Mientras la mayor parte de los técnicos, académicos y empresarios están preocupados por el problema del “achaparramiento del maíz”, otro asesino silencioso de los rendimientos del cereal viene ganando posiciones de manera mayormente inadvertida.
En la campaña 2023/24 la región CREA Santa Fe Centro llevó a cabo dos ensayos comparativos de rendimiento de maíz para evaluar 18 híbridos en siembra temprana y 26 en tardía.
El sitio de maíz temprano, por falta de lluvias a inicio de la campaña, sufrió el retraso de la fecha de siembra respecto de la óptima para la zona, pero, a pesar de eso, mostró buen comportamiento en cuanto a rendimientos gracias a las buenas condiciones climáticas experimentadas durante diciembre y enero. Así el promedio de rendimiento del ensayo fue de 8777 kg/ha con un rango que varió desde los 7475 a los 10.059 kg/ha. Nada mal.
La historia cambió por completo con los ensayos de maíz tardío, los cuales, si bien se desarrollaron en buenas condiciones climáticas durante todo el ciclo, sufrieron el ataque del “achaparramiento del maíz”, provocado por un complejo de agentes, entre los que se identificaron la bacteria Spiroplasma (Spiroplasma kunkelii) y el virus del rayado fino del maíz (MRFV), ambos transmitidos por la “chicharrita del maíz” (Dalbulus maidis).
La noticia de grandes pérdidas provocadas por el “achaparramiento” no sorprende a nadie a esta altura del partido. Pero lo que sí es una novedad es que apareció un problema que puede llegar a transformarse en otro “problemón”.
“La evaluación de la tecnología MIR 162 en los sitios de ensayos de maíces de la zona Santa Fe Centro en campañas anteriores mostraron siempre una muy buena a excelente performance, con conteos que no llegaban a promediar 1% de espigas afectadas por Helicoverpa zea (oruga de la espiga)”, señala el informe de la región CREA Santa Fe Centro.
“Sin embargo, en la campaña 2023/24 se observó que los materiales sembrados presentaron alta cantidad de espigas atacadas por esa oruga”, añade.
La cuestión es que el evento MIR 162 –que está presente en los híbridos Viptera 3, Leptra, Power Core Ultra, VT4 PRO y Trecepta– debería proteger a la planta de los ataques de la oruga de la espiga, lo que representa un posible quiebre de la resistencia del evento.
No es la única zona en la cual se informó en la última campaña situaciones de quiebre de resistencia por parte de H. zea. Si un grupo cada vez más numeroso de orugas resistentes al evento MIR 162 se expande por la mayor parte de las regiones agrícolas argentina, entonces la producción de maíz –junto con la sostenibilidad de los sistemas agrícolas– pasará a representar un desafío mayúsculo.
El hecho de que el maíz esté bajo un fuerte ataque biológico es solamente una parte de la “película” porque, además de la incertidumbre climática, el cultivo debe ir a pelearla luego de haber donado varios litros de sangre al Estado nacional a través de los derechos de exportación del 12% del valor FOB.
Es decir: las “defensas” tecnológicas del maíz no pueden alcanzar un estado óptimo al no contar con los recursos necesarios para encarar el desafío productivo.
Algunos productores, en el actual contexto, creen que ni vale la pena dar pelea y decidieron darse de baja para reducir o directamente eliminar al maíz de la paleta de cultivos por sembrar en 2024/25.