Aún siendo considerado como uno de los mayores exponentes de la producción regenerativa a nivel tanto local como regional, el ingeniero agrónomo Pablo Borrelli se siente más cómodo en el traje de un tipo sencillo. Claro que eso no le impide disfrutar, a sus 68 años recién cumplidos, de todos los éxitos profesionales que cosechó con los años y que hoy comparte con sus hijos.
Conocido en el sector por ser uno de los fundadores de Ovis 21, el movimiento que promueve la aplicación del manejo holístico en agricultura y ganadería para hacer de ellas producciones regenerativas, su trayectoria profesional tuvo como piedra basal a la producción ovina patagónica, a la que ya en sus años como estudiante identificó como nociva para el ecosistema.
“Cuando me recibí volví con toda la intención de combatir la desertificación a la que ya tenía identificada como un cáncer, como una enfermedad terminal”, recordó Borrelli, oriundo de Río Gallegos, en una conversación con Bichos de Campo durante la primera edición del evento Regenera Latam en Buenos Aires.
En los años en que se desempeñó como asesor e investigador de INTA –incluso llegó a ser director de la Estación Experimental de ese organismo en Santa Cruz- visitó distintos campos con signos de degradación y adjudicó el problema a las ovejas.
“Mantuve durante mucho tiempo un paradigma erróneo pensando en que el problema eran los ovinos y que había que ajustar la carga. Pero el campo no mejoraba, el productor era cada vez más pobre y en un momento eso hizo crisis. Allí hubo que probar otra cosa y fue cuando nos encontramos con el manejo holístico”, contó el agrónomo, que reconoció que en un comienzo esa palabra sonaba un tanto mística.
Definida por el contrario como la capacidad de mirar el todo, la puesta en práctica de esta nueva forma de entender la producción llegó gracias a sus socios que lo acompañaron.
“Tuve la suerte primero de que uno de nuestros clasificadores de animales australiano había hecho un curso allá; luego que mis socios decidieron poner su campo como uno experimental. Ahí en 2008 empezamos con el manejo holístico y descubrimos el impacto que tenía planificar el pastoreo imitando a la naturaleza, dejando descansos largos. Fue probablemente el momento más sorprendente de toda mi carrera”, relató Borrelli.
Mirá la nota completa acá:
El trabajo cobró real vuelvo cuando el equipo logró reunir fondos para traer al país a un educador australiano, capacitado en manejo holístico y producción regenerativa, y tuvo soporte en ese aprendizaje.
“Aunque iniciamos trabajando por fe, había que hacerlo bien. Cometimos algunos errores al comienzo que hicieron que aprendiéramos de manera dura, entendiendo todo lo que no había que hacer, pero de ahí en más todo mejoró. Nosotros siempre fuimos medio obsesivos de los datos, desde la época en que estábamos equivocados donde medíamos cómo no estábamos progresando. Así que acumulamos datos desde el 2000. Luego empezamos a trabajar por fuera de la Patagonia y eso nos resultó relativamente más fácil, porque si logramos funcionar en el peor lugar para hacer esto, cualquier otro sería más sencillo”, señaló el agrónomo, que con los años pudo llegar a su propia definición de regeneración.
“La regeneración se puede ver a distintas escalas. Para lo que es producción agropecuaria, la definición que me gusta es la que dice que es una forma de producir en la cual la rentabilidad y la resiliencia vienen de aumentar el capital biológico y el capital social. Esto implica saber qué nivel de compromiso y conocimiento tienen las personas que trabajan en el campo, y analizar el suelo, su productividad, su biodiversidad, la energía solar que captura, etc.”, explicó.
“La lógica regenerativa es que yo todos los años pongo una monedita en una alcancía, mejoro el capital biológico y social. Entonces al año siguiente estoy produciendo desde un lugar mejor. Eso se contrapone con una mirada de corto plazo donde en cada ciclo productivo miné un poco el suelo y no generé nada nuevo. La regeneración se basa en la biomímica, en entender algunos principios básicos de la naturaleza y tratar de copiarlos. Eso nos lleva a un modelo de producción que es de alta productividad, pero a muy bajo o nulo nivel de insumos. Y eso es una gran noticia para todos los productores”, añadió a continuación.
De la mano de una batería de datos y casos de éxito engrosada, en Ovis 21 se preocuparon –y aún se preocupan- por demostrar que esta lógica de producción es aplicable a todos los tamaños de empresas agropecuarias, contrario a lo que muchos podrían pensar.
“Todos pueden regenerar. Y desde el punto de vista social y económico, los productores pequeños son los que más lo necesitan, porque siempre están con el agua al cuello. Todas estas ideas a ellos les significa la diferencia entre seguir en el negocio o seguir perdiendo dinero”, afirmó Borrelli.
En esto fue clave la creación de la Escuela de Regeneración, un espacio donde se desarrollan cursos y actividades educativas bajo esta lógica, que cuenta además con “educadores a domicilio”, que son los técnicos que conforman la red y asisten a los productores a campo.
“Los técnicos se sientan con el productor, con su equipo y van haciendo este camino de tomar decisiones conscientes, no en piloto automático, no porque lo hizo su abuelo. Son decisiones conscientes que buscan hacer las cosas de una manera mejor, acumulando capital social y biológico en cada vuelta que damos”, sostuvo el fundador de Ovis.
-¿Cómo ves a este proceso en Argentina en comparación con la región?- le preguntamos a Borrelli.
-Yo creo que todos tenemos cosas que aprender. Por ejemplo, Costa Rica es un país que en general está avanzado con respecto al resto de Latinoamérica. Sí en volumen veo que muchos de los nodos que hoy están en el Instituto Savory trabajando en esto han salido de nuestra escuela. Es decir que nosotros de alguna manera fuimos los que sembramos esa semilla. Hoy tenemos equipos trabajando en Chile, en Uruguay, en Ecuador, en Colombia y creemos que todos están haciendo una contribución muy importante.
-A la cuestión biológica, social y también educativa se le sumó ahora la pata económica, porque tenemos datos y forma de demostrar que lo que hicimos es también de alguna manera comercializable. ¿Sentís que el mercado se está de alguna forma acoplando a esto?
-Sí, con distintos niveles de madurez. En distintos países se va dando con más intensidad que los consumidores están educados y están buscando los productos regenerativos. En otros países menos. Nosotros tenemos dos programas para monetizar los servicios ambientales, estamos logrando que los productores que hacen regeneración puedan tener una fuente de ingresos que sean retribuidos por ese servicio tan importante. Realmente el premio por hacer regenerativo es poco significativo como para que algún productor tome una decisión. Por eso ahora los recursos del carbono son de otra escala, y hoy estamos a punto de comenzar a tener ingresos por carbono. Creemos que eso cambia el juego y esperamos que sea un acelerador.
-¿Qué futuro le ves a Ovis 21?
-Le veo un enorme futuro porque creo que estamos en el momento adecuado, con la madurez suficiente. Esto ya no es un experimento, no es algo que vamos a ver si funciona. Acá la evidencia está toda y las capacidades fueron desarrolladas. Nosotros hemos invertido en capital humano. Hoy tenemos más de 100 técnicos acreditados cubriendo todo el territorio argentino y Paraguay, y tenemos mucha expectativa, mucha esperanza de que seamos un instrumento de cambio, de un cambio que se necesita con urgencia. No tenemos todo el tiempo del mundo, tenemos aproximadamente una década para decidir si vamos a ser parte del problema o vamos a ser parte de la solución de esta crisis ambiental.
-¿Ves que el tope son 10 años?
-Como van las cosas, en una década el planeta va a tener una crisis mucho mayor que la del COVID, porque vamos a calentar dos grados la temperatura del planeta, con lo cual toda la parte climática va a ser impredecible y toda la producción de alimentos va a ser muy complicada. Vamos a tener migraciones masivas, lugares donde vamos a tener hambrunas. Basta con entrar a la página de la NASA y ver datos oficiales de todo esto. Nosotros esperamos ser instrumentos de cambio, ayudar a esta transición, porque detrás de toda esta amenaza también hay una enorme oportunidad. Lo más riesgoso que podemos hacer hoy con la ganadería es hacer de cuenta que no pasa nada y seguir haciendo lo mismo.
-Tampoco la salida es matar a las vacas como propusieron algunos países.
-Esa es una muy mala idea que refleja la incomprensión de cómo funciona la naturaleza. La naturaleza necesita a los herbívoros y los únicos que tenemos hoy, mal o bien, son los herbívoros domésticos. Y los seres humanos necesitamos alimentar a una población, así que hay un rol en la producción de proteínas de origen animal, con pautas altísimas de bienestar animal, que no tienen hormonas y que producen un montón de nutrientes que son esenciales para el desarrollo humano.
No caben dudas de que INTA es una institución esencial para el desarrollo agropecuario argentino, organismo que permite la formación y el desarrollo de experiencias en situación real de producción que finalmente se traduce en una actividad económica sostenible como la desarrollada tanto en Patagonia como en La Rioja.
muy i teinresante
quisiera estar en contacto
Muy linda nota. Felicitaciones.