“Tuve mi época universitaria como escritor de poemas bajo el alter ego “hacedor de mangrullos”, esa época que ibas al ciber para usar una computadora con internet y mandaba poemas a conocidos y amigos, hoy leo desde Stephen King y (José) Saramago hasta (Estanislao) Bachrach, (José Miguel) Mulet o Guadalupe Nogués”, cuenta Esteban Bilbao, durante el último capítulo de El podcast de tu vida (capítulo 110).
Nació en capital federal pero promediando su niñez se mudó a Necochea, donde había unos campos de la familia. Hijo de psiquiatras, antes de agronomía -carrera que finalmente hizo- pensó en medicina o veterinaria, pero finalmente primó la agronomía y, sobre todo, pensarse en el campo, “no en una oficina o un consultorio”.
Junto a su hermano Agustín llevan adelante Viento Sur, una empresa que brinda asesoramiento agronómico, y desde hace una década ha puesto la lupa en las aplicaciones selectivas, pensando en una producción sostenible. Referente de AAPRESID en la zona, ha estado también en CREA, formó parte de la puesta en marcha de AAPCE, la Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos,
Casado con Fernanda, papá de Sofía de 11 y Julia de 7, ha jugado al rugby, le gusta hacer asados (“en la semana puede salir rápido un matambrito de cerdo y entraña, con más tiempo, asado, tira, morcilla, chori, vacío… suelo tener algunos cortes congelados para prender el fuego cuando quiero sin tener que salir corriendo a la carnicería”) y supo bailar en el centro vasco necochense. Pasen y lean…
-Contame de tu infancia. Porque naciste en capital. Buenos Aires. ¿En qué barrio te criaste? ¿Haciendo qué? ¿qué te gustaba hacer?
-Me críe en lo que hoy es Las Cañitas, a media cuadra de Luis María Campos, cerca del Hospital Militar y la cancha de polo. Pero en esa época era un barrio. Vivíamos en una casa que habían comprado mis padres. Eso fue hasta los 7 años. Lo que más hacía era jugar al fútbol en el club de barrio… probé Taekwondo, pero no duré mucho, y los fines de semana nos íbamos mucho a Los Cardales que en esa época también era distinto de ahora, era un pueblo chiquito, que había una casa de la familia de mi madre y pasábamos lindo ahí los fines de semana.
-Bien, decías que a los siete años se mudaron a Necochea. ¿Qué te acordás de eso? Olores, sabores, anécdotas…
-Te voy a decir una no tan buena antes de las buenas… y que no es tan recuerdo porque hoy sigue pasando. El campo de la familia de mi padre queda contra el río Quequén, y suele haber una cantidad de jejenes impresionantes… ese es un recuerdo de chico, pero muy vívido porque hoy lo seguimos sufriendo. Pero fuera de eso, cuando nos vinimos a vivir acá, a Necochea, más que nada por calidad de vida, porque ellos tenían su consultorio en capital, trabajaban en el Hospital Fernández, y tomaron la decisión de venirnos. Teníamos ya una historia familiar en Necochea. Más allá del campo. Pero no había quedado nadie. Y cuando vinimos en el campo había una casa antigua que mis padres pusieron en condiciones, pero estaba sin electricidad, sin gas, pero que todos los fines de semana nos servía para quedarnos ahí.
-¿Y tus padres psiquiatras sabían de campo?
-No, no lo explotaban, estaba alquilado, pero íbamos al campo y a esa casa. Ahí me acuerdo del olor a sudor de caballo, el olor a dama de noche, la humedad que subía, salir a ver las estrellas, las estrellas fugaces. Esas son las cosas que más se me vienen. Y con mi abuela materna, que ya no vive, por ahí nos acompañaba a pescar algún bagre al río.
-Llegó el momento de estudiar y elegiste agronomía, y no psiquiatría o psicología, incluso medicina. ¿Qué te imaginabas haciendo? ¿Qué querías ser o hacer?
-Como bien decís, podría haber sido medicina o psicología, lo que no me imaginaba era trabajando todo el día adentro, sea de un consultorio o de una oficina. Y lo que me gustaba mucho era curar los animales. Mi hermana más grande tenía carnet de conducir, mi hermano Agustín, más grande que yo, era el que tenía más cancha con los caballos y a mí me gustaba curarlos o si se agusanaban atenderlos. Entonces, cuando pasaba algo se armaba algo se armaba el equipo: mi hermano nos llevaba, mi hermano lo agarraba y yo los curaba.
-Con esto que me contás, me imagino un veterinario…
-Claro, me gustaba mucho la parte de producción animal y pensaba en veterinaria de animales grandes. Pero no había mucha salida laboral en la zona. Entonces pensé, me voy a estudiar agronomía, y aprovecho algo de lo que tiene la carrera de producción animal. Ya durante la cursada me gustó toda la carrera de agronomía. Además, hablando con Agustín, mi hermano, tres años mayor, que también estudiaba en Balcarce, a la Unidad Integrada con INTA, y ya pensábamos en armar algo juntos. La carrera me gustó toda, logré hacer lo que quería que era trabajar gran parte del día afuera y no adentro. Cuando me recibí empecé a trabajar de encargado en un campo, de Gastón Fernández Palma, acá en la zona. Y ahí tenían algo de ganadería, trabajé unos meses ahí y después ya me junté con Agustín para asesoramiento en agricultura.
-¿Qué te gusta de lo que hacés hoy? ¿Qué identificás que te motiva hacer tal o cual cosa?
-A mí algo que no había pensado que podía gustarme y me gusta es la transferencia de información. Me entusiasma y me gusta cuando preparo una charla para darle a colegas, a productores, a empresas. Eso me motiva mucho. No es algo de todos los días, pero se mecha con lo de todos los días que es lo que nos da la información para armar esas charlas. En definitiva, es el hecho de ayudar que, en definitiva, hubiera estudiado lo que hubiera estudiado, gran parte del trabajo es estar ayudando a otro. Nosotros trabajamos de ayudar a los productores y en parte a las empresas. El conocimiento técnico se adquiere, el manejo humano y el lograr ayudar a una persona a buscar nuevas soluciones me motiva mucho.
-Aprovecho y te hago un comentario sobre las carreras universitarias, puntualmente agronomía. Creo que no se enseña mucho lo que es recursos humanos, ¿no? Es algo que se va adquiriendo, pero no se aprende en la etapa universitaria.
-Creo es una de las patas que falta. Yo tuve la suerte de que cuando empecé a trabajar se había formado la regional Necochea de AAPRESID, de la mano de los Fernández Palma y mi hermano Agustín era asistente técnico. Un par de años después Agustín dejó y entré yo, estuve durante 8 años. Fueron muy formadores para mí en coaching, oratoria, etc., que me dieron herramientas importantes para trabajar este tema.
-¿Podés identificar el legado que recibiste de tus padres?
-Puede sonar trillado, pero es la realidad y se ve reflejado en la personalidad de mis hermanos también. Una es la honestidad, con lo que eso conlleva; otra es la cultura de trabajo, que nos cuesta no verlo en otra gente; y la tercera, la importancia de la familia, somos todos muy familieros.
-Te hago una de lo que hacen con tu hermano, puntualmente de las aplicaciones selectivas, dirigidas, sitioespecífico y lo que se viene en todo esto. Sabés que este no es un podcast técnico, pero querría preguntarte por ¿Qué te entusiasma de lo que viene?
-Nosotros entramos por el aumento de la problemática de malezas, el aumento del costo de control. Empezamos a investigarlo cuando se empezó a complicar en la zona. Incluso armamos una startup que terminó no funcionando, pero la cosa es que cuando yo recorro un lote, si yo pudiera amontonarlas todas en un rincón sería el 5-10% de la superficie del lote, cuando aplicamos todo el lote entero, bueno, más allá del costo es un despropósito ambiental. Por eso, el tema de la eficiencia productiva, en este caso, si sólo el 10% del lote tiene malezas, logremos que sólo se aplique un en 10%. Con eso lo que hemos hecho es divulgar información e impulsar que se adopten estas tecnologías, que vemos que es necesaria, que se repaga con el ahorro que tiene el productor en costo de herbicida y ambientalmente es el día y la noche. Esto conlleva inversión y trabajo, pero se puede hacer mejor.
-Bueno, llegamos al pin-pong de El podcast de tu vida y arranca preguntando si tenés algo que te resetee, que te cambie la bocha para al día siguiente retomar los problemas…
-Me gusta mucho leer. Pero hasta que me voy a la cama no logro hacerlo. La música contaría, pero ya en la camioneta vengo con música a veces. Y muchas veces puede ser hacer ejercicio o gimnasia en casa. Y salir al parque de Necochea, de unas 400 hectáreas, con el perro o con mi mujer, también por la playa. Todo eso me despeja la cabeza. Aunque no logro hacerlo tan seguido. Lo que sí hago más habitualmente y me despeja muchísimo es prender el fuego.
-Bueno, bien, de varias puntas que me dejaste vamos a hablar. Pero antes quiero preguntarte si alguien que vive en una ciudad marítima, ¿Lo sigue valorando? ¿O como lo tiene no lo valora?
-Yo elijo vivir acá porque tengo cerca la familia. Pero también por las condiciones naturales de Necochea: el mar, el parque, el río, el campo, claro. Con lo cual, depende de cada uno, lo que no lográs es pasar todos los días para ver el mar, pero sí es algo que me encanta. Y lo sigo siempre teniendo en cuenta.
-¿Y en algún momento se te ocurrió hacer algún deporte en el mar?
-Me agarraste en la pata flaca. Ja. De chico navegaba en optimist, que se hacía en la pileta del puerto, no tanto a mar abierto. Y andaba en morey, que es lo que hoy sería el body, pero no más que eso. He tenido mi etapa de usar los kayaks sit-on-top para barrenar olas, pero los últimos años me he metido muy poco. Pero tengo pendiente hacer surf. Mi hija mayor y mi mujer ya se metieron. Yo me quedo cuidando a la más chiquita, pero en breve, cuando podamos hacer los cuatro, voy a probar.
-¿Qué te gusta leer? ¿Por dónde vas cuando lees?
-Me gusta un poco de todo. Más que nada novelas. He leído mucho Stephen King, Saramago, y me gustan los ensayos, por ejemplo, Estanislao Bachrach, José Miguel Mulet y Guadalupe Nogués, lo que me pasa es que a la noche no me da mucho la cabeza para leer cosas complejas por eso juego a dos puntas: estoy con la novela en la mesa de luz y el fin de semana agarro un libro de los que me ayudan a encontrar nuevas herramientas.
-¿Y la parte de escritor? ¿La has hecho en otro momento? ¿La seguís haciendo ahora cada tanto?
-Tuve una faceta en la universidad en la que creé un alter ego, que mandaba mails como el “hacedor de mangrullos”. Era una época en la que ibas a un ciber para usar una computadora con internet y mandar mails a tus amigos. Y por ahí mandaba mails con poemas de cosas que me venían pasando, o cosas que había leído y me hacían sentido. Y trataba de salir de la rutina y mirar las cosas desde otro lado. Es una falta de respeto hacia el género, pero lo que he escrito siempre es poesía, sin técnica, no en prosa. Y en mi etapa más adulta, con menos tiempo porque necesitás conectar para que salga algo, aunque a veces voy en la camioneta se me dispara algo, y lo he dedicado a escribir notas técnicas pero con alguna vuelta de tuerca o una metáfora.
-¿Y en la parrilla? ¿Cuáles son los cortes preferidos? ¿Qué no puede faltar en tu asado?
-En la semana normalmente matambrito de cerdo o entraña, por gusto de la familia en general y por rapidez. Y cuando es asado, de tira, puede ir morcilla, chorizo, vacío y si fui a hacer las compras el día antes, porque suelo tener cortes congelados para hacer asado cuando quiero, estoy equipado, también van unas mollejas.
-¿Has tenido o tenés mascotas? ¿Te marcaron?
-Siempre perros. Desde la casa de mis padres. Creo que marcarme me marcaron todos. La que más me marcó literal fue la primer perra que tuvimos viviendo en Buenos Aires, que era una siberiana, era un perro de moda, y me dejó marcado porque me mordió varias veces, tenía un problema de carácter, probablemente un tema nuestro por la crianza. Y después siempre hemos tenido en lo de mis viejo y me ha gustado ocuparme de los perros, limpiar lo que ensucian, sacarlos a pasear. Y con mi familia ahora hemos tenido un ovejero alemán y un ovejero belga. El belga se llama Bilbo, el tuve un ovejero alemán anterior que se llamaba Frodo, la cosa venía por “El señor de los anillos”, y el ovejero alemán se llama Rocket, que viene por el lado de Marvel y Los Vengadores. Me encantan. También le veo un rol de guardianes y cuidadores.
-¿Algún lugar, ciudad, que conozcas y recomiendes para ir?
-El primero es Necochea, siendo local siempre le pedimos más a la ciudad pero la parte natural es fantástica. Y un lugar que siempre me llama mucho es Purmamarca, Jujuy. Y siempre que puedo me gusta volver o hacer otra parte de la misma zona.
-Cuando elegís mirar series o películas ¿qué te gusta ver?
-Hoy me cuesta hacerme el tiempo entre viajes y querer leer. Pero el fin de semana elegimos con las chicas para ver en familia. Y después, solo, el género terror me tira bastante, me entretiene. Y tuve toda una época que veía más películas que me hacían pensar. Siempre me acuerdo una española, “La lengua de las mariposas” que en su momento me significó mucho. Y series, de todo, por ahí más thriller, y cosas entretenidas, para despejar la cabeza.
-Si pudieses tener algún superpoder, ¿Cuál elegirías?
-Te voy a dar mi primer respuesta que me dicen que no es un superpoder, pero me encantaría tener super-paciencia… la trabajo pero me cuesta mucho. Fuera de eso me gustaría ser invisible para entender cosas de las personas.
-Si pudieses subirte al Delorean, el auto de Volver al Futuro, ¿A qué momento irías? ¿Qué fecha le ponés?
-Siempre me intrigó muchísimo, me iría a sentar a charlar con Jesús. Saber qué pensaba. Y en lo personal, antes de venir a veranear a Necochea, de chiquito, íbamos de campamento a Uruguay en la frontera con Brasil, un lugar que se llama Fortaleza. Que hay un parque gigante, acampábamos ahí. Me gustaría volver a sentir eso que sentía con 4-5 años en ese lugar mágico.
-¿Un tema musical que te sea significativo?
-Es la pregunta más difícil de todas. Siempre fui muy fanático de Charly, y me sigue gustando, pero hoy elijo una banda local, pero que tiene proyección nacional, se llama “El plan de la mariposa”. Que me significa mucho a mí y a mi familia, vamos a los recitales juntos. Y dejo dos temas: la que vamos a poner se llama “El riesgo”, que tiene ritmo, para el que vaya viajando. Y la otra es “Esquina de la sombra”, que es más tranqui pero se las recomiendo también.