Casa 2 de julio se celebra en la Argentina el Día de la Agricultura Nacional, con el objetivo de conmemorar que ese día, en 1948, se sancionó la Ley de Arrendamientos y Aparcerías Rurales, que posibilitó que muchos pequeños arrendatarios accedieran a la propiedad de la tierra.
Los primeros beneficiados de esa ley del primer peronismo fueron 78.000 chacareros y el número aumentó con el paso de los años. Hasta ese momento, la mayoría de los colonos debían “arrendar” una porción de tierra a los grandes hacendados o estancieros.
Hoy buena parte de ese proceso histórico en el que los productores accedieron a tener su propio campo está en franca reversión, pues los descendientes de aquellos agricultores en algunos casos se hicieron profesionales, cambiaron de actividad y se convirtieron en rentistas: alquilan sus campos a una cantidad menor de productores que quedan en carrera.
En muchos otros casos, la concentración de la actividad expulsó a los productores genuinos, obligándolos a vender. Entre los censos agropecuarios 1988 y 2018, la cantidad de explotaciones rurales de la Argentina se redujo de 521 mil a solo 250 mil.
Como resultado de ese proceso se estima que actualmente entre el 60 y 70% de la agricultura en la región pampeana se realiza sobre campos alquilados, con lo cual el productor debe hacer frente a un costo de arrendamiento que en las últimas décadas suele fijarse en quintales de soja por hectárea.
Un cuadro de junio pasado elaborado por la Fundación FADA muestra cómo se divide la renta agrícola. El gráfico refleja como entre 2007 y 2024, el margen de ganancia que se lleva el dueño de la tierra es en la mayoría de los periodos superior a la ganancia que le queda al productor, que es quien asume todo el riesgo en este proceso productivo.
De todos modos, según el mismo estudio de FADA, es el Estado Nacional el que se lleva la parte del león del negocio agrícola, al absorber mediante el cobro de retenciones y otros tributos más del 60% de la renta obtenida de una hectárea agrícola en la región pampeana.
El gráfico histórico es elocuente respecto de la baja participación de los productores genuinos en la ganancia de una hectárea agrícola promedio, a expensas de los gobiernos de turno y los dueños de la tierra.
Del mismo cuadro se desprende además que en ciertas ocasiones (la última y más grave fue la fuerte sequía de 2022/23), es el productor quien pierde dinero y se endeuda haciendo agricultura, mientras sus socios forzados (el Estado Nacional y los rentistas) no corren la misma suerte y mantienen sus márgenes dentro del negocio.
Son todas mala onda las notas de esta publicación. Pongan algo más optimista.
No es mala onda es la cruel realidad para los productores agropecuarios que cada vez desaparecen más les quitan entre retenciones e impuestos el setenta por ciento de su producción es imposible que sigan asi