La reina retorna. La siembra de soja prevista para este año crecerá y se ubicará en niveles inéditos en años, puesto que el maíz, su principal competidor por el área sembrable a lo largo del país, enfrenta una adversidad agronómica producto de la chicharrita, que recortó fuertemente la producción de cereal la campaña pasada.
Es así que la soja, que supo ser reina casi absoluta de las tierras cultivables de verano, volverá a ser lo más sembrado a partir de las próximas semanas, en medio de un contexto de bajos precios, altos costos de producción, pago de derechos de exportación y otras ecuaciones financieras desfavorables para los productores.
Este fenómeno particular que se da en las tierras argentinas, es advertido y explicado por Ricardo Bergmann, productor agropecuario CREA de Monte Buey, en Córdoba, y vicepresidente de la Asociación de la Cadena de Soja (ACSOJA.
En diálogo con Bichos de Campo, Bergmann destaca que, a pesar de las buenas expectativas para la próxima campaña, las condiciones económicas actuales están dificultando las inversiones necesarias para maximizar rendimientos.
“La soja nunca dejó de ser un cultivo fundamental en Argentina. Este año, vemos un aumento en el área sembrada, impulsado por la sustitución del maíz debido a problemas sanitarios. Sin embargo, la macroeconomía sigue siendo un factor limitante”, señala Bergmann. Aunque el clima ha mostrado signos de mejorar y la demanda internacional es alentadora, las retenciones y los altos costos de producción siguen pesando en la balanza.
“Los márgenes brutos son ajustados, y en muchas situaciones, los números no cierran. Esto se ve agravado por el contexto de un fenómeno El Niño que puede afectar la disponibilidad de agua en la región núcleo”, explica. La presión tributaria y los derechos de exportación son, según él, dos de los principales obstáculos que desalientan a los productores a adoptar nuevas tecnologías y a realizar inversiones en fertilización y mejora de suelos.
Sin embargo, a pesar de estas dificultades, el productor argentino tiene una idiosincrasia de seguir sembrando pese a todo, y testigo de eso es la soja: “Aunque el panorama es complicado, la soja sigue siendo una opción viable. Hay un impulso por parte de los productores para volver a sembrar, no solo por el potencial de rentabilidad, sino también porque la soja es un cultivo que históricamente ha demostrado ser resiliente ante adversidades”, apunta Bergmann.
Bergmann también hace hincapié en la necesidad de una recomposición tributaria que permita una mayor rentabilidad y competitividad. “Hoy, un productor argentino enfrenta una diferencia de casi 100 dólares por tonelada en comparación con sus pares en Brasil, lo que es insostenible a largo plazo”, afirma. Además, destaca la importancia de contar con un marco normativo que proteja la propiedad intelectual de las semillas, fundamental para fomentar la innovación en el sector.
Con fábricas trabajando al 40% de su capacidad, Bergmann subraya que todos los actores de la cadena deben unirse en la búsqueda de soluciones. “El cultivo de soja tiene el potencial de generar entre 70 y 80 millones de toneladas. Para lograrlo, necesitamos oxígeno y un marco de políticas que apoye la producción”, concluye.
Mirá la entrevista completa con Ricardo Bergmann:
– Históricamente se dice que cuando pasa un fenómeno como este, los productores van hacia un planteo más defensivo. ¿Es lo que está por pasar en esta campaña que está por empezar?
– Hay dos aspectos importantes. Primero, el maíz lamentablemente sufrió un tema sanitario muy importante el año pasado. Esa pérdida grande va a producir que haya un reemplazo de cultivo, que en gran medida lo tomará la soja. Sin embargo, es una realidad que hoy los números económicos de los márgenes brutos del cultivo de soja están demasiado ajustados. En un clima incierto, básicamente por un fenómeno El Niño que está pronosticando menos cantidad de agua en la zona núcleo, el productor va a tener que ajustar mucho los números. La contrapartida es que lamentablemente no va a haber gran inversión en tecnología, porque al ser los números tan ajustados, el productor no se va a animar a aplicar nuevas tecnologías.
– Varios informes de entidades como la Bolsa de Rosario y de Buenos Aires hablan que la soja en algunas condiciones ya no es negocio ¿El productor apuesta a esto? ¿En qué condiciones?
– El productor no puede volver para atrás. Siempre tiene la idiosincrasia de seguir creciendo. Cada año invierte alrededor de 20.000 millones de dólares. Imaginate que algunas inversiones son de 3.000 millones, pero el productor sigue apostando. Lo que sí va a acomodar es los números y le apostará más o menos de acuerdo a cuál es la circunstancia de cada momento. La soja necesita fertilización; se está llevando más de lo que le devuelve al suelo. Pero en este contexto, es imposible. Si se agrega un número de restitución de fósforo, directamente se pierde plata. Hay cambios y tecnologías que no se pueden instrumentar porque los números están tan ajustados.
– ¿Qué en un mundo ideal o en un año ideal debería cambiar rápido para que el productor apueste por la soja como tiene que ser?
– Lamentablemente, no es para contradecir, pero evidentemente la presión de los derechos de exportación hace mucho al incentivo. Un productor de Brasil tiene una diferencia de casi 100 dólares por tonelada con respecto al argentino. Debemos hacer una recomposición y hablar con el gobierno actual, que ha hecho un cambio de paradigma muy grande. Estamos apostando a este nuevo paradigma, pero necesitamos un aliento para poder producir e incorporar más tecnologías. También hay deudas dentro de la cadena, como el tema de las semillas, donde los semilleros locales, que son importantísimos, necesitan protección de la propiedad intelectual. La cadena completa necesita un respiro, que para el productor signifique rentabilidad y no una carga más.
– ¿Qué debería pasar para que el productor pueda obtener esos 70, 80 millones de toneladas?
– Necesitamos negociar con el gobierno y plantear que, para que el cultivo explote, necesitamos oxígeno. Siempre recuerdo que en 2016, con el gobierno de Cambiemos, se sacaron los derechos de exportación de trigo y maíz, y eso permitió un aumento significativo en la producción. El cultivo de soja necesita un tratamiento similar. Debemos desmalezar el lote, pero políticamente y económicamente. Si todas estas variables se ajustan, la soja puede ser un cultivo fundamental con un tonelaje muy importante, beneficiando a todo el país.