Maya Takagi es una ingeniera agrónoma brasileña, de inocultable ascendencia oriental, que se especializó en políticas públicas y desarrollo económico. Fue secretaria de Seguridad Alimentaria y Nutrición en su país y por eso participó activamente de la implementación del plan “Hambre Cero”. Luego se incorporó a la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y llegó a ser líder regional del Programa Estratégico para la Reducción de la Pobreza Rural. Ahora la tenemos en Buenos Aires, actuando como Representante en Argentina de ese brazo de las Naciones Unidas.
La FAO celebra cada 16 de octubre el Día Internacional de la Alimentación. Un día antes, el 15, además ha instituido el Día Internacional de la Mujer Rural. Ambas fechas están estrechamente relacionadas con los objetivos del trabajo de Tagaki. Por eso decidimos entrevistarla.
-Sos brasileña y has trabajado muchísimo tiempo, tanto en el gobierno de Brasil como en la FAO en temas de pobreza rural y desarrollo. ¿Cómo ves primero la cuestión del género en el campo, esta celebración del Día Internacional de la Mujer Rural?
-Es un tema muy relevante porque, como sabemos en los medios rurales, la mujer tiene un rol importante económico, social, y además obviamente de apoyo a toda la familia, que queda muy invisibilizado. Aparecen en general todas las contribuciones asociadas a los jefes de familia que son hombres, pero el rol de la mujer en los medios rurales es fundamental para el desarrollo rural y económico de un país. Por esto la FAO, las Naciones Unidas, además de instituir el Día Mundial de la Alimentación el 16 de octubre, instituye el Día de la Mujer Rural también para hacer este homenaje a estas grandes colaboradoras de la seguridad alimentaria en el mundo.
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-Hay alguna estadística que dice que el 50% de los alimentos es producido por mujeres. No sé si será así, pero seguramente que están involucradas en los procesos.
-Sí, yo diría que sí, pero ahí hablamos de toda la cadena. Hay lo que llamamos producción primaria, donde más clásicamente vemos el productor del campo. En la producción agrícola tienen un rol importante las mujeres,m aunque muchas veces no se reconoce, por ejemplo, la titularidad conjunta de la tierra. Ahí empieza. En general el título de la tierra se da a los hombres. Entonces hay una meta dentro de los ODS (Objetivos para el desarrollo sostenible) de garantizar esta doble titularidad y reconocer este rol. Pero el rol de la mujer queda más evidente en la cadena de procesamiento de alimentos, en la preparación, el procesamiento. Porque todo este alimento que va a camino del consumidor, para llegar hasta allá requiere de una participación importante de las mujeres. El ideal obviamente es que podamos preparar una alimentación sana en nuestras casas, pero muchas mujeres obviamente con el trabajo que tienen fuera tienen este doble rol de proveer económicamente a la familia. Entonces es importante también prestar atención al rol compartido de la alimentación, del preparado, del cuidado. Ahí estamos hablando de cuidado de niños, pero también del cuidado de adultos mayores, que cada vez más se acumula en la
familia y también recae en las mujeres. La llamamos carga doble o triple laboral.
-Vamos a la segunda fecha que se conmemora: el 16 de octubre, día de la alimentación. El último informe de la FAO está marcando un decrecimiento en las metas que se había propuesto la humanidad para tratar de resolver el problema del hambre en el mundo. El 9,2% de la población global sufre algún tipo de subnutrición, y esto me imagino que les preocupa.
-Sí, nos preocupa porque la meta inicial obviamente es eliminar el hambre hacia 2030, y lo que vimos por ejemplo desde mediados de los años 2000 es que el porcentaje se ha estancado. Por ejemplo, de 2015 a 2019 se ubicó en alrededor de 7,5%, pero en 2019 nos cayó el Covid y este porcentaje se incrementó, y hoy está en 9%, con un incremento de 1.5 puntos porcentuales.
-¿Qué significa eso?
-Esto representa que estamos estancados en este número de 733 millones de personas en el mundo con hambre, con subnutrición, que es el término técnico del informe de la FAO. Ya hace tres años estamos estancados y esto nos hace cada vez más difícil lograr la erradicación. La buena noticia es que América Latina y el Caribe fue la única región en que ha decrecido este porcentaje desde 2021. Estamos acá en 6% de personas en subalimentación en nuestra región.
-De todos modos, siguen siendo indicadores alarmantes, ¿no? Si uno le pone cara a esas 730 millones de personas… ¿Cómo no logramos resolver esto? ¿En qué estamos fallando como sociedad organizada?
-Exactamente. En primer lugar hay que llamar la atención al tema, porque muchas veces no se pone en evidencia. Hay una necesidad importante de brindar esta evidencia para que logremos coordinar políticas, porque son políticas de diferentes naturalezas las que se necesitan. Especialmente políticas para el desarrollo rural, porque gran parte del hambre se explica hoy por la pobreza extrema, por la falta de capacidad de familias a comprar los alimentos. Porque no es un problema de falta de producción, ¿no? Esto ya hace décadas que ya se concluyó.
-¿Entonces el mundo produce suficiente para alimentar a la población? Otra estadística dice que se desperdicia del 16 al 20% de los alimentos que se producen.
-No es un problema de oferta de alimentos, exacto. La pobreza extrema se concentra en dos tercios en los medios rurales porque tienen menos infraestructura, menos capacidades, más informalidad; los empleos son informales, son ocasionales. Entonces, hay que dar un apoyo para el desarrollo en los medios rurales, aunque obviamente la pobreza se concentre en términos numéricos en las áreas urbanas y periurbanas. Hay que tener obviamente protección social, hay que tener políticas de generación de empleo, hay que tener políticas también asociadas al desarrollo de estos canales de abastecimiento de los alimentos saludables. Las familias no tienen ingresos suficientes, pero el costo también es alto, lo que se hace que las familias busquen alimentos más baratos que en general son menos saludables.
-Vos has sido funcionaria en tu país, Brasil, que se propuso en algún momento esta consigna del “Hambre Cero”. ¿Es posible resolver este flagelo sin políticas públicas? Es un problema que el mercado, está visto, no ha logrado resolver.
-Sí, hay que tener políticas amplias de calidad, o sea, hay que tener un diagnóstico de dónde está esta pobreza, dónde están las necesidades. Fue así que Brasil hizo con el Hambre Cero. Fue una política coordinada con diferentes áreas, de desarrollo social, de agricultura, de salud, de educación. Este conjunto de acciones, sumadas las fuerzas, para responder a este desafío importante de la inseguridad alimentaria, tiene capacidad de abordar incluso superar la inseguridad alimentaria. Tanto que en 2016 Brasil con orgullo pudo decir “salimos del mapa de la pobreza, del hambre”. Ahora de nuevo se volvió con todo lo que pasó con el Covid, pero ya está poniendo de nuevo la meta de volver a salir del mapa del hambre.
-¿No te parece que a veces se invisibiliza, que nos acostumbramos demasiado con vivir con esta pobreza extrema y hambre? Me imagino que ese es el sentido también del Día Mundial de la Alimentación: sacudirnos un poco para que no nos acostumbremos.
-Exactamente. Así fue en el inicio del Hambre Cero en Brasil, hubo también mucha resistencia de la sociedad, incluso para reconocer la existencia del hambre, porque mucha gente tiene vergüenza de reconocer que en su país hay millones de personas con hambre. Por eso hay que poner evidencia, hacer estos estudios regionales, decir quiénes son, cómo viven, por qué pasan por esta condición, y qué se puede hacer los países para abordar el tema y garantizar el derecho a la alimentación. Volviendo al Día Mundial de la Alimentación, este año el lema es “Derecho a los Alimentos para una Vida y un Futuro Mejores”. Porque el hambre que pasan las personas hoy tiene un impacto para toda la vida, tiene un impacto en los niños.
-.Históricamente las estadísticas de la FAO que se publicaban todos los años mostraban que la Argentina estaba cerca de cifra de hambre cero. El país quizás enfrentaba problemas de mala nutrición, pero en términos de subnutrición prácticamente no figuraba. Pero en los últimos años esto ha empezado a cambiar. ¿En la Argentina no podemos tampoco hacernos desentendidos? ¿En algún momento el hambre empezó a estar también entre nosotros?
-Las cifras de la alimentación en Argentina no son malas en términos comparativos, porque la publicación última de FAO compara el periodo de 2004 a 2023, casi 20 años, y se recalcula todos los años. Para el promedio de 2021/2023 era de 3.2%, o sea más bajo que la región, donde la cifra de hambre es de 6%, es como la mitad. No es una mala cifra, pero siempre es importante estar atento.
-Especialmente con la crisis económica actual…
-Yo creo que el tema de los precios de los alimentos, la inflación del periodo más reciente, puede haber impactado. Los números todavía no reflejan, hay que ver esto más adelante. Por otro lado, la otra cifra, que es la de prevalencia de inseguridad alimentaria moderada a grave, que en el mundo es como cerca del 30%, en Argentina se encuentra en 19%. Es decir que 2 en cada 10 personas tienen inseguridad alimentaria moderada a grave. No saben, en algunos casos, si van a tener ingresos suficientes para alimentarse todos los días de la semana, o que tenga la calidad que debe tener esa alimentación.