La Argentina es un país acostumbrado a sufrir grandes frustraciones. En cierto tramo de la historia, se come a los chicos crudos. Pero a la vuelta de la esquina, ya aparece con la cola entre las patas. La falta de continuidad de las políticas públicas es una de las explicaciones de este proceso tantas veces repetido.
Con la producción de cannabis medicinal y cáñamo industrial, dos derivados de la misma planta, la cannabis sativa, que han logrado ser despegados de la marihuana y por lo tanto dejaron de ser objeto de persecución penal, parecía que iba a suceder una gran cosa: luego de dos leyes emitidas por el Congreso las promesas de desarrollo e inversión del sector. Hay que recordar al primer ministro de Producción de la gestión de Alberto Fernández, el economista Matías Kulfas, prometiendo en 2021 que para 2025 esta nueva industria iba a generar para 2025 unos 10.000 nuevos empleos, ventas al mercado interno por 500 millones de dólares anuales y exportación por 50 millones anuales.
Estamos llegando a 2025 y nada de eso sucedió. Por el contrario, los emprendedores que creyeron en este desarrollo están alarmados porque las indefiniciones en la política publica que siguieron a esas promesas los tienen en jaque, mientras ven que los años pasan y otros países -en especial Brasil- están tomando el camino del cual la Argentina parece haber desertado.
Una vez más la frustración sobrevuela la escena: Y esta vez no es culpa de un gobierno o del otro, ya que los problemas comenzaron cuando el ex ministro de Economía Sergio Massa colocó al frente de la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME) a un intendente aliado que no entendía una jota del tema, y continúa ahora con el gobierno de Javier Milei, que puso todo en revisión sin contemplar las situaciones de quienes invirtieron mucho dinero y todavía no pueden operar en un marco de legalidad y normalidad, porque no tienen las licencias respectivas.
Tal es el grado de desesperación de estos actores, que a principios de noviembre presentaron en sociedad la Cámara Industrial del Cannabis y el Cáñamo (CAINCCA). “No se puede obstaculizar más el desarrollo industrial del sector”, señalaron sus principales directivos.
En el programa Colonia Agropecuaria hablaron con uno de esos emprendedores para entender la situación: Alejando Mancuso es secretario de la flamante CAINCCA y titular de un emprendimiento llamado Botanicanns, un vivero especializado que cumple con las certificaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y es la primera empresa argentina en condiciones de exportar flores del cannabis para elaborar aceite en Europa. Instalado en el partido bonaerense de San Vicente, Mancuso y sus socios arrancaron en 2019 y todavía hoy no pueden comercializar su producción.
-No se entiende muy bien qué pasa. ¿Por qué de ser una gran promesa hoy están cerca de terminar todos en una gran frustración?
-La incertidumbre es compartida por parte del sector. Fue uno de los motivos que nos impulsó a formar una nueva cámara empresarial. Nosotros somos como una multisectorial, porque estamos quienes somos productores de derivados, los viveros multiplicadores, empresas que crean maquinaria. Entendemos que hay un montón de gente que está directa e indirectamente vinculada y que necesita de que esta industria funcione efectivamente. Decidimos conformar la Cámara para entre todos, con las problemáticas que tenemos cada uno en nuestro sector particular, unirnos y tratar de empujar un poco las políticas públicas que vemos que le siguen faltando a la Argentina.
-¿A pesar de que hubo dos leyes dedicadas al cannabis medicinal se puede decir que falta política pública en este sector?
-A pesar de que hay dos leyes exactamente, sí, porque tenemos una ley de investigación, que es la 27.350, que lo que permite es lo que sería investigación, y luego de sus reglamentaciones también incluyó el programa de pacientes. Pero además tenemos la ley 27.669, que es la que permite la industrialización del cannabis, sus derivados, la importación, la exportación. Con lo importante que es eso: la Argentina en estos momentos está álgida de dólares, de generación de empleo. Tenemos una industria que ya está en capacidad de exportar, y que incluso ya ha comenzado sus primeras exportaciones. Entonces realmente nos cuesta comprender por qué motivo y sin ninguna explicación se ha decidido paralizar la actividad de un día para el otro.
-¿Cómo es posible paralizar una actividad?
-Básicamente se paraliza por consecuencia de los dos gobiernos que interfirieron en esta cadena productiva desde que se aprobó la ley. En la gestión anterior, porque se tomaron casi dos años, para no terminar de cumplir con la ley y no terminar de regular la cadena productiva y poner en marcha esta industria. Pusieron un intendente que no tenía ningún tipo de vinculación con el cannabis, que no era profesional y que no sabía absolutamente nada. Nosotros venimos sufriendo de esa paralización. Y pasamos a una nueva gestión que entró también con desconocimiento, y que en vez de conformar el directorio de ARICCAME, como establece la ley, no decide conformar esa agencia y por el contrario decide nombrar un interventor.
-¿La ARICCAME debería tener un directorio?
-Exactamente, que tiene un presidente a cargo del Ministerio de Economía y después tiene un vicepresidente a cargo del Ministerio de Salud y tres directores de distintos ministerios, Seguridad, Agricultura y Ciencia y Tecnología. Pero el interventor que nombra al gobierno nacional, saca una nueva resolución en la que dice: “nosotros vamos a avanzar únicamente con cáñamo no psicoactivo, lo cual para nosotros es una denominación ya novedosa, porque el cáñamo no es psicoactivo. Saca una resolución que dice que es lo único que se va a poder hacer.
Al emprendimiento de Mancuso, que había logrado un permiso provisorio entregado por la gestión anterior que le permitió comenzar a trabajar, la gestión actual ahora les dice que ese permiso provisorio no les va a servir, y que ahora se van a tener que reconvertir y hacer únicamente grano, semilla o fibra, es decir productor que nada tienen que ver con el cannabis medicinal.
“El cáñamo industrial y el cannabis medicinal, si bien son la misma planta, tienen dos utilidades completamente distintas y dos modelos agronómicos completamente diferentes. Entonces, ¿cómo se paraliza esta industria? Bueno, diciendo que no se va a derogar la ley, pero que tal vez en el 2026 empecemos a dialogar sobre el cannabis medicinal y cómo reactivar esa industria nuevamente. Y retrasando la institucionalización del ARICCAME y la conformación de este directorio donde intervienen todos los ministerios interesados”, se quejó el emprendedor.
-Contanos tu caso. ¿Cuál es el proyecto que hoy se ve entorpecido por la falta de normas claras?
-La empresa se llama Botanicanns. Nosotros estábamos pidiendo licencia, como establece el decreto reglamentario, por cinco años. La gestión anterior, como veía que se le venía al final de su mandato y no querían entregarlo sin hacer nada, quisieron entregar permisos provisorios sin establecer qué se podía hacer con esos permisos. Entonces se entregaron unos permisos con los cuales ninguna de las empresas que los recibió pudo trabajar ni pudo hacer nada, porque no establecían para qué servían esos permisos. Esta nueva gestión lo que hizo fue reconocer esos permisos provisorios, pero vencen en diciembre y tampoco vamos a poder seguir haciendo nada. Nuestra empresa que se dedica a lo que es cultivo e investigación con el foco específicamente puesto en la exportación.
-¿La exportación de aceite? ¿La exportación de genética?
-La exportación de inflorescencia, específicamente. De flores. Nos encantaría poder hacer un producto de segunda etapa, trabajar con los derivados y hacer un aceite, pero para eso ya necesitas un laboratorio habilitado y es otro tipo de industria. Entonces inicialmente decidimos profesionalizarnos en lo que sería la producción y apuntar a los mercados como Israel, Alemania, Australia, que son grandes compradores de este tipo de producciones para hacer derivados o directamente para su comercialización en farmacia. Somos la única empresa del sector privado en la Argentina que ha logrado la certificación de la OMS. Estamos en condiciones de poder comenzar a exportar, tenemos acuerdos ya con Portugal, con Alemania. Pero, sin embargo, la actual gestión nos dice que no podemos exportar y que no podemos iniciar operaciones.
-¿Con qué argumentos?
-Simplemente por una cuestión burocrática, porque tampoco es que objetan el proceso ni cuestionen nada de la producción.
-Suena raro en un gobierno que repite que cada uno es libre de hacer y producir lo que quiera, si es lícito lo que produce.
-Claro, y nosotros no solo estamos haciendo una producción lícita, porque tenemos un convenio de investigación con el INTA, el cual tiene un comité coordinador al cual se le rinden informes, tenemos un proyecto de investigación aprobado por el Ministerio de Salud, estamos inscritos en el Senasa, en el Renspa, también tenemos cuadernos de trazabilidad de todas las actividades que se hacen en el vivero, además estamos inscritos en la Anmat, como laboratorio inscrito en el régimen de sustancias sujetas a control especial. Además estamos inscritos en todas las categorías del INASE, como productores bajo condiciones controladas, multiplicadores. O sea, tenemos una multiplicidad de permisos y de burocracias que hemos tenido que sortear durante todos estos años que realmente nos dejan sabor amargo porque no han servido para nada, nos han servido para encontrarnos frente a un momento donde estamos analizando la paralización de actividades, porque si no nos permiten seguir trabajando, ¿qué vamos a seguir produciendo?
-¿La reconversión al cáñamo no es posible?
-Nosotros no hacemos cáñamo, hacemos cannabis medicinal para exportación y nos encantaría también abastecer el mercado interno, porque de hecho venimos trabajando con laboratorios que venían trabajando en la producción de aceites y de medicamentos, que ahora tampoco los podemos abastecer.
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-¿Y mientras tanto seguimos importando aceite o consumiendo ese aceite de cannabis de dudosa procedencia?
-Los laboratorios que hoy tienen productos habilitados en farmacias, sus ingredientes farmacéuticos activos, sus principios activos los están importando. Y los están importando de laboratorios de Suiza que compran su materia prima en Uruguay. Es una locura, se produce en Uruguay, se va a Suiza, se manufactura, y vuelve a Argentina. Nosotros sacamos dólares para pagar eso y encima cuando tenemos una industria que a está en condiciones de abastecer, desde el sector público, desde el sector privado, cientos de empresas que han invertido y que han apostado, con una ley aprobada, con una reglamentación aprobada…
-¿Y qué dicen el presidente sobre esta situación insólita?
-Cuando nosotros veíamos los discursos de campaña, que si bien no se han centrado en el cannabis, lo hemos escuchado al presidente Milei decir que mientras esto no generara un gasto para el Estado, no tenía inconveniente en que esta industria sucediera. Y esto no solo que no genera un gasto para el Estado en absoluto, sino que genera recaudación, que genera puestos de trabajo, ingresos de divisas. Es realmente doloroso ver como no se para solamente la producción sino para atrás a toda la cadena que trabaja con el cannabis, pero además también se afecta a los pacientes, que no pueden acceder a un producto trazable y de calidad.