Por aproximadamente 15 años Raúl Ebertz, se dedicaba al oficio de carnicero. Pero hace tan solo un año que abrió su propia fabrica de chacinados en la localidad bonaerense de Carhué. En El Arriero, que es el nombre del flamante emprendimiento, el charcutero ahora no deja ningún casillero vacío y elabora desde chorizos clásicos hasta jamón crudo.
La historia de Raúl con los fiambres no comenzó el 1 de octubre del 2023, con la apertura de su planta, sino que es algo que aprendió desde niño, cuando veía a su padre haciendo una y otra vez “carneadas caseras”, que compartía con familiares y vecinos.
“Hace unos 15 años que vengo haciendo lo que es carnicería, pero ya mi viejo venía haciendo chorizo para nosotros, así que lo vengo mamando medio de chico”, contó Ebertz a Bichos de Campo. También apunta que eran bien recibidos -por aquellos clientes que visitaban la carnicería- los chorizos caseros que elaboraban junto a su esposa. Todo esto significó el empujón para crear su propia marca de fiambres.
Mirá la entrevista completa:
Por supuesto, que para producir y comercializar a la escala de una fábrica, Ebertz tuvo que pasar por las distintas habilitaciones que se requieren para estos casos. “Optamos por hacer una fábrica para poder vender en distintos comercios y en pueblos vecinos. Entonces fuimos al Ministerio y pedimos todos los requisitos para poder hacerla como corresponde. Hoy estamos habilitado para vender en toda la provincia de Buenos Aires”, dijo orgulloso el carnicero.
Y le va bien. Tanto que Raúl no descarta la posibilidad de extender sus fronteras y comercializar sus elaboraciones en otras zonas del país ya que cuenta con una amplia variedad de productos. “La fábrica está diseñada y pensada para hacer todo tipo de productos. Hoy estamos produciendo todo lo que es chorizo fresco. Tenemos tres variedades, chorizo parrillero, el clásico. Después hacemos un parmesano y uno de pimentón”, detalló.
“Después tenemos la línea de seco. Tenemos tres variedades:, salamines picados finos, salamines con queso y salamines picado grueso. En lo que es cocido tenemos morcilla negra, morcilla blanca y paté. Mientras que en lo salado tenemos la bondiola, jamón crudo y panceta”, enumeró.
Si bien Raúl reconoce que su vida cambió y, tiene más responsabilidades desde que dejó de ser carnicero para transformarse en un fabricante de fiambres, le complace saber que sus productos gozan de gran aceptación. “Estamos empezando a vender en la zona y estamos teniendo muy buena aceptación. A medida que van probando nos llaman clientes nuevos de distintos negocios y de distintas zonas. Eso está buenísimo para nosotros porque eso significa que van probando el producto y les gusta”, dijo.
En este punto, según precisó Ebertz, el secreto está en mantenerse haciendo un producto artesanal ceñido a la receta original. “Tratamos de mantenernos como un negocio muy familiar y que el producto sea muy artesanal, que en definitiva es lo venimos mamando desde chico”, insistió.
-¿Si tuvieras que pensar un año después, decís que valió la pena este salto de carnicero a fabricante?- le preguntamos.
-Todavía no soy consciente de lo que hice. Pero lo que hacemos, y lo hacemos para la gente. A nosotros la gente no ha respondido desde siempre y nos responde muy bien. Entonces una forma de agradecerle es con esto. O sea, si nosotros podemos hacer un un buen producto y que a la gente le guste, me parece que va por ahí.