Rosario de Lerma es sin dudas el corazón del Valle de Lerma, en el centro de la provincia de Salta. Ahí, al pie de los cerros, en un paisaje de ensueño, se agrega un elemento que hace aún más dulce el paisaje norteño: las frutillas de Rubén Calderón.
Las frutillas de Rubén, que celosamente las cultiva en tres hectáreas alquiladas, tienen una particularidad según su sembrador: son más dulces y ricas que las demás, incluso que las jujeñas.
Rubén analiza el enclave productivo que lo llevó a sembrar tres variedades de frutillas, aprovechando las cuestiones naturales que allí hacen de una frutilla única según el productor: la amplitud térmica de las altas temperaturas de día y las bajas de la noche, le dan un grado de dulzor único e inigualable a estos frutos. Y le proporcionan un tamaño inusual.
Las frutillas de Rubén crecen rodeadas de tabaco. Para llegar a su finca hay que recorrer varios cientos de hectáreas de tabaco, donde se divisan otras tantas estufas para secarlo, postal icónica de la región. El tabaco representa el 90% de la actividad el Valle de Lerma.
Pero hay quienes como Rubén, se rebelan contra ese destino, y hacen otra cosa sobre el tabaco. Y como Quijotes, le disputan de a poco hectáreas a este demonio de hoja grande que consume la industria tabacalera, pero que sostiene comunidades enteras.
En el caso de Calderón, son 3 las hectáreas que la frutilla le ganó al tabaco. Y no solo eso. Representa un medio de vida para él y los 5 empleados que necesita para llevar adelante la producción.
Cuenta Rubén que todo comenzó hace tiempo, cuando empezó a ensayar con algunas plantas en su casa, y vio que el clima era distinto al de Tucumán y Jujuy, de donde se abastece habitualmente a la gran urbe salteña, la capital provincial.
“Es un emprendimiento, comenzó bien pequeñito, te digo que comenzó con mil plantas, al fondo de donde vivía. Fue un ensayo, fue un ensayo para aprender cómo se maneja, cómo se comporta la planta, los climas, y teniendo en cuenta que Salta es un clima más frío, más fuerte que nuestro norte, o una zona tropical como Tucumán, como Jujuy. Así que yo creo que fui aprendiendo para adaptarme al cultivo y ver cómo se comporta la planta a este clima del Valle de Lerma”, recuerda Rubén a Bichos de Campo.
Lo que más descubrió Rubén en el Valle de Lerma, además de las variedades que sembró, es que por el clima que tiene, con esa marcada amplitud, incrementar el grado Brix a las frutas. “Probás una frutilla y es bien dulce, rica, sabrosa. Eso hace que puedas competir en los mercados y además la durabilidad de la fruta te hace también que des un paso al mercado para poder competir con las demás frutillas”.
Mirá la entrevista completa con Rubén Calderón:
Cuenta Rubén, que debe competir contra otras producciones que llegan a abastecer el centro urbano de Salta Capital, y ahí entra la frutilla del Valle como espada en esa lucha: “Sabemos que Jujuy es un productor muy grande de frutilla. Hace frutilla pensando en venderle a Salta. Tucumán también se sobrepasa de volumen de producción y empieza a mandarla a Salta. O sea que ya chocan las dos frutillas, la jujeña y la tucumana y eso hace que el precio caiga de la frutilla”, analiza.
Para competir y abrirse paso entre la jujeña y la tucumana, Calderón explica las condiciones climáticas que hacen de la del Valle de Lerma, mejor que sus competidoras: “Han sido muy cambiante los climas, entonces hemos tenido el año pasado un julio con tres heladas, casi nada. Fue la helada en junio, un par de heladas fuertes más y casi nada. Entonces la frutilla se acelera, se pone casi al mismo nivel de la jujeña y empieza a alargar. Porque es una planta que produce a los 60 días, según las variedades. Hay variedades precoces con 50 días, 55 días, que ya empiezas a cosechar”.
Respecto de las variedades, cuenta Rubén que a pesar de los años de experiencia, se sigue aprendiendo del comportamiento de la planta, y su fruto. Tambien se sigue ensayando con variedades que darán nuevas experiencias a los consumidores salteños. La más extendida por el Valle es la variedad Camino Real, que según Calderón es el “caballito de batalla”. Pero también se siembran San Andreas, Rociera y Frontera. “Son las variedades que se trabajan para aprender, para ver cómo se comporta también la planta”, dice Rubén.
Esas tres hectáreas en las que produce Calderón, son hectáreas que eran de tabaco. Incluso en la visita a su finca, se pueden observas las primeras frutillas a punto de ser cosechadas, y los lotes contiguos en receso a la espera de agosto, que es cuando comienza la campaña tabacalera.
“Le ganamos algunas tierras al tabaco, sí. Aprovechamos que como la frutilla es un cultivo que le gustan las tierras nuevas, descansadas, libres de patógenos de frutilla, entonces se comporta muy bien la planta”, asegura Calderón.
Es ahí que surge la pregunta de por qué no hacer lo mismo que hacen todos, tabaco, si es rentable. A lo que Rubén responde: “Yo comencé con la frutilla allá por el 2011. Me gustó el comportamiento de la planta, producir algo que a mí me gusta, el manejo. Es algo que, no sé, vos salís con tu frutilla brillosa, linda, dulce, y la gente te dice, tráeme más, tráeme más. Y entonces uno está pensando en la siguiente campaña, producir, crecer, aumentar. Teniendo en cuenta que comenzamos con mil plantas, hoy en día estamos trabajando con 80.000 plantas, ponerla en segundo año y 60.000 plantas de nuevo año”.
En el sendero del crecimiento, y la producción exitosa que Rubén lleva a cabo, analiza los pasos a seguir a futuro: “A veces uno no sabe, no consigue tierra, busca dónde puede estar cómodo por el tema del agua, uno necesita si o si el agua constante para la frutilla. No es como alguna otra verdura que por ahí regás una vez a la semana. Esto no, esto tenés que estar todos los días con mucha frecuencia, necesitas el agua y hay que encontrar tierras que tengan el agua así disponible. Vamos a ver y tratar todavía de seguir alquilando, arrendando”.
Aun así, el proceso de expansión de la frutilla del Valle de Lerma, y las hectáreas que podrían sacarle al tabaco, son solo una quimera. Lo explica bien Calderón: “Salta tiene en el Valle del Herma, Chicoana, Rosario, El Carril, La Merced, Cerrillo, Campo Quijano una estructura formada hacia el tabaco, así que es muchísima la mano de obra que genera el tabaco. Esto también genera mano de obra, pero es alta la inversión por hectárea en la frutilla, a diferencia del tabaco. Y por eso es muy difícil competirle y ganarle un poco de terreno. Necesitamos una empacadora, lugares donde se enfría la fruta, se despalilla, para exportar la fruta. Por ahora la forma de comercializar es directa, el consumo es directo. Se cosecha y se vende a consumo nada más”.