Si de empuje emprendedor se habla, el trabajo de la Fundación GEN, una ONG creada en la ciudad rionegrina de General Roca en 2019, es un claro ejemplo de ello.
Gestada por cuatro socios y amigos, Luciano Rivera, Lucas Calegari, Martin Ancaten y Ricardo Peña, hoy se ha convertido en el epicentro de numerosos desarrollos en el rubro del cáñamo y el cannabis industrial, de la mano de un equipo interdisciplinario formado por cultivadores, ingenieros agrónomos, biotecnólogos, médicos y abogados.
Su más reciente logro, la producción del primer aceite de cáñamo comestible del país, los ha puesto en el centro de la escena de una cadena que tiene todo por crecer.
“Desde que obtuvimos nuestra personería jurídica empezamos a trabajar fuertemente en la parte institucional, al punto de armar la primer Subcomisión de Cáñamo y Cannabis de la Cámara de Comercio de la Industria de General Roca, y de lograr el apoyo del municipio y la provincia para hacer investigación y desarrollo en el Valle. Nuestro objetivo principal es armar un polo productivo porque tenemos las tierras, las condiciones climáticas y la irrigación necesaria”, dijo a Bichos de Campo Luciano Rivera, presidente de la Fundación y cultivador desde hace más de 20 años.
Con varias líneas de trabajo desarrolladas en simultáneo, Fundación GEN se encuentra dividida en dos grandes áreas: la de cáñamo industrial, que tiene su base en una chacra en Roca donde el cultivo se extiende por media hectárea; y la del cannabis medicinal, que se sustenta con la producción realizada en una chacra en Allen, sobre una superficie que ronda el cuarto de hectárea.
“Siempre hablamos de pequeñas escalas porque nos enfocamos en la investigación y el desarrollo, pero sabemos que podemos duplicar o hasta triplicar la superficie. La razón está en que sin nutrir de ninguna forma el suelo, con apenas una labranza mecánica y regando por inundación, conseguimos un buen rendimiento comparado al de otras regiones. Imaginate si nutrimos el suelo y profesionalizamos el cultivo”, señaló Rivera.
En lo que respecta a cáñamo, los emprendedores desarrollaron una variedad propia que se encuentra, desde hace varios meses, en trámite para ser registrada en INASE.
“Es de las pocas, sino la única, que está por debajo del 0.3% de THC. Tiene 0.26%, lo que es prácticamente nada, y tiene también muy poco CBD, por lo que no sirve para hacer medicina. Es netamente industrial”, celebró el cofundador.
En paralelo, también trabajan con las variedades de cannabis Tropicana y CAT 3, registradas en INASE, de las que ofrecen esquejes a otros cultivadores a partir de un vivero que maneja la Fundación.
Enfocándonos específicamente en el cáñamo industrial, el equipo de trabajo se centró en la obtención de tres productos.
“El primero fue una placa de construcción, que la diseñamos en conjunto con el INTI el año pasado. La misma sirve para la fabricación de casas y tiene propiedades ignífugas, además de ser resistente al agua y a los hongos. Ya se están haciendo las últimas pruebas por lo que esperamos largar un comunicado en un par de semanas presentándola oficialmente”, contó Rivera.
A eso se sumó el aceite de cáñamo comestible, el primero en su tipo en el país, cuya producción permitió la de otro subproducto como la harina de cáñamo.
“En términos nutricionales el aceite está catalogado como un superalimento porque tiene omega 3, omega 6, omega 9, potasio, zinc, entre otras cosas. La harina por su parte es altamente proteica y sin TACC, por lo que debe ser consumida en premezclas con otras. Son productos que no deberíamos tener problemas para largar al mercado porque ya están dentro del Código Alimentario. Lo que queremos ahora es analizar a fondo su parte nutricional de la mano de las universidades locales”, señaló el emprendedor.
-¿Cuál es el camino para obtener el aceite?- le preguntamos a Rivera.
-Si bien existen máquinas para extraer el grano, nosotros no contamos con ellas y el laburo para recolectar las semillas se hizo de forma manual. Una vez que la planta se secó, las manipulamos sobre un nylon para sacudirlas y obtener las semillas. Lo recolectado luego se colocó en una prensa en frío. Se hace de esa forma para que no pierda sus propiedades, porque la temperatura puede desestabilizarlas. Así, de un lado sale el aceite y del otro la cascarilla, que se manda al molinillo de harina y vos le das la fineza que quieras. Podés hacer con tres ceros o cuatro ceros.
-En esta escala experimental, ¿cuánto aceite obtuvieron?
-Ahora hicimos una tirada de entre 4 y 5 litros, que parece poco pero es un montón. Y seguiremos produciendo, aunque por ahora solo para seguir investigando. Detrás hay muchas cuestiones que se pueden ajustar como el filtrado, para mejorar la calidad del producto.
-¿Cómo se puede usar?
-Al igual que un aceite de oliva, como condimento de ensaladas y otros platos.
-¿Ya estimaron cuánto cáñamo necesitan para obtener un litro de aceite?
-Todavía lo estamos analizando. Lo que te puedo decir es que rinde entre un 20% de harina y un 80% de aceite, o entre 30% y 70% respectivamente. Todo depende también del tamaño del grano obtenido.
Como si esto fuera poco, los emprendedores también armaron algunos fardos con restos de la planta de cáñamo, con el objetivo de experimentar con nutrición animal.
“Todavía no lo hicimos pero en breve empezaremos con pruebas de la mano de una granja cercana. Sabemos que esto se le puede dar a corderos, ovejas y vacas, pero dado que nos basamos en unos estudios australianos de nutrición de cerdos, arrancaremos primero con eso”, señaló Rivera.
A la paleta de productos hay que sumar también los aceites medicinales a base de cannabis, en distintas presentaciones, ya sea con más THC, más CDB, o una formula equilibrada entre ambos compuestos.
Los mismos son distribuidos de la mano de un centro de salud integral que posee la Fundación en la ciudad, con más de 18 profesionales entre médicos, psicólogos, psiquiatras y nutricionistas.
-¿Cuándo podremos ver en el mercado el aceite y la harina de cáñamo?
-La idea es salir en esta misma fecha pero del año que viene, si la provincia y el municipio nos acompañan. Sabemos que se necesita en un principio el acompañamiento del Estado. Para mí eso es muy importante en este comienzo de la actividad, que es nueva y que es desconocida para muchos, y en medio de tantos grises que tiene la ley. El acompañamiento municipal, provincial y del gobierno nacional es fundamental y necesario.
Buen avance, pero falta mucho aun, y sobre todo ética profesional…bh