Los datos oficiales muestran un evidente retraso en la comercialización de la soja argentina 2023/24 y eso explica en gran medida el nerviosismo del equipo económico del gobierno nacional.
Al pasado 30 de octubre –último dato oficial publicado– las ventas de soja 2023/24 sumaban 31,3 millones de toneladas, una cifra equivalente al 62,0% a 62,6% de la cosecha total estimada para el presente año (50,0 a 50,5 millones de toneladas según la Bolsa de Comercio de Rosario o la Bolsa de Cereales de Buenos Aires respectivamente).
Se trata de un número, en términos relativos, muy bajo considerando la historia reciente, dado se encuentra en torno a nueve puntos por debajo del promedio registrado entre 2018/19 a 2021/22. Las campañas 2017/18 y 2022/23 no son comparables porque fueron afectadas por desastres climáticos.
La lectura de muchos funcionarios del gobierno argentino –el “lapsus” del jefe de Gabinete Guillermo Francos se explica en el marco de esa lógica– es que gran parte de los productores no vende porque está esperando una devaluación.
Pero la realidad es bastante más compleja. Por un lado, buena parte de esas toneladas que aún no entraron en el circuito comercial o que están comprometidas pero sin precio hecho no son en realidad de los empresarios agrícolas, sino de los propietarios de campos que reciben su pago mensual, bimestral, trimestral, etcétera, en “valor grano” y tiene la opción de fijar precio cuando necesitan efectivo o cuando lo consideran conveniente.
En lo que respecta a la mercadería en manos de los productores, en la actual coyuntura global no es el factor cambiario el determinante, sino el contexto geopolítico.
Con la victoria de Donald Trump, regresa la “guerra comercial” de EE.UU. contra China, que ahora viene reforzada por una contienda que incluye también a la Unión Europea y Canadá. El conflicto también puede llegar a involucrar –increíblemente– a México.
Los productores argentinos tienen muy fresco qué sucedió durante la primera presidencia de Trump, cuando la “guerra comercial” contra China derivó en una suba fenomenal del precio FOB de la soja sudamericana en desmedro del valor del poroto estadounidense.
La gestión del físico, de todas maneras, no invalida la realización de coberturas en el mercado de futuros y opciones del Matba Rofex, aunque, claro, para el gobierno argentino eso no tiene ninguna importancia en términos cambiarios.