos son los pocos datos nacionales disponibles. La mayor parte del aprovechamiento de los camélidos con presencia en el país se realizan a escala local, y por lo tanto no quedan registros.
Quisiera crear guanacos donde se. Condiguen